PREMIOS MUJER 2024

Vuelvo casi, por Navidad

Hola, no vuelvo exactamente a “casa”, ni por Navidad, pero vuelvo, despacito eso sí, que la mano todavía no está para trotes. De momento ahí se me puede ver jugando con una pelotita, haciendo giros de muñeca para que siga flexible – parece que estuviese bailando flamenco -, articulando los dedos…en fin, rehabilitando la mano para que no se acostumbre a estar ociosa. Sólo de pensarlo grito mentalmente. ¡Mi mano! No cualquier mano. Mi mano derecha, que estaba pero tenía que actuar como si no estuviese. Yo, que soy inútil de mano izquierda…un horror. Y encima la “nena”, léase “YO”, le fastidia un montón depender de los demás. Pero es que hay una serie de cosas que por más que lo intentes con la mano que “no-estaba-para-hacer-cosas”, necesitas las dos manos. Sufres, te retuerces, fuerzas la postura, recuerdas que el médico fue muy serio respecto a no utilizar para lo “más mínimo” la mano operada, vuelves a intentarlo, sudas un poco, mucho, reniegas, piensas: “¡esto es un incordioooo! ¡Y todavía falta un mes! ¡Y luego despacito, tomárselo con calma! ¡Quiero mi mano, mis dos manos!”.

Desistes de seguir intentando lo que no consigues hacer, respiras hondo y pides ayuda a tu hermana o a la amiga que más cerca tengas…ejem.

Os puedo asegurar que ha sido todo un ejercicio de humildad. Me dolía, la mano un poco, el orgullo, todo.

Eso sí para no machacarlo del todo, pobrecito él (mi orgullo), al fin y al cabo me es fiel desde que nací, conseguí hacer cosas con una sola mano, la “inútil” (hasta ahora), que no pensé conseguir. Excepto escribir. Lo intenté, pero para no poder leerlo ni yo misma, desistí.

No está mal. El mes ha pasado, la cicatriz tira que no veas (otra más para la colección, vaya afición he adquirido…), tengo contracturas para dar y regalar, por retorcerme y poner posturas imposibles, creo que hasta la mente tengo contracturada por programarme para utilizar la mano que “no era”.

De momento no puedo apretar la cafetera, retorcer la bayeta, la fregona, abrir o tapar tarros, coger pesos. Algunas de esas cosas porque necesito las dos manos, el resto…le toca seguir trabajando a la izquierda, hasta donde pueda.

Me ha dado tiempo a pensar lo bien hecho que está nuestro cuerpo, ya no sólo por las partes, es increíble pensar en tendones, venas, terminaciones nerviosas. Y lo resistentes que somos, lo bien que nos podemos adaptar a los cambios, a las faltas.

Y en el “POR QUÉ DEL SUFRIMIENTO”. Porque lo peor no es el sufrir, si no, sufrir sin un sentido. Lo tiene. Y a veces está muy claro, delante de nuestras narices, o en nuestras manos, pero preferimos desesperarnos, despotricar, o culpar a Dios o a los hombres, permanecer ciegos. No es eso.

En este mes una frase se me ha grabado, os la dejo para que penséis en ella, o no:

“La Iglesia es un hospital para pecadores no un museo para santos”. O para perfectos que creen, creemos, serlo.

Por esta vez es suficiente, no hay que forzar la máquina, quiero decir la mano