La historia de Silvia Marrao es la historia de una madrileña que se aficionó a la viticultura en Italia y se enamoró de las viñas en el Bierzo. Graduada en Agronómos, durante su Erasmus en tierras italianas cursó su primera asignatura de Enología, que luego refrendó con un máster en Enología y Viticultura a su regreso a España.
Tras varios años conociendo las vendimias de nuestro país y de otras zonas de Europa, su paso por el Bierzo en 2009 la llevó a San Pedro de Olleros, en el municipio de Vega de Espinareda, donde saltó la chispa: “Me quedé maravillada por la zona y me sorprendió que no hubiera nadie elaborando vino profesionalmente, la gente o lo hacía en casa o vendía la uva a cooperativas”.
Su trabajo la llevó después a las Rías Baixas, pero las alturas de la comarca berciana ya se habían hecho un hueco en su corazón y en su cabeza, así que “cuando decidí ponerme por mi cuenta y empezar un proyecto me puse en contacto con gente de aquí y vi que se estaba abandonando mucho viñedo por falta de relevo generacional. Ese fue el punto de inflexión, me fui de Rías Baixas y me instalé aquí en 2017”.
Silvia comenzó poco a poco su aventura, arrendando alrededor de una hectárea y media de viñedo y con una bodega de alquiler para sacar adelante la primera añada del Banzao Vino de Villa, “unas 3.500 botellas para hacer prospección y ver qué tal iba”. La pandemia se cruzó en su camino justo cuando empezó a sacar su vino a la venta, pero eso no le paró los pies y, tras montar su propia bodega junto a la ermita de San Pedro de Olleros, siguió ampliando sus viñas y su producción.
Actualmente, Bodega Banzao cuenta con cerca de cuatro hectáreas de viñedo gracias a la buena disposición de los propietarios de San Pedro de Olleros, que “se han portado muy bien y ellos mismos venían a ofrecerme viñas”. Este crecimiento también supone más variedades de vino, que abarcan desde la Mencía a la Doña Blanca pasando por el Godello, con especial interés por los vinos de paraje: “La nueva clasificación de la Denominación de Origen me vino como anillo al dedo, porque yo ya elaboraba así y fue muy fácil adaptarme”.
En total, Silvia elabora “de forma constante” cuatro vinos de paraje (Eras La Ermita, Almorelle, Lama de Quintá y Penedón), un mencía y un godello “más algunas cosas especiales: un dulce de palomino fino que hacemos cuando el año se porta bien, un clarete con mencía y palomino fino o una edición especial de 2017 con una barrica que no entró en el primer vino y que ha evolucionado muy bien”, sin olvidar pequeñas producciones de otros parajes.
Recuperación de viñedos
Tras seis años en San Pedro de Olleros, Silvia quiere seguir dando pasos adelante en su proyecto de recuperación de viñedos, pero sin precipitarse: “Es un proyecto lento porque el vino requiere tiempo y para recuperar la planta también necesitas dos o tres años. Vamos creciendo al ritmo que marca la viña porque no quiero que se me vaya de madre. Además, al ir cerrando las viñas ya empiezo a ver la uva que siempre tuve y nunca recogí porque se la comían los jabalís, y estamos hablando de cerca de 6.000 kilos”.
Estar dentro de la Reserva de la Biosfera de los Ancares Leoneses también marca el estilo de la Bodega Banzao: “Intentamos trabajar en agroecología, integrando la planta en la biodiversidad de la zona e interviniendo lo mínimo posible para que el cultivo no repercuta en el terreno, evitando el uso de herbicidas o fitosanitarios”. En ese sentido, la ubicación de sus viñas le facilita la tarea “porque al estar en alto nos libramos de las nieblas del valle y eso hace que la uva requiera menos tratamientos contra los hongos”.
Con las enfermedades y los jabalís a raya, la principal preocupación de Silvia por el futuro pasa por los macroproyectos de energías renovables, que, de momento, no han tocado a San Pedro de Olleros: “De momento vamos librando y que no los haya, porque tampoco tengo fuerza como en otras zonas donde hay más bodegas. Aquí estoy sola y como venga un proyecto de esos me come viva, tendría que echar el cierre”.
Banzao
La pasión de Silvia por el Bierzo se ve reflejada también en el nombre de su bodega. Un banzao, explica, “es una pequeña represa que se hacía en las zonas altas de montaña para contener el agua y dedicarla al riego, al ganado e incluso al baño. Antiguamente se hacía con lo que llaman chapacuña, una mezcla de ramas, barro y piedras. Elegí el nombre porque se asemeja al ciclo de la vid, ya que las tormentas destruían el banzao, que luego tenían que volver a hacer, un poco como pasa con las viñas”.
Premios Mujer Bierzo 2023
El Ayuntamiento de Vega de Espinareda, con el alcalde Javier Salgado al frente, ha propuesto a esta viticultora de San Pedro de Olleros como nominada a los Premios Mujer Bierzo 2023 que organiza El Bierzo Digital. Estos premios buscan reconocer y galardonar a la encomiable labor de todas las mujeres y, especialmente, a las de nuestra comarca. Es la tercera vez que el Ayuntamiento de Vega de Espinareda apoya esta iniciativa y en años anteriores pudimos conocer las historias de Jovita y las pulperas de El Espino.
Eso sí es un buen ejemplo a seguir, persona preparada que emprende y restaura la tierra berciana.
Merecido premio!
Muchas ganas de probar ese vino.
Excelente labor la de Silvia y excelente vino con el que nos deleitamos!