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Tetuán y Wad-Ras

A mediados del siglo XIX las ciudades de Ceuta y Melilla sufrían el hostigamiento de las cábilas. En 1859 se produjo un ataque de la cábila de Anyera a un grupo de españoles que se encontraban reparando distintas posiciones fortificadas.  El gobierno español presidido por el general O´Donnell exigió al sultán de Marruecos un castigo para los causantes, castigo que nunca llegó.

 

Se declaró la guerra a Marruecos el 23 de diciembre. Esta fue una guerra que extrañamente contó con el apoyo popular. Gran parte de los que se alistaron voluntarios eran catalanes y vascos además de un gran número de carlistas, hasta llegar a la cifra de 36.000 que partieron del puerto de Algeciras.

 

El Ejército, al mando del propio O´Donell, se dividió en tres cuerpos y un grupo de reserva al mando del general Prim. Les acompañaba una flota compuesta por cuarenta y un navíos. Los objetivos primarios fueron tomar Tetuán y el puerto de Tánger. 

 

El 1 de enero comenzaron su marcha hacia Tetuán, se produjo el primer encuentro en la batalla de Castillejos que se ganó, pero a un alto coste. Continúo una larga marcha hacia Tetuán  hasta que el 4 de febrero se toparon con las primeras defensas marroquíes. Aquí comenzaron a trabajar los pontoneros construyendo puentes para que la artillería y caballería cruzaran el río Alcántara.

 

Tras un primer duelo artillero, las baterías españolas silenciaron a las marroquíes.   A continuación, las tropas enemigas lanzaron a la carga a 5.000 jinetes. Aquí se produce uno de los momentos clave de la batalla. Son detenidos y derrotados por los lanceros españoles. Simultáneamente,  otro ataque  de la caballería marroquí fue derrotada por una brigada de coraceros. La caballería española, gracias a su mayor disciplina y preparación, arrolló a la marroquí privando al enemigo de uno de sus mejores recursos.

 

La siguiente acción supuso la toma de iniciativa por el Ejército español y la infantería apoyada por la artillería  rompió las líneas enemigas. A continuación, con el general Prim a la cabeza, lanzó una carga a la bayoneta que  a pesar del nutrido fuego enemigo no pudo detener.

 

Los marroquíes se retiraron y se situaron en el valle de Fondak. Era su última línea defensiva antes de Tetuán. Contaba el enemigo con 50.000 hombres. España había recibido refuerzos y sumaba nuestro Ejército unos 45.000 hombres.

 

El 23 de marzo, de noche, los españoles rompieron las hostilidades y en una acción combinada de infantería y caballería tomaron el monte Wad-Ras, punto estratégico que controlaba toda la zona de operaciones. Consciente de ello, el enemigo intentó expulsar a los españoles de allí, lo que no consiguieron por el apuntalamiento de la posición que hizo el general Prim con sus hombres al socorrer a sus compañeros en apuros.

 

Finalmente, el general O´Donnell ordenó un ataque general que provocó la desbandada del Ejército enemigo. Inmediatamente el sultán de Marruecos pidió la paz que España presionada por Gran Bretaña se vio obligada a firmar. Tras 32 días de armisticio, se firmó el tratado de Wad-Das, en Tetuán el 26 de abril. Por este tratado se reconocía a España los derechos sobre Ceuta y Melilla a perpetuidad, recibió las islas Chafarinas y  Sidi- Ifni, más una indemnización de guerra.

 

O´Donnell llevó el Ejército a Madrid y acampó en el norte de la ciudad hasta que se preparara la entrada triunfal en la ciudad. Como todo lo provisional en esta España nuestra se convirtió en definitiva la acampada a la que se sumaron comerciantes y todo tipo de gente, hasta el punto de que con el tiempo se creó el actual barrio madrileño que lleva ese nombre.

 

Estas batallas demuestran el perfecto dominio de los generales españoles de las operaciones a través de las armas combinadas. El despliegue conjunto de caballería, infantería, ingenieros y artillería  confirió a los españoles una gran ventaja frente a un enemigo falto de las capacidades militares necesarias para contrarrestar la superioridad estratégica y táctica española.

 

Fuente: Grandes batallas españolas. Autores: Juan Vázquez García y Lucas Molina Franco. Editorial Militaria.