PREMIOS MUJER 2024

¿Y después del grisú…?

Todavía nos escuece el alma, por que la herida de los seis mineros muertos en la Vasco, es imposible que cicatrice. En zona carbonera como la nuestra, no hay sutura posible. La cirugía no ha dado todavía con el remedio que fulmine el dolor de las familias, como el silencioso grisú fulminó las vidas de “Los seis del pozo Emilio”, que se conviertien en la nueva leyenda de un sector maldito, que vive en estado zombie, desde la década de los 80, con la complicidad de todos los que tienen algo que decir y decidir, en una de las profesiones más duras del mundo. Era lo que le faltaba a la minería, como puntilla a los despropósitos que han tenido que tragar los que viven de ella, y los territorios que escarban en las entrañas de la tierra, porque no hay otra alternativa al empleo.

¿Y después del grisú que?…¿qué reflexión se puede hacer una vez que la tragedia se ha llevado nuevas vidas en un pozo negro?.  I+D+I, alardean todos los empresarios y las administraciones cuando hablan de la necesidad de investigar y de aplicar las tecnologías y la investigación a sus procesos. Es cierto que ha habido un cambio en las formas de trabajar. Me vienen a la mente las fotografías que el grupo Alonso tiene expuestas en las oficinas de su mina en Degaña. El antes y después de los picadores mineros, de los barrenistas. El cambio en la forma de trabajar. De los medios manuales, el pico y la pala, a la maquinaria de nueva tecnología. Pero cuando se trata de CH4, de metano, de grisú… ¿qué tecnología es válida si ataca de forma silenciosa?. Sabemos que la ventilación de las minas también ha mejorado, que la desgasificación de las capas de los pozos, debe ser práctica habitual para detectar el grisú. Que si no se detecta, una de dos: o lo inhalas o estalla. El grisú es inherente a la mina, dicen los geólogos, el grisú, es la muerte sin nombre de otros muchos oficios. El de conductor cuando le sobreviene cualquier imprevisto que termina en accidente de circulación. El de bombero, policía, electricista, pescador…. Pero aquí, tiene el agravante, de que como te toque, lo hace bajo tierra.

Hoy todos los tertulianos hablan de minería del carbón y confiesan que al escuchar: “accidente mortal por grisú”, la noticia les retrotrae a la España de la post-guerra. Cuando los mineros iban con un pájaro, con un canario, – triste paradoja de un Ministro de Industria – para comprobar si quedaba seco el pájaro, para salir corriendo.

Esta vez, no había canario, ni medidor de grisú, ni rescatadores cerca de los que les diera tiempo a llegar con la petaca de salvamento. Hoy otra vez la mina nos deja la reflexión en el aire, en el que les faltó a los seis del pozo Emilio. El aire fresco que necesitan las comarcas mineras, faltas de cualquier otra medida de reindustrialización, faltas de atención para un oficio el de minero que lucha como David, con el gigante del Goliat petrolero. El interés político y económico de los países, que son capaces de cerrar los ojos a un mineral autóctono cuyo método de explotación podrían mejorar, si realmente estuvieran convencidos de su futuro. Pero ahora se agarrarán a una buena excusa, la inseguridad de esta profesión. Y dicen los que no creen en ella, que es un sector subsidiado, subvencionado con ayudas públicas…y no miran para otros sectores que también lo están… ni siquiera para los beneficios que ese subsidio, como le llaman, crea para las empresas auxiliares y del entorno que mueven la economía de unas comarcas a las que no faltando mucho, tendremos que poner el cartel: “cerrado por despoblación…, sin futuro”.  El carbón ha muerto. ¡Larga Vida al carbón!.

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