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¿Quién podrá decir que ha ganado tras el 28-M?

Como este 23 de abril pasado, y también después de una sequía, el 23 de abril de 1521 llovió con ganas en el camino entre Torrelobatón y Toro. Aparte de cierta descoordinación fue lo peor que le pudo pasar al ejército comunero: la caballería real atacó, a pesar del barro, lo que fue imposible para la infantería y los cañones de las milicias castellanas, que no pudieron hacer nada en el puente Fierro de Villalar. Castilla se tuvo que plegar a las exigencias del primer rey de la dinastía de los Austrias, el emperador Carlos V. Ya se sabe, el Día de Castilla y León lo recuerda, aunque poco. El 23 de abril luce más como Sant Jordi catalán o como Día del Libro, aparte de que también es la fiesta de Aragón. Este año ni aparece como día festivo y el vicepresidente de la comunidad lo ha llamado “aquelarre de extrema izquierda”. Político que necesita significarse, símbolo o asunto común destrozado. Tiene razón Marty Baron, el exdirector del The Washington Post, cuando dice que ya no nos ponemos de acuerdo ni en los hechos, que la gente se ha acostumbrado a creer a pies juntillas lo que refuerza sus opiniones, por muy disparatado que sea, y rechaza lo que no se ajusta a sus creencias. Y los políticos se dedican con ahínco a reforzarlo.

Divide, aunque no venzas

Pedro Sánchez agradecía que el PP le ayudara a sacar adelante la reforma del Solo sí es sí diciendo que es un partido que “da vergüenza ajena”. El coordinador del PP, Elías Bendodo, hablaba del “pájaro” del presidente del Gobierno, a propósito de Doñana. Pablo Iglesias analizaba finamente las respuestas de Yolanda Díaz en la entrevista de Jordi Évole como “ensalada de hostias”. Con la excepción de Feijóo, entre mesurado y plano (¿cuánto le durará?), los dirigentes políticos se han convertido en unos tuiteros barriobajeros. ¿Movilizan así a los electores que necesitan ante la dispersión del voto porque son incapaces de pactar unas candidaturas o un programa común?

 

Día de Castilla y León en Villalar de los Comuneros. / ICAL

Los datos

El 28-M habrá al menos 14 papeletas distintas con candidaturas a la izquierda del PSOE. En 10 de las 12 CCAA con elecciones Podemos e IU van juntos, pero compiten con grupos similares en todas, grupos que han dicho que quieren unirse al Sumar de Yolanda Díaz, pero ahora van separados en múltiples combinaciones. Hay hasta cuatro papeletas distintas de izquierda-izquierda en varias comunidades y ayuntamientos.

Porque esa es una de las confusiones de estos días: de la que más se habla, la vicepresidenta Díaz, no se presenta a estas elecciones con la plataforma que está organizando. Y ese será uno de los grandes asuntos a tener en cuenta: la negociación entre ellos para las generales depende de cómo quede Podemos. Además, el PSOE se ha puesto a competir con ellos haciendo propuestas similares: deja el centro por imposible y compite con los de su izquierda. Busca jóvenes y pensionistas.

El otro trampantojo de estos días es que se mezclan las encuestas del 28-M y las de las generales. Añade confusión y una encuesta ahora para las generales no tiene ningún valor, precisamente porque el principal dato para los próximos meses depende de cómo quede el mapa el 28-M.

En la derecha, el PP intenta que Ciudadanos –moribundo– y Vox –resistente– no le arruinen el resultado. Porque ojo a la doble lectura.

¿Ganar o gobernar?

La noche del 28-M habrá unos resultados que pueden resultar equívocos. Se mirará quién tiene más votos y quién consigue mantener o recuperar el gobierno de tal o cual ayuntamiento o comunidad. Pero, donde no haya una mayoría clara, al cabo de un tiempo se verá a quién le dan el gobierno los pactos, con lo que se le puede congelar la sonrisa a más de uno. Muchos votos a Podemos y otros de la izquierda, o a Ciudadanos o Vox, si no llegan al porcentaje necesario para conseguir escaño conseguirán además cambiar el reparto entre los demás de forma difícil de predecir. Según las encuestas, la alcaldía de Sevilla puede depender de 5.000 votos. Por cierto, en Andalucía las elecciones coinciden con el Rocío: más de un millón de personas en danza ese día. También pueden ser determinantes, por escaño o por votos desperdiciados, candidaturas locales, como por ejemplo Aragón Existe.

Muchas miradas están puestas en lo que pase en Barcelona, Sevilla (la única grande en manos del PSOE ahora), Valencia o, claro, Madrid. El PSOE sueña con la capital catalana. El PP aspira a conseguir una docena.

En comunidades, sobre todo están dudosos los resultados en La Rioja, Aragón, Extremadura, quizá Canarias y Baleares y, muy particularmente, hay fijación con la Comunidad Valenciana. En Madrid la incógnita es si Díaz Ayuso redondea su mayoría o se queda como ha estado, dependiendo de Vox.

¿Y de las generales?

El PSOE se juega más poder porque el PP tuvo pocos votos en las anteriores y sus principales comunidades no tienen elecciones ahora. En el 28-M influyen multitud de factores locales y personales de los candidatos. Por ejemplo el leonesismo retórico del alcalde de León. O la medida rebeldía del manchego García-Page. Pero, pensando en las elecciones generales, el resultado global dará una idea de si hay pulsión por el cambio o Pedro Sánchez resiste y Feijóo tiene que revisar su estrategia.

 

Ángel M. Alonso Jarrín

@AngelM­_ALONSO

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