El físico Saúl Ares es uno de esos bercianos que nacen donde quieren, o más bien donde quiere el destino de dos padres emigrados desde Villadepalos y Berlanga. En su caso, en Estados Unidos. Pero desde muy pequeño se crio en Ponferrada y lleva al Bierzo por bandera allá donde va, que puede ser tanto el Instituto Max Planck de Dresde (Alemania) como el Centro Nacional de Biotecnología del CSIC en Madrid, donde ejerce actualmente y dedica sus esfuerzos a combatir al coronavirus.
¿Qué hace un físico como usted en una situación como esta?
Los físicos, físicos teóricos, matemáticos y similares estamos echando una mano, no tanto en el tratamiento de la enfermedad, sino intentando modelar la dinámica con la que se expande, la famosa curva. Eso es un proceso dinámico y sobre eso los físicos y los matemáticos controlamos un poquito.
Al principio se hablaba de un crecimiento exponencial, pero la realidad ha demostrado que no es exactamente así, ¿verdad?
Al principio sí era bastante exponencial, pero en cualquier caso es un proceso muy rápido, y si no es exponencial es subexponencial, que crece muy rápido.
¿Qué factores intervienen más en esta curva?
Partimos de que el virus es muy contagioso, pero otro factor que lo ha hecho crecer de esta manera es que hay mucha gente asintomática, que coge el virus y no da señales de tenerlo, pero lo va contagiando por ahí. Ahora que estamos un poco más encerrados en casa la idea es precisamente parar a los asintomáticos, que podemos ser tú, yo o cualquiera. Otras enfermedades, como el ébola, matan mucho y son terribles, pero si lo pillas te enteras y no andas por ahí contagiando. Aquí ni siquiera sabemos el número de gente que lo tiene sin saberlo. Esa es una de las cosas que ha hecho al Covid-19 tan expansivo y tan peligroso.
Eso les complicará la vida a la hora de hacer sus modelos…
Una de las cosas que hace más difícil el trabajo de los que hacen modelos matemáticos es que los datos que tenemos son muy pobres. Con buenos datos puedes hacer buenas predicciones, pero aquí ni siquiera sabemos el número de gente que está infectada. Se pueden hacer estimaciones, pero para saberlo bien tendríamos que tomar una muestra aleatoria de la población lo suficientemente grande, hacerles test a todos y ver cuántos tienen el virus o lo han tenido. Eso no se ha hecho en ningún sitio. En Corea del Sur hicieron un montón de test y les fue bastante bien, pero fue un caso un poco particular, porque la mayoría de los infectados pertenecían a una secta y lo tenían relativamente fácil. De hecho, en España ya hemos hecho casi más test per cápita que en ningún sitio, pero como se hacen a la gente que tiene síntomas no sirve para estimar cuánta gente asintomática hay por ahí.
¿Eso quiere decir que las estadísticas que recibimos son engañosas?
Las estadísticas no engañan. Cuando vemos el número de infectados en la prensa, es el número de infectados diagnosticados. El problema es que ni siquiera sabemos cuánta gente hay que está mala en su casa y que sabe seguro que lo tiene porque tiene los síntomas. Y ya el que no tenga síntomas es muy difícil de estimar.
Y con todos estos condicionantes, ¿qué nos dicen los modelos que manejan en el CSIC?
Nos dicen que esto todavía está en fase de crecimiento. En algunas comunidades, como Madrid, ha habido buenos datos los últimos tres o cuatro días, con menos muertes que el anterior, pero en el agregado de toda España está todavía yendo para arriba. Antes de que veamos el esperado pico y la bajada en el número de contagios, todavía nos queda una semana o dos, al menos, muy duras.
¿Manteniendo las cifras de estos últimos días?
Peores. Todavía subiendo. No parece que hayamos llegado todavía al pico. Sí se empiezan a ver síntomas de que las medidas que se han tomado desde el 14 de marzo funcionan. Nos quejamos de las cosas que se han hecho mal, que se han hecho muchas, pero si miramos las medidas que están tomando otros países nos podemos dar con un canto en los dientes. En España es donde mejor lo estamos haciendo, lo que pasa es que estamos luchando contra un enemigo bastante temible. Parece que las medidas están empezando a funcionar y llegará un punto en el que empezará a ir para abajo, pero por ahora tenemos que prepararnos, porque no va a ser mañana ni pasado, y los que más se tienen que preparar son los profesionales de la salud, las ucis y los hospitales, para conseguir como sea más plazas.
