Sor Maripaul es el nombre con el que se conoce a la riojana que hace 24 años llegó a Fabero para ayudar a mujeres maltratadas en el centro de acogida Nuestra Señora de Fátima. Su nombre de pila es Felisa y ella misma reconoce que este nombre “viene de Feliz y yo soy muy feliz, eso es cierto”. Con 16 años se fue a Francia a estudiar el idioma y, desde entonces, su vida cambió cuando conoció a la Congregación. Sin embargo, ella sintió que su verdadera vocación era ayudar al prójimo cuando empezó a llenar de alegría a niños que estaban en familias desestructuradas. Fue en aquel momento cuando se hizo monja y tomó el nombre de Sor Maripaul. “En la Congregación me propusieron estudiar Enfermería y, aunque yo siempre me vi más de maestra, porque yo veía sangre y me mareaba, conseguí sacarme la carrera”.
La Congregación le mandó a una cárcel a las afueras de París y allí estuvo 34 años ayudando a presos y a presas como enfermera. En el año 2000, la envían para el centro de acogida Nuestra Señora de Fátima de Fabero y aquí lleva 24 años dedicándose a ayudar a mujeres maltratadas. “Yo estaba completamente desfasada con el español cuando llegué a aquí pero sobre todo a nivel social porque yo venía de vacaciones pero yo no me enteraba de lo que pasaba en España. Siempre he vivido muy presente donde estoy”.
“El maltratador y la mujer maltratada son en realidad la misma persona”
Maripaul cuenta que pasó de “tratar al maltratador en la cárcel a tratar a mujeres maltratadas y me di cuenta de que en realidad es la misma persona. Todos en nuestro ser llevamos una parte buena y otra mala. Hay muy poca diferencia, el umbral de pasar de violento a violentado es casi común, hay muy poca diferencia”.
Esta riojana con alma ya berciana asegura que lo que más le costó cuando llegó a España fue adaptarse a los trámites pero, reconoce que “tuve muchísima suerte y mucha acogida por parte del ayuntamiento, médicos, asesoría, abogados, jueces, servicios sociales, psicólogos”. Por otro lado, “no me costó nada adaptarme a lo que es la relación humana”.
La Casa de Acogida de Fabero
Se fundó en el año 1986 cuando todavía no existía la Red de Asistencia a la Mujer Víctima de Violencia de Género. Esta Congregación fue pionera y tuvo mucho apoyo de Cáritas. Antes de ser casa de acogida fue un colegio de Primaria pero cuando se desarrollaron más colegios se quedó obsoleta y pasó a ser una residencia de estudiantes para las chicas que venían de los pueblos del Bierzo y que tenían la beca del Miner. Después, se convirtió en el centro de acogida que en aquella época “era para mujeres necesitadas que estaban en la calle, que las habían echado, que son maltratadas al fin y al cabo, pero en ese momento todavía no existía el Ministerio de Igualdad”, cuenta Maripaul.
A día de hoy, su labor se centra en “acoger a las mujeres, contestar a sus preguntas y acompañarlas en el proceso porque salen de una situación de violencia y algunas viven cosas que superan la ficción. Aquí duermen actualmente siete mujeres maltratadas, algunas con hijos, con o sin sentencia, porque algunas tienen tanto miedo que no se atreven ni a denunciar. Las ponemos en confianza, les abrimos el abanico de todas las posibilidades que van a tener, algunas las tendrán y otras no pero trabajamos con ellas según sus deseos. Hay gente que no ha sabido lo que es ser querido. Nosotras les ayudamos al empadronamiento, a buscar trabajo, médicos”. Sin embargo, esta religiosa asegura que “estas mujeres también tienen que poner de su parte”.
En el centro de acogida trabajan cinco personas pero solo duermen en el centro las religiosas que son como Maripaul y otra persona más. “La estancia estipulada es de 6 meses con posibilidad de prórroga. Hubo un caso de una mujer que estuvo dos años porque si vienen es para encontrar una solución y salvo que rompas el compromiso, no vamos a expulsar a nadie, sin embargo, hay un mínimo de normas y ellas las firman antes de entrar”. Maripaul cuenta que “nos han venido mujeres drogadas o etílicas y también hemos tenido mujeres peleándose con un cuchillo en la cocina”.
En una ocasión, tuvieron que echar a una mujer que estaba “generando miedo entre las demás mujeres”. “Estuvo aquí cuatro días y llegó un punto que tuve que cerrar el piso en el que se concentran las habitaciones para que no pudiese entrar. Llamé a la asociación que nos la había mandado y dije lo siento pero aquí hay un problema y esta mujer se va por donde viene porque no puedes poner en peligro a la gente”. No obstante “son cosas puntuales que han pasado a lo largo de 24 años y esto no es reciente ni mucho menos”.
“Lo que más me ha llenado es ver que lo que doy llega al corazón”
Esta riojana que lleva ayudando a los demás toda su vida señala que “lo que me ha llenado más en mi vida es ver que lo que estoy dando llega al corazón del ser humano. La mayor alegría actualmente es cuando veo que una mujer puede emprender vida y te cogen la mano. En la cárcel fue lo mismo, mi alegría con hombres y con mujeres era ser un granito de alegría al menos un día”.
Como consejo, Maripaul recomienda que la gente “explore su interior, que no se vean siempre lo malo, que vean lo bueno, que luchen por lo bueno porque lo malo quizás quede en el corazón pero si desarrollas lo bueno quedará menos, lo bueno no hace ruido, lo malo demasiado”.
Ahora, Maripaul se va del Bierzo definitivamente porque vuelve a Francia, donde le han nombrado para otro servicio. Esta religiosa seguirá tendiendo su mano allá donde vaya pero en el Bierzo quedará su huella para siempre.
Premios Mujer 2024
El Ayuntamiento de Fabero, con la alcaldesa Mari Paz Martínez al frente, ha propuesto a esta riojana como nominada a los Premios Mujer 2024 que organiza El Bierzo Digital. Estos premios buscan reconocer y galardonar la encomiable labor de todas las mujeres y, especialmente, de las de nuestra comarca. Es la cuarta vez que el Ayuntamiento de Fabero apoya esta iniciativa y en años anteriores pudimos conocer las historias de Paula Belenda, Gumersinda Cadenas, y las mujeres del carbón.
Marie Paul, te deseo lo mejor, te echaremos de menos.