PREMIOS MUJER 2024

Saúl Ares: “Necesitamos información, transparencia y que confíen en nosotros”

El científico berciano apela al comportamiento individual como factor clave para detener el avance del COVID-19
El científico berciano Saúl Ares / EBD

El físico berciano Saúl Ares continúa trabajando desde el CSIC en modelos de análisis de la evolución de la pandemia del COVID-19 y esta semana ha estado en Ponferrada para dar una charla en el Museo de la Energía. En la misma, incidió en la dificultad de predecir el comportamiento de la pandemia a medio o largo plazo, aunque apuntó también otros detalles interesantes que desvela en esta entrevista a El Bierzo Digital.

¿Predecir la evolución del coronavirus sigue siendo como predecir el tiempo?

Así es, pero en la charla ampliamos un poco el contexto a si se puede predecir ya no la dinámica de la epidemia una vez que la tienes encima, sino si nos va a venir una pandemia o no y cuáles son las causas. Ahí la respuesta es sí, porque al destruir los ecosistemas nos estamos juntando con animales con los que nunca nos juntábamos y con los virus y patógenos que están con ellos. Estos saltan a los humanos y algunos son mejores y otros peores, y es casi matemático que nos tiene que tocar alguno malo. El cambio climático tampoco ayuda, porque hace que los animales varíen sus ambientes y estén más en contacto con nosotros. Si a eso le sumamos que los animales que tienen más virus son los murciélagos, que están por todas partes, se da la situación perfecta.

¿La historia se repite?

Si miras a lo largo de la historia, hay epidemias más o menos grandes cada poco y de distintos tipos. Tenemos la mal llamada gripe española hace no tanto, o el virus del sida, que lleva 25 o 30 millones de muertos desde los años ochenta aunque nos olvidemos de él a veces. También ha habido otras más pequeñas hace poco, como el SARS 1, que oficialmente dejó unos 770 muertos, pero fue una vacuna buenísima para los países en los que estuvo, como Vietnam o Tailandia, que tenían todos los medios preparados desde el día uno de la COVID-19, que nosotros no teníamos, básicamente por el susto que pasaron entonces.

Aunque suene duro, ¿una epidemia también sirve como recordatorio de que no se debe bajar la guardia?

Efectivamente. La gente que se murió allí con el SARS 1 no es nada comparado con la que se hubiera muerto ahora si les hubiera pillado como nos pilló a nosotros. ¿Por qué? Porque no dudaron, ya tenían las reglas escritas y no tuvieron que pensar. Desde el primer día que alguien tuvo fiebre en China, ya no en sus propios países, empezaron a tomar medidas.

¿Tiene datos de la evolución del coronavirus en el Bierzo?

No lo estoy mirando mucho, porque es más complicado desagregarlos a nivel local, pero a nivel provincia sí, porque la Junta lo pone muy fácil. Del Bierzo sé lo que veo en las noticias y parece que está la cosa un poco más tranquila, sobre todo comparado con el resto de la provincia, que ha pasado de tener una incidencia muy baja a liderar todos los registros. Además, mientras la cosa siga un poco baja tampoco es fácil seguir la evolución, porque más que nada hablamos de brotes muy localizados, como el que ocurrió en Oencia.

¿A qué cree que se debe esa diferencia del Bierzo con el resto de la provincia y de la Comunidad?

Lo he estado pensado y, por un lado, la gente aquí se está comportando bastante bien, y por otro, la ruina en la que estamos y la poca movilidad también contribuye a que el virus no se disperse.

¿Ventajas de la España vaciada?

No exactamente, porque Soria también es España vaciada y en la primera ola lo pasaron fatal, porque están más cerca de Madrid. Aquí estamos algo más lejos y la diferencia de movilidad nos ha ido salvando.

Hablando de movilidad, las nuevas restricciones van más por ese lado con los cierres perimetrales que por confinamientos como el de marzo. ¿Son efectivas estas medidas?

Son efectivas para no sacar la enfermedad de donde está, pero dentro del propio lugar la medida en sí no puede tener gran efecto. Si pudiera tener alguno, y es importante, sería el de mandar un mensaje a la población de que esto es grave y estamos mal. Al final, la medida número uno es que la población esté concienciada y deje de tener prácticas de riesgo. Si este tipo de actuaciones hace que la gente se lo tome en serio, tendrán efecto. En la Comunidad de Madrid, en cuanto todos los partidos se pusieron de acuerdo en que la cosa estaba mal a principios de septiembre fue cuando empezó la dinámica que llevó a que la cosa mejorase, aunque cada uno hablase de actuar de una manera diferente.

¿En la batalla entre economía y salud ha perdido la salud?

Es que esa batalla no existe, porque en una pandemia no existe esa dicotomía entre salud y economía. Si no hay salud, no hay economía, fin de la historia, pero ha habido gente que no lo ha querido entender. A lo mejor también ha faltado un poco de solidaridad como sociedad o Estado para decir ‘hay negocios claramente peligrosos que no pueden funcionar, pero tampoco los podemos dejar tirados’. Pero ese no dejarlos tirados no es permitirles abrir, sino buscar el dinero para que esa gente vaya tirando mientras dure esto. El ejemplo más doloroso es el ocio nocturno. Si sabes que el principal agente transmisor son los lugares cerrados donde se está sin mascarilla, no puedes abrirlos. Aquí las abrimos y enseguida se tuvieron que cerrar porque la mitad de los brotes venían de ahí.

