Cuando hablamos de tradición y de patrimonio, quizá no reparamos lo suficiente en la cadena de eslabones que hacen posible que lo histórico siga vivo en nuestro presente. Uno de esos eslabones es, en el Bierzo, Olvido Reguero, de Castropodame. Quiso el azar que sus padres le dieran tal nombre a una mujer que a día de hoy es memoria viva de su pueblo y de toda la comarca. Mucho de lo que nuestros ancestros nos legaron se ha mantenido gracias a ella, en particular en el vestir. Y es que Olvido cose y borda y enseña dichas labores, y de sus manos han salido decenas de vestidos y otras prendas tradicionales del Bierzo, y con su enseñanza y su saber hacer ese patrimonio se recuperado y mantenido.
Nació en Castropodame en 1945 “mes de las flores y de San Bernardino, que es el santo de nuestro pueblo”. Allí fue a la escuela y pasó la juventud, que rememora con el mejor tono. “En este pueblo siempre tuvimos alegría”, dice; y “los domingos siempre teníamos baile”, destaca. Sus dos hijos, Ana María y Miguel Ángel, nacieron en el pueblo, del que, por razones profesionales (no había teléfono y este era necesario para que su marido, constructor, pudiera contactar con clientes y almacenes) tuvieron que marcharse, por lo que se fueron a vivir a Bembibre. Aun así, pasaban las tardes de los sábados y los domingos en Castropodame, manteniendo la vida social allí.
En Bembibre abrió una tienda de decoración donde trabaja las flores secas. “Era muy bonita”, dice, y tuvo clientela tanto de Bembibre como de Ponferrada, “de todo el Bierzo”. Por toda la comarca, se pudieron ver sus ramos y centros de mesa. Cuando en la tienda, tenía una rato libre, se ponía a coser. Las mismas clientas que venían se sorprendían y le preguntaban “cómo se hace” eso, aquello, un bordado, o lo que fuera. Empezó a enseñarles y muchas mujeres de Bembibre y de los valles del Bierzo Alto “desde Brañuelas a los Tremores” venían a su tienda a aprender a coser.
Tras 25 años, con sus hijos estudiando fuera y luego en Santander, una vez se jubilaron ella y su marido, volvió a Castropodame a vivir y pudo ocuparse de atender a sus padres, algo que sigue llenándola de alegría al recordarlo.
Una vida con una mirada en los trajes y el vestir tradicional
Esto del manejo de la aguja le venía desde pequeña. Su madre y su tía bordaban y desde muy pequeñita empezó a coser. Su hermana “dibuja que es una maravilla” y a partir de esos dibujos iba haciendo Olvido algunos de sus bordados. En su casa siempre se tuvo a la vista los trajes regionales, su tía tenía un rodao “de hace muchísimos años”, aunque no sabían como reproducirlo (no tenían “el cortadillo” ni lo que se necesitaba para hacerlo). Un día, en León capital, vio una tienda de moda en la que terminó comprando de todo y a partir de aquello empezó a interesarse más por los vestidos tradicionales.
Por su cuenta, fue aprendiendo a elaborar trajes regionales y otras prendas. “No me enseñó nadie, lo hice yo a mi manera y a mi entender”, explica. Sacaban aquellos dibujos de mantos antiguos que estaban rotos o deteriorados y devolvían esos estampados a la vida “con mucho trabajo”.
Al poco de cerrar la tienda y volver a Castropodame, las mujeres de las Ampas la echaron de menos en Bembibre y fueron a buscarla. Era 2008 y tocaba la tradicional Bajada del Santo, que ocurre cada 7 años. “Había que hacerlo todo” y la convencieron, por lo que desde enero a junio estuvo yendo a las escuelas de Bembibre a hacer los trajes.
Con otras 15 mujeres a las que fue enseñando, consiguieron que para el 23 de junio hubiera “un montón de trajes que se habían hecho” para la procesión. “Trabajaron aquellas mujeres como locas” dice ahora Olvido. “Lucieron un cuanto”, recuerda 14 años después.
Si su aprendizaje del mundo del textil y de la moda fue el de una no profesional, con los trajes para la Salida del Santo comenzó otra labor, la de etnógrafa y conservadora del patrimonio, quizá sin darse cuenta. Para elaborar aquellos trajes, fueron mirando motivos, prendas y trajes de distintos lugares: Bembibre, Matachana, Calamocos, Onamio… recogían trajes y muestras y luego en base a aquellos diseños, devolvían la tradición a la vida en nuevas piezas que ellas cosían. Gracias a Olvido, a su quehacer y sus enseñanzas, hoy podemos disfrutar todavía de prendas que entroncan con las raíces culturales del Bierzo, con la tradición que se mantiene solamente cuando aparecen en la historia mujeres como ella.
Olvido señala que ha hecho trajes de muchísimas localidades. Reconoce que suelen ser parecidos, aunque su ojo experto los distingue, y que también hay diferencias en cuanto a, por ejemplo, el dinero de la familia que lo hizo: lo tradicional era estrenarlos en la boda y según el presupuesto tienen más o menos adornos.
Esas muestras de tantas localidades son un tesoro etnográfico que existe gracias a Olvido. Para aquella Salida del Santo, cada mujer elegía: “me gusta más la de ese pueblo”, pues hacemos esa muestras, recuerda de aquellos meses de frenesí costurero. Puntillas y abalorios de distintos pueblos fueron devueltos a la vida en base a lo que cada cual cogió según su parecer. Pero ahí no acabó la cosa.
