Leyendo “De vivos es nuestro juego” (2015, Editorial Ruleta Rusa), nos reafirmamos en la utilidad de la poesía, frente a la ignominia de la conciencia adormilada en estos tiempos de
barbarie, contra quienes nos quieren tristes y pretenden someternos mediante lazos, invisibles, inconscientes; vínculos soterrados que evidencia y denuncia la voz cerceta y valiente
de un poeta luchador como Conrado Santamaría (Haro, 1962), con palabras caminando de frente y alentándonos a no rendir pontazgo:
Yo me niego a mirar
a donde miran todos apretados
contra el pretil unívoco de la muerte
Las estelas de una vida que vemos que se nos escapa, como la necesidad irrealizada de vivir y tomar partido, las direcciones únicas, las víctimas por el camino, la desmemoria o la sumisión; no encontramos, en este libro contundente, unas imágenes poéticas que no nos sugieran un pesimismo vital, quizás solo en lo insuperable de a condición humana (la muerte), ni tampoco hallaremos en “De vivos es nuestro juego” ni rastro de esa poesía florida, que deshace sus pétalos en imágenes para el mero disfrute estético. Conrado Santamaría denuncia la razón infame, se preocupa por el valor de las palabras y por su capacidad para rebullir algo dentro de nosotros;
Éramos carne de procesión.
Aquellos tiempos
de verbenas y capitulaciones.
No sé si os acordáis.
En la primera parte del libro, los poemas tratan sobre la cruda realidad de nuestro país, la de la gente corriente que ha sufrido desahucios, bancarrotas, estafas, encierros, denunciando también a aquellos que se olvidaban y permanecían tranquilos; por no hablar del enemigo, identificado mediante el “púrpura antifaz de la impostura”, ya desde el poema inicial, titulado “A veces uno piensa”:
A veces uno piensa,
y se deshace
la carne de temor con su harapienta
mortaja de silencio,
la ceniza sin fe,
el templo de la muerte y sus cimientos.
Inicia la segunda parte con “Poética”, que José Antonio Cerdán titularía como “Ética” por la posición del poeta riojano: “No llames y abre/ la cancela del miedo/ hasta darte alcance”, que se atrinchera en la lucha contra el miedo, la ignominia y la parálisis, pese al cansancio y los palos y las trampas, y sigue frente al “aguijón del tiempo”: “sigo y sigo una vida/ una historia/ horadando/ abriendo cauce brecha erosionando”, nos dice en los versos de “Aunque cansado”. Conrado Santamaría es un poeta necesario por su valentía, porque nos inquieta la conciencia adormilada y, después de leer este libro, nos quedamos con la sensación de que somos un poquito más fuertes contra quienes nos quieren tristes y postrados, pues gritamos NO, y sonreímos porque sabemos que la lucha, la contienda por nuestra vida y por la de quienes nos importan, no es fácil pero sí irrenunciable. Y para continuar la lucha, estos versos nos proponen no abandonar los sueños, y también nos piden que nos comprometamos con nosotros mismos:
Tantos años y un día tu condena
de huida tras huida tras huida
dime dime el amor la vida el tiempo
si no nos obligamos qué seremos.
La tercera parte del poemario agrupa distintos homenajes: Fermín Salvochea, pensador anarquista que fue alcalde de Cádiz; Bertolt Brecht y César Vallejo; Samba Martine, inmigrante muerta en el CIE de Aluche, víctima de otro crimen legal; rescatando de la desmemoria a las mujeres desoladas por la guerra y el narcotráfico, las víctimas de Juárez (en un poema que dice: no es el azar/ ni el destino o la noche quien toca la campana/ para que la muerte inicie/ o acabe su desfile); siendo fecundado en los versos de “Orquídea salvaje”, que Conrado Santamaría dedica a su compañera Amalia, en quien encuentra una inspiración para emprender una búsqueda por las veredas, otros horizontes que le encienden por dentro al poeta.
Concluye “De vivos es nuestro juego”, un libro que recomendamos por distintos motivos, entre ellos que nos llame al combate y nos aliente a afrontar con entereza el futuro, con la determinación de alguien como Conrado Santamaría, quien se ha comprometido a obligarse a sí mismo y a no dejarse arrastrar, asiéndose a la fuerza del amor y la vida, lanzándonos sugerentes propuestas:
busquemos otro fuego que caliente por dentro
otro valle más fértil,
otro arrimo más amplio y sin negocio.