Como científico, ¿qué siente cuando ve que la pandemia se convierte en un tema político?

Se me hincha la vena, porque hay medidas que se pueden discutir, pero hay cosas que son indiscutibles y se están discutiendo. Estamos viendo circos absurdos en los que se discute si la incidencia es 420 o 450. Da igual, es alta en cualquiera de los dos casos, hagamos algo por arreglarlo y no perdamos fuerzas en discusiones absurdas. El uso de la epidemia para hacer política es triste, pensábamos que éramos un país más maduro a estas alturas para no caer a esos niveles. No se dan cuenta de que esto también confunde a la gente, que no se aclara si unos dicen una cosa y otros la contraria, y al final lo importante es que la población tenga las cosas claras.

¿La clave para volver a doblar la curva está entonces en la gente de a pie?

Yo creo que sí, porque si esperamos que los políticos que están más preocupados por un voto que por la salud lo arreglen, estamos apañados. Cuando me preguntan qué medida sería más eficaz esperan que responda que un confinamiento duro, pero yo digo que una campaña publicitaria explicando, por ejemplo, que cuando vas a visitar a alguien a su casa, lo primero no vayas, queda en un parque o en una terraza. Y si tienes que ir, ahí es donde tienes que usar la mascarilla, en el interior. Y la gente no lo hace por desidia, sino porque no lo tiene claro, como tampoco sabe muy bien qué hacer si tiene algo de fiebre o si ha estado con alguien positivo. Si todos lo tenemos muy claro, seguro que sería más útil que otras cosas. Lo primero que necesitamos es información, transparencia y que confíen un poco en nosotros, que la mayoría lo vamos a hacer bien, aunque haya una minoría que no lo haga.

En ese sentido, los niños nos están dando una lección y la vuelta al cole no ha sido el caos que algunos auguraban…

Está funcionando muy bien y ellos tienen muy interiorizado lo de usar la mascarilla y desinfectarse las manos. Me consta que en muchos centros los directores han hecho un trabajo magnífico antes de empezar el curso para montar esto y tras varias semanas de clase ya hay datos, como los que maneja la Universidad Politécnica de Cataluña, que demuestran que los colegios no son un factor de contagio. Esto es un ejemplo de que, si nos concienciamos y nos explican cómo hacer las cosas, se pueden hacer bien.

¿Se ha conseguido algún avance en la reivindicación de la ciencia de la que hablábamos en marzo?

Si se ha conseguido alguno a nivel administrativo o político en cuanto a financiación y ayudas, no lo sé. Lo que sí hemos visto es un cambio del papel de la ciencia en la sociedad. Si a mí me dicen hace un año que voy a poner un tuit con unas gráficas y al día siguiente me van a llamar para una entrevista cinco televisiones, no me lo creo, pero ahora está pasando. Los científicos estamos teniendo un protagonismo y se nos está queriendo escuchar como no había ocurrido nunca. Siempre se dice que la sociedad apoya a los científicos, pero como apoya al oso pardo, y esperamos que este protagonismo que estamos teniendo ahora sirva para que a nivel político se den cuenta de que hacemos falta y de que si esto nos hubiera pillado con un sistema sanitario y científico más fuerte nos habría ayudado a resistir mejor el golpe.

Hablando de eso, ¿cómo van sus colegas del CSIC con la vacuna?

Según tengo entendido está funcionando muy bien. No están en la carrera por ser los primeros, porque tampoco puedes hacer eso desde España, pero sí que están desarrollando algunas de las vacunas que probablemente vayan a ser las más efectivas por las técnicas que están usando. Esperemos que no nos llegue a hacer falta y que las que salgan primero sean lo suficientemente efectivas, pero eso no está garantizado. Al hacerlas tan rápido serán seguras, pero quizá creen inmunidad durante sólo cinco o seis meses, mientras que las que se están desarrollando en el Centro Nacional de Biotecnología probablemente creen inmunidad para siempre. Pero claro, esas no van a estar listas mañana ni pasado.

Eso de la vacuna como regalo de Navidad…

Hay atajos que no se pueden tomar. Necesitas un tiempo para saber que son seguras, y es un tiempo que más o menos ya ha pasado, pero necesitas otro tiempo para saber que son efectivas. No puede saber si a los cinco meses se va a pasar la inmunidad si no han pasado cinco meses, eso no se puede atajar. Si empezamos a sumar el tiempo de desarrollo y de pruebas, ya sabemos que antes de mediados del año que viene no vamos a empezar a tener las primeras vacunas para empezar a poner a los que más lo necesiten, y eso siendo optimistas. Debemos darnos cuenta de que no va a haber solución mágica, salvo que aparezca un medicamento ya probado en otra enfermedad que funcione muy bien contra el COVID-19, eso sí sería una bala mágica para acabar con él, pero las vacunas tienen una escala de tiempo y debemos acostumbrarnos a vivir con este problema.