Óscar Sielva cumplió el pasado viernes ante el Mirandés cien partidos vistiendo la camiseta de la Ponferradina, una cifra redonda que celebró con el gol de la victoria ante el equipo rojillo y tres puntos que permiten a la Deportiva estar más cerca del objetivo de la salvación y seguir soñando con la disputa del playoff de ascenso a Primera División.
Pero la carrera de Sielva no siempre ha sido tan de color de rosa. El centrocampista catalán ha vivido altibajos desde que empezó a despuntar en la cantera del Espanyol hasta que, como él mismo reconoce “he conseguido la madurez que se requiere en el fútbol con casi 30 años, pero nunca es tarde para madurar y aprender de lo vivido”.
Promesa perica
En 2008, con sólo 17 años, Sielva debutó en Primera con la camiseta del Espanyol al tiempo que se convertía en internacional con la Selección sub-19, pero una lesión en la clavícula cortó su progresión y, tras recuperarse, regresó al filial perico para no volver a disfrutar de la élite hasta casi diez años después.
Su carrera continuó con cesiones en el Cartagena, en Segunda División, vuelta al Espanyol B y una ‘peregrinación’ por Segunda B que le llevó a militar en el Atlético Malagueño, Olot y Marbella, con una temporada intermedia en el equipo sub-23 del Swansea galés.
En 2016 quiso echar el freno tras ser padre y comenzó la temporada en el Europa, de la Tercera catalana, pero a mitad de campaña se fue al Somozas, de Segunda B. De allí pasó al Rápido de Bouzas, donde la gran temporada de los vigueses, que se quedaron a las puertas de la fase de ascenso a Segunda, le puso en el punto de mira de la Ponferradina, que lo ficha en el verano de 2018 tras la llegada de Jon Pérez Bolo al banquillo de El Toralín.
Bolo, su gran valedor
Sielva reconoce que, cien partidos después, “soy yo el que tiene que estar agradecido a la Deportiva, porque son ellos los que apostaron por mí. Aquí me dieron la oportunidad de sentirme otra vez futbolista importante y muchísimo de ello se lo debo al entrenador”.
Resulta difícil no ver a Óscar Sielva como el mariscal de campo de Bolo sobre el césped, y el propio centrocampista reconoce que el técnico vasco le ha ayudado a reencontrar su mejor versión: “Estoy más libre de movimientos y de eso tiene mucha culpa el míster, que siempre dice que hay que llegar a zona de finalización”. Tanto ha llegado, que de momento es el máximo goleador de la Deportiva con media docena de tantos.
Así las cosas, el propio jugador asegura que “me atrevería a decir que estoy en el mejor momento de mi carrera. Este año es el que más estoy disfrutando del fútbol y no sé si tengo techo o no, pero estoy contento de cómo está saliendo la temporada a nivel colectivo e individual”.
Goles para el recuerdo
Óscar Sielva reconoce que el gol no es (o no era) una de sus principales características –“esta faceta no la había visto ni yo”, asegura entre risas–, pero cuando marca normalmente es para dejar huella.
Así lo hizo en su primera campaña en la Ponferradina, donde se apuntó el primer y el último gol del playoff que culminó con el ascenso a Segunda. Suyo fue el tanto que permitió a la Deportiva regresar viva de Cornellà y él marcó el tanto que rubricaba el ascenso ante el Hércules en El Toralín.
Aunque el año pasado se quedó en blanco, esta temporada ha marcado seis goles que son seis obras de arte: tres faltas directas ante el Rayo, Fuenlabrada y Logroñés; un cañonazo desde 30 metros contra el Leganés; una volea inapelable frente al Málaga y un cabezazo certero ante el Mirandés.
Compromiso inquebrantable
El buen hacer de Sielva con la camiseta de la Ponferradina le ha valido el interés de varios equipos con más caché que los bercianos, pero el de Olot ha demostrado con hechos su agradecimiento a la confianza que le dio de la Deportiva desde el primer momento y la pasada temporada no dudó a la hora de renovar su contrato hasta 2022: “Ya dije entonces que estaba encantado aquí y no quería escuchar nada ni descentrarme del camino. Tenía claro que quería realizar un gran año con la Deportiva y lo estamos consiguiendo”.
¿El secreto? “Hay muy buen grupo, vamos todos a una y el que entra desde el banquillo lo hace igual de bien que el que está dentro. Hemos creado una unión en el vestuario que es difícil que nada ni nadie la pueda romper y eso se demuestra en el campo. Con los pies en el suelo y humildad estamos realizando una gran temporada, pero hay que seguir, porque aún queda mucho por jugar”.