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La Consejería de Sanidad se ha visto obligada en los últimos cinco años a afinar en gestión y aplicar políticas ‘low cost’ para equilibrar el repunte de algunos de los capítulos nucleares del sistema y contener otros básicos de su funcionamiento. La fórmula elegida ha consistido en rebajar conciertos; gastos de estructura, como consumo de energía, limpieza y seguridad; reducir deuda y también sacrificar obra nueva que ahora empieza a resucitar con partidas pre-crisis como los 35,9 millones de inversión presupuestados para el Hospital Clínico Universitario de Salamanca en 2018, con la previsión de que crezca en 2019. La recompensa, poder afrontar los gastos en farmacia y material sanitario con un crecimiento exponencial del 25 por ciento en cinco años.
“Han sido año duros en los que el gasto ha crecido a ritmos atemperados por la crisis, supeditado a la demanda asistencial y al cumplimiento de pagos, sin escatimar en nuevos servicios, innovaciones tecnológicas y aparataje médico”, explica a Ical el secretario general de la Consejería, José Ángel Amo, quien, como gestor, defiende un gasto “bastante equilibrado” en tiempos en los que ha predominado la “gestión”, y que ha permitido que el gasto global entre 2012 -año en el que entró en vigor el Real Decreto de medidas urgentes para garantizar la sostenibilidad del Sistema Nacional de?Salud?y mejorar la calidad y seguridad de sus prestaciones- y 2017 creciera en 208 millones, un 6,15 por ciento.
En concreto, en este tiempo, el gasto en farmacia hospitalaria y hemoderivados experimentó un repunte del 38 por ciento -pasó de 264,86 a 365,6 millones- debido a la llegada de tratamientos nuevos, sobre todo para pacientes oncológicos, con VIH y afectados por hepatitis C. Sólo este último grupo de fármacos implicó un gasto de 56 millones en 2015. También creció un 4,55 por ciento el gasto por receta, que pasó de 594,7 a 621,76 millones de euros.
Otro de los apartados ‘nucleares’, el material sanitario, registró un repunte del 27,68 por ciento, al evolucionar de 233,75 a 298,45 millones. Sólo en prótesis Sacyl gastó 91,64 millones en 2017, un 22 por ciento más, por el incremento derivado de la innovación en esta parcela que incluye, por ejemplo, marcapasos tricamerales y prótesis traumatológicas de nuevos materiales, así como por el aumento de la actividad propia, consecuencia de la caída de la derivación de pacientes a clínicas privadas. Del resto de los casi 300 millones, 72,5 se dedicaron a material de laboratorio; 27,5 a cánulas y tubos; 12 a material de suturas, 8,8 millones a agujas y jeringuillas y 6,5 a gasas, esparadrapos y apósitos.
Para afrontar los incrementos en estos dos grandes bloques, la Consejería aplicó mayor eficiencia en la gestión de otros gastos como los de estructura, conciertos e inversiones en reforma y construcción de nuevos centros de salud, que cayeron en un 57,37 por ciento, de 4,8 a 2,06 millones. No obstante, se mantuvieron las cifras en equipamientos, tanto en centros de salud como en hospitales y en reparaciones. De hecho, la inversión hospitalaria subió un 61,99 por ciento, con 38,7 millones, pero a ritmos muy inferiores en años de bonanza.
En el primer caso, por ejemplo, logró rebajar el dato un 3,75 por ciento, hasta los 121,68 millones, en gran parte por la caída del gasto energético en diez millones, de 35,3 a 25,2 millones de euros, un 28,58 menos, gracias a la mejor gestión de los recursos energéticos a través de un convenio de colaboración con el Ente Regional de la Energía (EREN), y de la racionalización de la contratación por medio del acuerdo marco adjudicado por la Consejería de Economía y Hacienda, al que se encuentra adherido Sacyl. “No en vano, los centros sanitarios de la Gerencia Regional de Salud consumen al año unos 148 y 230 millones de kilovatios por hora en energía eléctrica y gas natural, respectivamente, lo que equivale al consumo de los hogares de una ciudad como León”, precisa el secretario general de la Consejería.
Conciertos
Por lo que respecta a los conciertos, cuyo gasto en 2012 superó los 155 millones, en estos cinco años cayeron un 13 por ciento, hasta los 136 millones de euros, debido al aumento de la jornada laboral, la actividad y a la menor derivación al sistema privado. Además, pese a la bajada del sueldo de los profesionales (eliminación de la productividad y de la carrera profesional), este capítulo subió un 1,66 por ciento, por el aumento de plantilla, sustituciones e incremento de personal en general”.
En resumen, se recurrió a la mejora de la gestión y se paralizaron algunas inversiones, que ya se han comenzado a recuperar, lo que permitió que en los tiempos “más duros de la crisis” velar por la “asistencia y la calidad”, manteniendo plantillas, asegurando los pagos en plazo a proveedores y apostando también por la innovación en tecnología y tratamientos que seguirán exigiendo nuevos esfuerzos en financiación.
