PREMIOS MUJER 2024

Prohibida la música callejera

Ha llegado el día. Podría haber sido antes, bastante antes, pero ha llegado el día

Ha llegado el día. Podría haber sido antes, bastante antes, pero ha llegado el día. Además de la bandera de la Ponferradina que nos hace soñar con el ascenso a primera, vamos a tener que colgar, desde ya, en las ventanas de cada una de nuestras viviendas, la máxima urbana que prohíbe prohibir. Prohibido Prohibir. La más nueva, es la que amparándose en la contaminación acústica, quiere poner vallas al campo, o lo que es lo mismo silenciadores a los instrumentos musicales. ¡Manda clarines, trompetas, trombones, flautas y bemoles!. Con la impresionante lista de problemas serios que hay en cualquier lugar del país, y de cada ayuntamiento, de cada región, comarca y provincia, se sacan de la manga esta ocurrencia que ya practican en el Ayuntamiento de Madrid, por decreto municipal, de alguien que le debe dar mucho a la “Botella”.

Allí donde se cruzan los caminos, donde el mar no se puede concebir, donde regresa siempre el fugitivo…pongamos… que no dejan tocar sin autorización. Queda fatal el cambio de letra y música ¿verdad?. Pues igual de mal que impedir tocar sin un permiso especial que se otorgará, si  las audiciones son de calidad. Si los músicos no tienen ese permiso, la Policía Municipal podrá incluso incautar el instrumento. “se trata de regular el derecho al descanso” -dicen las autoridades madrileñas-. ¡A ver si ponen en León y en Madrid el mismo empeño velando por ese “derecho al descanso” con la contaminación acústica de las obras públicas, los establecimientos nocturnos que cierran sus puertas más tarde de los permitido, los camiones de la basura, etc…etc…etc.

La Aurora, de Federico García Lorca, me asalta las ideas. Música ignorada como la luz del sol, por alguna gente que se va deshumanizando a consecuencia de la oscuridad y la avaricia. La música ¿por qué la música?.Oigo desde mi casa, cada tarde de sábado, ensayar a las bandas de la Semana Santa Ponferradina, con su sonido desgarrador anunciando lo que todos sabemos. Es el mismo sonido, el de cada año, y cada sábado me dicen algo nuevo. Si no las escuchara, me extrañaría, las echaría en falta. ¡Qué sería del Nazareno sin los clarines y tambores!.Qué sería de nosotros sin amanecer, sin música, sin buena literatura, sin cine, sin naturaleza, sin niños gritando en los colegios. ¿Se imaginan en las casas próximas a los centros escolares, de cada ciudad cobrar a cada padre de cada niño, por los gritos durante el recreo?.Mejor no dar ideas.

No voy a caer en discurso demagógico para tumbar todas las medidas de esos “reales decretos musicales” para corregir el ruido público. Sí soy partidaria de regularlos en determinadas calles y plazas de lugares grandes, donde los vecinos, soportan un nivel de decibelios imposible, especialmente de noche pero eso en Ponferrada o en León, no ocurre. ¿Cuántos músicos hay por la calle tocando?. ¿Seis, ocho, diez? Compararlo es como poner al mismo nivel “Paquito el Chocolatero” con el “Nessum Dorma”. ¿Y qué pensarán los músicos que están ahora mismo en grandes escenarios, y que comenzaron tocando por todos los rincones de ciudades hasta darse a conocer?.

Está claro que Lorca en Madrid, León y cualquier otro sitio donde no se deje tocar en la calle, o se cobre por ello, se volvería a morir. Yo no quiero ser responsable de que se vuelva a morir. ¡¡Viva la música, viva, viva y viva!!. Y los que van a tener que visitar al psiquiatra, en vez de los pájaros de Antonio Flores y Joaquín Sabina, van a ser los que toman esas decisiones, tan sesudas, que nos dejan a todos atónitos. No estaría de más recordar a los ejecutorios de esas medidas que el arte de dirigir, incluso un ayuntamiento, consiste en saber cuando hay que abandonar la batuta para no molestar a la orquesta. Lo dijo alguien con autoridad musical y moral, Herbert Von Karajan.