Imagina: Tienes 22 años. Estás paseando por las calles de la capital de tu país porque estás de vacaciones. Has venido a visitar a tu hermano. Hace tiempo que no os veis y tienes tantas cosas que contarle. De repente te cogen y te meten en un furgón policial. Es la policía de la moral que te va a reeducar porque no llevas el velo bien puesto. Imagina el miedo. Imagina qué pasa después. Tu imaginación tal vez se anime a buscar un final feliz pero para Mahsa Amini el final fue la muerte con signos de haber sido torturada.
Su muerte ha desatado una ola de protestas en su tierra y cómo ha habido muertos y heridos, Occidente se ha dignado a mirar hacia a Irán. Y nos rasgamos las vestiduras porque en Irán no se respetan los derechos de las mujeres. Parece que nos acabamos de enterar. La hipocresía de occidente es devastadora.
En Agosto hizo un año de la entrada de los talibanes en Kabul. Desde entonces se restringe el derecho al trabajo y a la educación a las mujeres, se les impide salir si no es en caso de necesidad y siempre acompañadas por un hombre. Sus vidas no les pertenecen. Pero un año es demasiado tiempo para que estemos mirando hacia Afganistán y ya otras historias han ido reclamando su cuota de pantalla. ¿Cuántas Mahsas tendrán que morir para que no olvidemos cómo viven las mujeres en Irán y en otros regímenes integristas?
En Irán la muerte de Mahsa ha sido el detonante. Hemos visto imágenes de mujeres quitándose el velo ante la policía, ante los líderes religiosos y hemos visto con emoción cómo se han sumado muchos hombres a la protesta. El velo, una vez más como símbolo de algo que trasciende su significado religioso.
En la Universidad, chicos y chicas portan pancartas en las que se lee: Mujeres, Vida, Libertad. Son héroes y heroínas conscientes del peligro al que se enfrentan. Lo más útil que podemos hacer por ellos es mantener la atención, exigir a la comunidad internacional que no transija con la opresión, con la vulneración de los derechos humanos. Es necesario reclamar que la celebración de eventos internacionales no suponga una amnistía a las atrocidades que se cometen cada día. Hay que apelar a la justicia y a la memoria para que sus heridas y sus muertes tengan consecuencias más allá de sus fronteras, que sepan que no están solas, que el mundo les observa y toma nota. Así que por las mujeres, por la vida y por la libertad, no permitas que el olvido campe a sus anchas y sigue mirando.