Familiares de fallecidos, supervivientes y sanitarios tomaron la palabra este miércoles en el parque del Plantío de Ponferrada para honrar la memoria de las víctimas de la COVID-19. Un acto sencillo pero emotivo sirvió para recordar los momentos más duros de la pandemia y lanzar un mensaje para mantenerse en guardia ante un virus que, como recordó Manuel Fernández Zanca, “sigue contagiando, sigue matando y sigue generando tristeza”.
El exprofesor y expolítico fue uno de los primeros contagiados que se registraron en el Bierzo el pasado mes de marzo, y recordó cómo durante su estancia en el hospital “el tiempo se detiene y te da tiempo para pensar. En mi caso, agradecí a la vida por haberme tratado muy bien y, en los peores momentos, no tuve miedo a morir, pero sí tristeza, porque dejaría de ver a mis seres queridos”. Zanca tuvo palabras de “profundo agradecimiento al personal sanitario y no sanitario del Hospital El Bierzo por el cariño y el cuidado que me dispensaron”.
Nazareth Maya, hija de Josefina Trujillo, una de las 133 personas fallecidas por COVID-19 en la comarca, señaló que este acto “sirve para dignificar la memoria de todos los que se han ido” y recordó el “hondo pesar de no haberles podido decir adiós”. Por eso, llamó a “asumir las medidas preventivas y ser prudentes para mantener la pandemia bajo control. Se lo debemos a los ausentes”. Nazareth afirmó que “no somos los mismos que hace cinco meses, pero debemos avanzar siendo más responsables, enseñando a los más jóvenes y protegiendo a los más vulnerables”.
La última en hablar fue la supervisora del Hospital El Bierzo, Marián Villafañe, en representación de los profesionales de la sanidad, “protagonista esenciales durante la pandemia a los que debemos el más profundo agradecimiento”, tal y como expresó el conductor del acto, Miguel Ángel Varela.
Villafañe remarcó que los sanitarios “vivimos una situación muy difícil como profesionales y como personas” y expresó su reconocimiento “a todos los equipos” por el trabajo realizado. “La palabra ‘positivo’ cambió su significado y dio lugar a incertidumbres. Lo único que sabíamos es que éramos sanitarios y debíamos cuidar” a pesar del “miedo y la ansiedad de los primeros días”. Recordó que muchos de sus compañeros “pasaron de cuidadores a pacientes y muchos tuvimos que renunciar a nuestros contactos familiares. Todos fuimos víctimas, pero seguimos trabajando, porque es lo que se espera de nosotros, y nos convertimos en intermediarios del dolor, de la esperanza, de la vida y de la muerte”.
La sanitaria agradeció la “colaboración y comprensión” de las familias, así como “la colaboración de empresas y particulares anónimos que contribuyeron a dotar de material de protección a los profesionales”.
Por último, pidió que los aplausos del confinamiento se conviertan ahora en “responsabilidad ciudadana para que el virus no vuelva a golpear tan duramente. Comprender la gravedad de la situación es la mejor de las vacunas y cada alta es una victoria de toda la sociedad”.
Una placa y un olivo
El acto de homenaje comenzó con el himno ‘Amazing Grace’ interpretado por el gaitero Juanjo Álvarez, de los Templarios del Oza, y se cerró con una pieza de danza contemporánea interpretada por la bailarina Raquel López Lobato y la música de la ‘Sarabanda’ de la ‘Suite Nº3 para violonchelo solo en Do mayor” de Bach, ejecutada por Laura Núñez. Posteriormente, se descubrió una placa con versos del poema ‘Elogio de la palabra’, de Juan Carlos Mestre, que junto a un olivo serán el elemento vivo del recuerdo a las víctimas de la pandemia.
Pobres fallecidos, Ni una pobre misa…