Hemos escrito aquí en varias ocasiones que la lógica política aplicada a los resultados electorales de las pasadas elecciones regionales indicaban un pacto de gobierno del centroderecha con la derecha, esto es, del PP con Vox. Sin olvidar la llamada de atención de la ciudadanía para cuidar más el tratamiento menos diferencial entre provincias pertenecientes a esta Comunidad. Un claro defecto a corregir.
Las semanas van pasando y ya sabemos que las Cortes las preside Vox, que además la formación cuenta con tres consejeros con nombres y apellidos para Trabajo, Cultura y Agricultura. Incluso que del pacto inicial se desdicen para añadir la presidencia de la Comisión de Secretarios Generales -la maquinaria burocrática, antesala del Consejo de Gobierno- y la Comunicación, además de una vicepresidencia sin funciones claras.
Las alarmas han saltado. Los plazos también. La Mesa de las Cortes no puede dilatar por más tiempo la convocatoria de Pleno para la elección del candidato de consenso, esto es, Alfonso Fernández Mañueco, como presidente de la Junta de Castilla y León ¿pero, qué está pasando? Los teléfonos queman, las reuniones con el propio presidente de Vox, Santiago Abascal, se han sucedido en varios escenarios con mantel a veces de por medio. Los recién llegados a la política regional juegan en clave nacional y pretenden involucrar incluso a Feijoó en su fin de semana triunfal preparado para liderar el centroderecha español obligando a un reconocimiento nacional. Vox se siente fuerte y aprieta, apura los tiempos, pero el PP por lo que ha transcendido ya ha cedido demasiado. La sombra de una repetición de elecciones en Castilla y León castigaría a ambas formaciones con toda seguridad por no haber sabido llegar al acuerdo indicado.
Mientras tanto, Tudanca e Igea se frotan las manos, ya se sabe que “a río revuelto…” A juicio del periodista de provincias y desde lo que llega a las tertulias y debates mediáticos Santiago Abascal se equivoca. Una lección que también da la política es la de morir por éxito. Un tal Pablo Iglesias de la formación comunista IU-Podemos podría explicarle que el populismo aplicado a la cosa pública es pan para hoy y hambre para mañana. Que viva nuestro rico refranero, claro que sí.