Entonces lo de terminar el estado de alarma el día 11 de abril…
Vamos a ver cómo afecta el nuevo confinamiento que tenemos ahora. Según los modelos que manejan la Universitat Rovira i Virgili y la Universidad de Zaragoza, que son los que han estado detrás del informe que 70 científicos firmamos hace unos días pidiendo un confinamiento más estricto, son optimistas respecto a que con la bajada de movilidad de estas medidas vamos a empezar a ver la luz. Si todo se da bien, en una semana podría empezar a haber menos casos que el día anterior, pero también es difícil de asegurar, porque una de las características de estos procesos es que mientras están creciendo a lo bestia es difícil predecir cuándo van a parar y cuándo van a ir para abajo. Es un poco como el tiempo, a dos o tres días es relativamente fácil saber qué tiempo vamos a tener, yo mismo me he tirado dos semanas prácticamente clavando lo que iba a pasar al día siguiente, pero en plazos de una semana o dos el rango de incertidumbre es mayor.
Entiendo que es un mensaje un poco contradictorio este que mandamos. Por un lado, hacednos caso, porque somos una de las pocas herramientas que tenemos para ver el futuro; pero por la misma naturaleza del proceso es muy difícil, sobre todo con datos pobres como los que tenemos, hacer predicciones a largo plazo.
¿Existe algún modelo similar con el que poder comparar la situación actual?
Hay toda una tradición de modelos matemáticos que se han probado con datos para otras epidemias, desde el propio ébola a la gripe, porque hay que recordar que todos los años tenemos epidemias, lo que pasa es que no son tan graves. Estos modelos son bastante populares y si alguien quiere buscar por Google, uno de los más famosos y en el que se están basando muchos modelos es el SIR (susceptible, infectado y recuperado), del que hay mucha información e incluso simuladores. La situación ahora es más complicada, porque tenemos infectados que no sabemos que lo están, tenemos las medidas de cuarentena, con lo que no es lo mismo un susceptible que esté en la calle que uno que esté en su casa… Pero ese es el tipo de modelos que mucha gente está usando y realmente no son complicados de entender para el que se quiera informar por sí mismo.
¿La aparición de una vacuna qué supondría exactamente?
A eso estamos jugando en realidad, porque dada la infectividad del virus, tarde o temprano nos acabaremos infectando todos o casi todos si no apareciera una vacuna o tratamientos eficaces. Y lo que es peor, esto es un proceso que se puede alargar meses o años, porque con estas medidas podemos bajar el número de infectados y luego llega el verano, donde podría haber menos contagios porque el virus aguanta menos el calor, pero en otoño podría haber un pico otra vez. Los confinamientos y las medidas que se están tomando ahora no es una cosa que dentro de dos o tres semanas podamos decir ‘se acabó’ y salir todos a la calle a abrazarnos y besarnos, porque ese día nos contagiaríamos todos de golpe. Van a ser cosas que se podrán hacer poco a poco. En un par de semanas podríamos volver a la situación de hace unos días y más empresas podrán volver a trabajar. A lo mejor tenemos más información sobre qué gente ha pasado la enfermedad y puede andar por ahí sin temor a contagiarse ni a contagiar… Tenemos que trabajar pensando en que esto es una carrera de fondo hasta que tengamos medios médicos de vencer al virus, ya sean tratamientos o una vacuna, que espero que podamos tener en pocos meses. Me consta que hay líneas de investigación muy prometedoras que están en ello en el propio Centro Nacional de Biotecnología y en el resto del mundo la gente también lo está dando todo, así que tenemos esperanzas, pero hasta que llegue ese día tenemos que mantener la guardia alta.
En la parte que le toca como científico, el lado bueno de todo esto es que la Ciencia y la Sanidad están demostrando su importancia y su necesidad…
Uno de los motivos por los que en España no hemos podido reaccionar es que la Ciencia en España lleva desde 2007 recortando de forma muy importante en capacidad humana y en medios, y no se ha recuperado todavía. No es lo mismo tener un sistema científico en plena forma que de repente pueda parar sus investigaciones y dedicarse a esto, que sería mucho más potente lo que podríamos hacer, no sólo en investigación sino también en apoyar a la sociedad. Ahora hay muchos institutos de investigación que están usando todos sus medios para hacer test médicos, pero si tuviéramos más medios estaríamos haciendo más test y estaríamos desarrollando medios para hacerlos mejor. Pero como falta gente, falta material y falta de todo en los laboratorios, no tenemos la capacidad de respuesta que podríamos tener. Yo creo que ese es un mensaje que estaría bien que calase en la sociedad, que cuando los científicos nos quejamos de falta de medios y de financiación no es porque nos falten juguetitos o estudiantes que nos hagan las cuentas, sino porque es un trabajo callado que no se ve en el día a día pero cuando hay una emergencia como ahora, se nota la diferencia entre tener un sistema potente y uno que está luchando por subsistir. Por supuesto, esto mismo vale para la Sanidad.