Hace 22 años llegaba al Valle del carbón, de donde salía, la primera marcha minera que logró mover conciencias en el gobierno de España. Hoy hace 22 años, la minería del carbón se revolvía contra las pretensiones de cierre y regulaciones de empleo en la industria que fue responsable en gran medida del futuro próspero de esta tierra y que está asistiendo sin poder remediarlo, al drama de la despoblación en territorios como el nuestro que también ha parido mucha antracita.
Hace ya 22 años. Nos acordamos de la gesta los que tuvimos que contarla, ustedes que la escucharon, pero sobre todo, los que la protagonizaron, mineros hasta las trancas, que recorrieron por millares los 500 kilómetros entre Villaseca de Laciana y Madrid. Dieciocho etapas para llegar un frío día de marzo, frente al Ministerio de Industria. Fue el kilómetro cero de la más ejemplar lucha laboral, que dio paso a otras gestas, que siguieron la estela de la primera e irrepetible marcha negra.
Hoy 22 años después, lamentablemente se ha desandado el camino por culpa de intereses políticos y económicos y no por falta de carbón que lo tenemos, pero no hay quien ayude a seguir apostando por él.
Hoy el corazón de Guillermo Murias, Luciano Leiguarda, José Manuel Bruzos, Adolfo Bernardo, Manuel Lastra, Enrique Pancorbo, José Luis Lago y Alfredo García, tiene que latir con arritmia. 22 años que hoy se cumplen de la salida del mayor encierro laboral que se conoce. Enterrados con humedad, sin luz y en condiciones tremendamente duras que todos nos podemos imaginar, hacían fuerza desde dentro del Pozo Calderón.
Hoy me acuerdo de esa marcha, porque también marcó mi vida como periodista, la de David que se vio obligado a serlo, para ayudarme en las etapas, y la de mi compañero Diego Luis, que vibró conmigo contando lo que pasaba y en la salida del Pozo Calderón, aquel impresionante día de nevada copiosa, que impedía realizar con facilidad el trabajo de los reporteros, pero que llegó a un final feliz, y razonable, donde pocos perdieron. Han pasado 22 años desde entonces, y la realidad de 1992 no se puede extrapolar a la de ahora, tampoco serviría de mucho. Son realidades y situaciones diferentes. Ahora industrialmente también seguimos bastante mal y la incertidumbre de la minería es tan cierta como que negro es el color del mineral. Posiblemente, según las palabras de uno de esos protagonistas, en algo estamos peor: hay menos fuerza y menos capacidad de lucha en contra de las decisiones que puedan afectar a nuestros intereses. El pozo Calderón está hoy cerrado, y lo digo con nostalgia, la misa que sentimos recordando esa Marcha Negra, que seguirá siendo la Biblia de la reivindicación obrera, en la que convendría mirarse, más a menudo.