PREMIOS MUJER 2024

Optimismo inteligente

Siempre he pensado en mí como alguien realista con tendencia al optimismo, suelo ver el vaso medio lleno y espero que todo cambie para mejor, o si no ya me encargo yo de mejorarlo. No hay mal que cien años dure. En fin, una semana más y mis musas, con los primeros rayos de sol, han adelantado sus vacaciones de verano y no aparecen. Y yo, en mi optimismo sin exageraciones, esperaba pacientemente a que volviesen: “ya se me ocurrirá algo”. Pero claro, según se me iba yendo el tiempo, la realidad, cabezona, se impone. Nada, ¿cómo seguir siendo optimista?

Lo mismo, pero mucho peor, muchísimo peor, se puede aplicar a la realidad que nos rodea. Crisis, crisis, crisis…¿Cuál es la palabra que más se pronuncia en España? Venga, por 25 pesetas, empieza por “cri” y acaba en “sis”. ¡Uy, se me escapó! Quería decir por 0,25€.

En fin, que puede ser muy sano ser optimista, lo dicen los psicólogos, parece ser que viven, vivimos, más y mejor. Pero cuando todo se empeña en darte en las narices del optimismo, ¿cómo perseverar en él?

Por si no fuésemos lo suficiente inteligentes y sensibles a lo que nos rodea, enciendes la tele y ¿qué oyes? Crisis. Gente hablando de la crisis, gente que grita sobre la crisis, opina sobre la crisis, expertos en crisis…por cierto, ¿expertos en crisis? ¿no sería mejor expertos en lo contrario a la crisis? Porque en ello ya estamos, necesitamos justo lo contrario.

Se me acaba de ocurrir mirar el significado de la palabrita (lo que hace el aburrimiento): “Crisis: situación de cambio o mutación (en lo que sea) ya sea para mejoría o empeoramiento”. ¡Para qué lo miraría! Ahora más preguntas: ¿por qué nadie decimos “crisis” cuando todo va de maravilla? Oye, pero para nada. Si la relación de pareja va mal: estamos en crisis. Cuando va mejorando: estamos saliendo de una crisis. Nunca decimos: estamos en crisis, mejorando.

Mejor lo dejo ahí, que estoy yéndome por las ramas, algo muy habitual en mí, ya que tengo la tendencia a perderme por entre las hojas. Será que con la vuelta del frío mis musas también regresan a casa.

Vuelvo al optimismo. Escucho a un psicólogo hablar sobre ello: las personas optimistas son más lúcidas, tienen mejor calidad de vida, que el optimismo aplicado al trabajo en una empresa, no sólo mejora el entorno laboral, sino que mejora los resultados de dicha empresa.

Ahora bien, la pregunta del millón, o varias preguntas: ¿cómo mantener el optimismo en tu trabajo cuando oyes que va a haber una “reestructuración de puestos de trabajo”? Que traducido quiere decir que se va a despedir gente, y tú tienes las mismas papeletas, sino más, que tus compañeros. ¿Cómo seguir con tu optimismo cuando enciendes la tele y suben las cifras del paro, cuando oyes que estamos peor que mal y no parece que se vaya a mejorar? Enciendes la radio y más de lo mismo, y encima unos cuantos “expertos” nos destripan lo mal que estamos, lo mal que lo hace el gobierno de turno, lo mal, lo mal, lo mal….¿Por qué no los contratan a ellos? Para que nos lleven por el camino de la nueva crisis, la de la mejoría. Eso estaría bien. ¡Qué agobio!

Por si no me había dado cuenta de toda la gente a mi alrededor que está pasándolo mal, muy mal, que no encuentra trabajo, incluidos familiares, ya están los “opinantes” para aclarármelo más, dejármelo más patente, grabármelo a fuego hasta en el alma.

Me entran ganas de decir: ya sé que tengo una herida abierta hasta el hueso, y que no se trata de que me mientas, pero ¿podemos hablar del tiempo un ratito mientras me hacen la cura, a ser posible un médico? No me digas que si ahora me duele, cuando me la desinfecten me va a doler más, y que tú lo harías así o asá, el médico es el que… ¿sabe? Llegados a este punto el optimismo se va con la primera gota de desinfectante.

Y ahora los psicólogos hablan de “optimismo inteligente”. ¿Qué es eso? ¿Hay un optimismo inteligente y otro tonto? Porque supongo que no se referirán a que cuando todo se desmorona a tu alrededor lo inteligente es verlo todo fantástico. ¿Que hay más de seis millones de parados? Genial, es una oportunidad de…de…de…nada no encuentro la palabra.

Frente a una visión trágica, bastante habitual en estos tiempos, lo que necesitamos, según otros expertos, es “ver los aspectos más saludable, adaptativos y creativos de las personas, incluso en circunstancias adversas”.

A mí, que no soy ninguna experta, me suena a eso tan viejo de: ¿para qué preocuparte por los problemas? Si tienen arreglo ya lo harán, si no lo tienen ¿para qué preocuparte? O lo del principio: no hay mal que cien años dure. ¿Sirve también para “no hay bien que cien años dure”?

Lo malo es lo de los cien años, ¿alguien espera vivirlos, o disfrutar como si tuviera treinta si llega a ellos?

Aún así, seamos optimistas, es más rentable. Somos más perseverantes, lo intentamos mil veces y, si no llegamos a donde queríamos, al menos iremos más lejos. Mientras que si eres pesimista cargarás, además de con lo que ya tienes, con una depresión, con una vida sin esperanza, carente de sentido.

Sé optimista…en la NASA los prefieren.