PREMIOS MUJER 2024

Sorpresa al tercer día: aumentan las dudas razonables

Ahora sí, los testigos juran o prometen decir la verdad a partir de esta tercera jornada del juicio por el crimen de Isabel Carrasco, que se viene celebrando en la Audiencia Provincial de León. Si no lo hacen pueden ser acusados de perjurio
La inspectora jefa de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de León que coordinó la investigación por la muerte de Isabel Carrasco, presta declaración en la Audiencia Provincial (Carlos S. Campillo / Ical)

El primero en comparecer ha sido el testigo clave, el policía nacional jubilado Pedro Mielgo, testigo ocular del asesinato y quien tuvo la sangre fría de perseguir a la asesina, parar en un momento dado un coche de la policía local y señalar e identificar a Monserrat González, cuando ya se encontraba en el interior del vehículo de su hija, dispuesta para huir nada más que se reuniera con Triana. Un héroe por jugarse su vida y la de su mujer en un acto intuitivo, premiado como ciudadano ejemplar con la Medalla de Oro de León.

El testimonio de Mielgo es clave para probar si Monserrat tiró en el acceso a un garaje el bolso en el que había escondido el revólver con el que mató a Carrasco o si, por el contrario, lo entregó a su hija. Si se hizo de una u otra manera determinará si hubo un plan  premeditado y, por tanto, Triana estaba al tanto de las intenciones asesinas de su madre o si la intervención de Triana se debió a la casualidad y al azar. Pues este dilema deberá esperar a ser solucionado. Mielgo, ante un muy agresivo defensor de las acusadas, reconoció que perdió de vista durante varios instantes a su perseguida al llegar a la calle Colón y que, además, en la calle Lucas de Tuy unos contenedores le impidieron ver en un momento dado el brazo de Monserrat sobre el que colgaba el bolso. Es decir, la asesina pudo deshacerse del bolso sin que Mielgo se percatase. Cuestión muy importante. De ello depende el grado de implicación de Triana.

Pero peor ha sido, por inesperado y sorprendente, cuando Mielgo ha asegurado que no reconocía su voz como el interlocutor de una conversación telefónica mantenida con el 112 y el que una persona, que sólo podía ser él, relata en tiempo real, jadeante y con voz entrecortada, la persecución y la identificación de la asesina. La defensa ha aprovechado esta situación para adelantar la posibilidad de una denuncia por “falso testimonio” contra Mielgo, toda vez que la mujer del policía jubilado sí ha reconocido la voz como la de su marido y, posteriormente, uno de los  dos policías locales que procedieron a la detención de Monserrat y Triana, cuya voz también se oye en esas grabación, identifica a Mielgo como la voz protagonista de esa llamada.

La declaración y posible contradicción de Mielgo ha armado un gran revuelo en la sala, ha dado alas a la defensa y sobre todo, habrá dejado desconcertados a más de un miembro del Jurado. En este sentido, la defensa de Monserrat y Triana consigue su objetivo de sembrar dudas más que razonables entre el Jurado y, sobre todo, poner en  duda la credibilidad de un testigo clave. Su gran objetivo para rebajar la pena de Monserrat y lograr la absolución de Triana.

Por su parte el fiscal ha redundado y hasta se ha regodeado en mostrar varias veces a los miembros del Jurado las terribles imágenes del cadáver de Isabel Carrasco, tirado en el suelo de la pasarela, incluidos unos primeros planos de los disparos recibidos en la cabeza. Terribles. Sin duda, el objetivo era  buscar una herir la sensibilidad del Jurado. Y, de paso, horrorizar al público. Lo consiguió.

El mismo abogado defensor de Monserrat y Triana ha logrado durante la sesión de hoy instalar otras dos dudas razonables sobre la mesa del Jurado. La primera se refiere a la hora del asesinato y si fue exactamente a las 17:15h. No es una cuestión baladí. Porque hay una llamada desde un móvil de Monserrat a Triana a las 19:17h, que el fiscal y las acusaciones consideran vital porque habría servido a Monserrat para decirle a su hija que ya había matado a Carrasco y que se fuese hacia el coche con el que pensaban huir. Si el asesinato no fue exactamente a esa hora, entonces la llamada podría haberse hecho antes y el motivo otro muy distinto. En este sentido, la inspectora jefe de la UDEF, la  brigada policial que dirigió la investigación,  declaró como testigo que no puede certificar exactamente la hora del asesinato.

Y la segunda gran duda se refiere a la polémica intervención de los dos policías de Burgos, invitados a la investigación, que llegaron a León por orden del jefe regional de policía y amigo del comisario de policía de Astorga, marido de Monserrat y padre de Triana. Ha quedado demostrado que esos dos policías de Burgos estuvieron en la casa de Raquel en la primera detención de la policía local y cuya presencia fue ignorada en los informes y declaraciones policiales, hasta justo el momento antes de convertir ese silencio en un posible delito de perjurio. La policía jefa de la UDEF reconoció ayer en su testimonio que fue un error no haber incluido en los informes policiales la participación y actuación de estos policías de Burgos.

Tampoco está muy clara la intervención de estos mismos policías de Burgos en el primer interrogatorio a Monserrat y Triana en la comisaría de León y de qué forma obtuvieron la pronta confesión  de Monserrat como autora material del asesinato.

El traslado del coche de Raquel, en  cuyo interior estaba el bolso con el revólver, desde el garaje de su casa hasta la  comisaría de León, tampoco fue, según parece, un modelo de práctica policial. Más dudas para el Jurado.

El testimonio de estos dos policías de Burgos será la próxima semana uno de los momentos claves de juicio. Va en ello el riesgo de declaración de nulidad del juicio que ahora se celebra.