Bajo el título “Siempre es Viernes Santo” el sacerdote y periodista José Luis Martín Descalzo escribió un libro en el que se recoge cómo se repite la historia de aquel viernes en que torturaron y mataron a Jesucristo. En efecto, en el mundo sigue habiendo un enorme sufrimiento: gentes condenadas injustamente a morir, enfermos con un dolor insoportable sin ningún cuidado paliativo, familias destrozadas por la pérdida de seres queridos, familias rotas, niños y ancianos abandonados, y un sinfín de víctimas de guerras, catástrofes, atentados terroristas, hambre… Incluso más de uno de nuestros pacientes lectores podría dar testimonio de su viacrucis personal.
Pero también se repite la historia en el sentido de que los personajes de la Pasión siguen vivos en nuevos personajes que tienen plena actualidad. Así tenemos políticos chaqueteros que se lavan las manos como Pilatos, desentendiéndose de sus responsabilidades, buscando su propio interés. Otros como Judas, por el dinero son capaces de hacer cualquier cosa o traicionar a quien sea. No faltan los creyentes que se dejan llevar por el respeto humano y se avergüenzan de dar la cara por Dios, como hiciera Pedro, que le negó tres veces.
A nivel de las masas, éstas siguen siendo manipulables como lo fueran aquellos que un día aclamaron a Jesús con sus cánticos y con sus ramos de olivo y de palmera y a los pocos días, gritaron “crucifícale”, “preferimos que sueltes a Barrabás”. Salvadas las distancias eso sucede, por ejemplo, en un detalle como el siguiente: las iglesias se llenan de gente el Domingo de Ramos y el día de Jueves o Viernes Santo han desaparecido la mayoría. Pasa también con los niños que hacen la Primera Comunión y con sus padres que una vez acabada la fiesta ya no vuelven a pisar por la iglesia.
Siempre es Viernes Santo. ¿Qué papel nos hubiera gustado representar si hubiéramos vivido en aquel primer Viernes Santo de la historia? En realidad hoy tenemos la oportunidad de escoger y vivir papales semejantes. Podemos traicionar y negar o podemos hacer de Cirineos, ayudando a llevar su cruz a tanta ente que sufre; podemos descubrir el rostro de Jesús, como la Verónica, en nuestros semejantes; podemos limitarnos a llorar y lamentarnos como las mujeres de Jerusalén… Podemos… Elija cada cual el papel que desee representar.