Una vez la salida y entrada del Santo hubo pasado, en septiembre siguió la labor de Olvido para con el patrimonio de la comarca, en este caso el textil del traje y demás prendas. Las mujeres que se habían remangado para que aquella fiesta tan especial luciera como siempre pero mejor que nunca, no lo dejaron ahí y convencieron a Olvido para que sugiera enseñándoles a elaborar más cosas.
Fulares, mantillas, sábanas, toallas, punto canario… “un poco de todo”: enseñaba y aprendían a bordar y tejer como se ha hecho siempre, consiguiendo de esta mantera mantener viva la tradición y sus frutos, estos en forma de distintas prendas y complementos. Al año siguiente, además de en Bembibre, donde todavía sigue y seguirá cosiendo “mientras pueda”, empezó a enseñar en su pueblo, Castropodame.
Olvido dice que han hecho tantos trajes regionales (“¡hay montones!”) que se van centrando en otras cosas, como blusas, manteles, cortinas o mantillas españolas. Su labor de enseñanza en Bembibre y Castro la hace de forma totalmente altruista. Se siente “muy, muy satisfecha” con esto porque ese vestir tradicional “estaba perdido, lo que había estaba viejo, no se podía poner ya nada” y ahora hay mucho vestido nuevo hecho y estilo antiguo recuperado.
Menciona con cariño como prepararon unos trajes muy coloridos para el tradicional y antiquísimo ramo que se canta en Navidad en Castropodame y que se recuperó este año, 2022, tras dos de parón. Lamenta, eso sí, que poca gente joven se sume a este tipo de iniciativas, para ella algo tan vital y pleno desde que de pequeñita bordara, a la luz de los candiles, en la compañía de sus abuelas…
Tuvo “la suerte de criarme con mis abuelas y con mis padres”, dice Olvido. “¡La de cosas que se hablaban y se contaban en esa cocina nuestra!”, exclama. Ese quehacer con tiento de las tejedoras, que acompañan su labor con historias que son la crónica de un pueblo, vive todavía en la memoria de esta mujer de habilidosas manos y precisos recuerdos de Castropodame.
De muchas cosas no hay nada escrito (sí lo hay de cuando se llevaron una bellísima cruz de plata de Castropodame a Astorga -por seguridad, y que vuelve en el Corpus-, porque se encargó su padre, cuenta, de que constara en un papel dicho depósito). De esas vivencias de los pueblos, que no están escritas, solo queda el testimonio de las mujeres como Olvido, que guarda entre sus dedos de hilandera la memoria viva del Bierzo.Y así la guerra y la posguerra; y así “de cuando mataron aquí a Pachón, en San Bernardino”, cuenta; “de la francesada”, menta; “de los bailes”, sus grandes favoritos, en los que siempre era la primera.
Esas tradiciones, que a duras penas se mantienen, son parte del folklore de la comarca del Bierzo, tal y como son los vestidos. Afortunadamente en este caso de las prendas y complementos, en Castropodame ha habido quien del mejor de los modos, haciéndolos de nuevo, a salvaguardado la esencia del vestir tradicional de la zona.
Sobre su vida en el pueblo, dice que siempre echa una mano en las fiestas, sobre todo en lo relativo a vestir a la Virgen y adornar la iglesia, aportando su arte al pueblo. Y celebra tener memoria todavía y recordar todo aquello que retiene desde la niñez, aquellas historias que escuchaba y que con tanto cariño enjuaga de nuevo su voz ya de anciana para que no se pierdan.
Y en ese otro prodigio de la memoria colectiva del Bierzo que son sus cajones, Olvido tiene bordados y trajes regionales de prácticamente toda la comarca: Villaverde, San Miguel, Almázcara, Onamio, Toreno, Villafranca… enumera y señala en el muestrario de historia y cultura que es su casa. Mandiles, cojines, pañuelos de arras; caminos de mesa lagartera, pañuelos collares; cosas que hizo porque vinieron a verla gentes que le enseñaron, dice, “lo poco que yo sé”.
Y este es el resultado: haber sacado de lo antiguo que había en todos los pueblos las muestras de la tradición textil de cada zona; haberlas recuperado para el presente; dotarlas de una vida más para engancharlas al futuro: tal es la incalculable labor de una mujer imprescindible, que el azar quiso que paradójicamente se llamara Olvido. Y en el remanso de paz que es su hogar en Castropodame, esta mujer nos muestra el testimonio de una vida dedicada a proteger y salvaguardar lo nuestro, la tradición hecha prenda, el patrimonio histórico textil del Bierzo.
Premios Mujer Bierzo 2022
El Ayuntamiento de Castropodame, presidido por Josefa Álvarez Fernández, ha propuesto a esta berciana como nominada a los Premios Mujer Bierzo 2022 que organiza El Bierzo Digital. Estos premios buscan reconocer y galardonar la encomiable labor de todas las mujeres y, especialmente, a las de nuestra comarca.
Puede conocer al resto de nominadas en la sección de reportajes de las candidatas a los Premios Mujer Bierzo 2022 de El Bierzo Digital. También puedes conocer a la candidata de Castropodame de la pasada edición en este enlace.
Enhorabuena Olvido, te mereces este reconocimiento.
Un más que merecido reconocimiento, Olvido. Abrazos.
Mi más enhorabuena. Eres todo un símbolo del Bierzo