Aumenta el cabreo ciudadano contra la clase política. La convocatoria de elecciones generales para el 10-N evidencia el fracaso de los actuales líderes políticos nacionales para dotar a España de un Gobierno estable. La irresponsabilidad es total porque el momento es muy delicado: las consecuencias de un Bréxit duro, la ya constatable desaceleración económica y la ralentización en la creación de empleo, el recrudecimiento de la crisis política catalana a la espera de la sentencia en octubre contra los políticos independentistas presos, la guerra comercial Estados Unidos-China, la desaceleración de países locomotora como Alemania o Italia, la ruina de Argentina, o, de ayer mismo, la quiebra del operador turístico británico que cada año traía a España a millones de turistas.
En este contexto, los irresponsables Sánchez (PSOE), Iglesias (Equo-Podemos), Rivera (Ciudadanos) y Casado (PP) se han conjurado para hacer creer al ciudadano medio que es el culpable del bloqueo político nacional y que la única solución es volver a votar. Demagogia total. El riesgo del 10-N es que los resultados sean, escaño arriba, escaño abajo, parecidos a los actuales, con lo que el bloqueo continuará; o que la abstención motivada por el cabreo ciudadano sea tan elevada que origine una revolución en el mapa político. En Inglaterra o en Italia ya saben por experiencia que las urnas las carga el diablo y que las previsiones no siempre se cumplen. Que Sánchez ponga sus barbas a remojar, por si acaso.
La decepción y la desafección creciente entre los ciudadanos, por otra parte, van a dar una oportunidad única e histórica a los partidos localistas. Ahí está, por ejemplo, el caso del cántabro Revilla y su partido regionalista. En las últimas elecciones generales de abril lograron un diputado nacional, lo que le ha dado visibilidad, notoriedad y, sobre todo, capacidad de influencia a nivel nacional. Y todo eso en beneficio de su terruño a costa de los Presupuestos Generales del Estado. Los canarios ya tienen mucha experiencia en este juego y siempre han vendido muy caro su apoyo al Gobierno de la nación de turno.
Visto lo visto, otros partidos localistas creen haber llegado su hora. A río revuelto, ganancia de pescadores. Y plataformas como “Teruel existe” o “Por Ávila” han decidido acudir a las elecciones generales del 10-N. En el antiguo Reino de León (Zamora, Salamanca y León), la UPL ha decidido hacer lo mismo. Los leonesistas, reunificados y con la moral alta por los resultados en las elecciones municipales y autónomas, han decidido presentarse a las elecciones generales del 10-N. No tienen nada que perder y sí mucho que ganar. Es un sueño, pero con visos de hacerse realidad. En las autonómicas, la UPL obtuvo en la provincia de León más de 27.000 votos. Dependiendo de la abstención, con 40.000/45.000 votos, la UPL podría tener escaño en Madrid. Dura remontada, pero no imposible.
La UPL debe capitalizar el cabreo ciudadano contra los grandes partidos políticos y explotar el ejemplo de los regionalistas cántabros. Si Revilla lo ha conseguido en Santander ¿por qué no lo va a conseguir la UPL en León? Ya sabe lo que tiene que hacer la UPL: invitar a Revilla a dar un mitin en León. Arrasaría.
Ya sólo faltaría que los de Errejón (Más Madrid/Más España) vengan a la provincia a conformar la candidatura de Mas León. Dado el lío entre Podemos, el PSOE y el concejal solitario Pastrana, Más León sería el justo castigo al cisma de la izquierda.