PREMIOS MUJER 2024

“Oímos un crujido gigante… entonces cayo todo, saltó por los aires”

Lucía Fernández y  Adrián Guerra disfrutaban de la actuación de Rels B cuando el Paseo de las Avenidas del Naútico de Vigo se vino abajo, en medio de los gritos de los asistentes y dando lugar a otro escenario, este, terrible

Violeta R. Oria / Quinito Era el último día del festival de O Marisquiño en Vigo. El rapero Rels B había tocado un solo tema cuando, al inicio de segundo, los bercianos Lucía Fernández y  Adrián Guerra oyeron un crujido “gigante”  que les hizo volver la cabeza para ver cómo la gente se apartaba rápida, violentamente, de una zona del Paseo das Avenidas del Náutico, la del muelle de madera. “Lo primero que pensé fue que se había iniciado una pelea”, explica Lucía. Ellos habían observado el concierto anterior precisamente desde el pantalán pero decidieron acercarse al escenario, a una zona de escaleras de hormigón, para grabar a Rels B.

Un segundo después, “cayó todo, saltó por los aires” y los jóvenes bercianos fueron conscientes de que el paseo se estaba viniendo abajo, indica Adrián, que narra cómo el derrumbe se tragó un puesto de camisetas y cómo la gente se agarraba a las barandillas del otro extremo de la zona caída. “Pensé que iban a caer también pero la barandilla aguantó”, apostilla. Otra amiga berciana, en la zona del suceso, les contó al día siguiente que creyó que se trataba de un terremoto.

Después llegó el caos, mientras Rels B pedía a la gente calma por los micrófonos. Entonces comenzó lo más ‘dantesco’: gente que salía del ‘agujero’ por su propio pie, heridos que necesitaban ayuda, personas nadando en el fondo, otras atrapadas… y algo que les impresionó, sangre en el suelo. “Vi cómo cinco personas sacaron un contenedor del fondo porque había gente atrapada debajo”, explica Adrián, que ayudó a dos chicos hasta que llegaron los servicios de emergencia.

“La gente se portó muy bien, desalojó muy rápido, se hizo un pasillo y los servicios de emergencia tardaron muy poco en actuar”, recuerda Lucía, que puntualiza que su temor era que, una vez sucedido el derrumbe, hubiera una avalancha humana.

Según se iban retirando para dejar paso, fueron conscientes de los llantos y los gritos de aquellos que necesitaban ayuda o estaban heridos de consideración. “Una amiga de Vigo vio a dos chicos llorando: uno tenía la espalda destrozada, se la habían destrozado las tablas de madera”, con cuenta la joven berciana, que en cuanto estuvo a salvó llamó a su hermano, también en el festival, preocupada. “Tampoco le paso nada”, explica. Después hubo un colapso general de las líneas telefónicas y del Whasapp. “Empezaron a llegar padres de chicos de Vigo que estaban en el festival. Me impresionaron los gritos de las madres”, indica Lucía. Y es que muchos de los asistentes eran menores de edad, chicos y chicas a quien sus padres, precisamente por tratarse de un festival al aire libre en pleno verano y en la ciudad, les habían dado permiso para asistir.

Cuando Adrián y Lucía consiguieron contactar con sus padres se fueron a casa y llamaron a los amigos de Ponferrada que sabían que también habían asistido al festival. Estaban bien, si bien otros jóvenes de la comarca resultaron heridos leves.  

Todavía no se explican lo ocurrido. “La zona de madera parecía segura, no era como esos muelles que ves agua entre las tablas, había hormigón”, nos cuentan, ya recuperados del susto, en la terraza de ‘La Rosa Negra’ de la Rosaleda de Ponferrada. En la retina aún tienen la imagen de un chico en silla de ruedas que pasaba ante ellos, saliendo de la zona del muelle de madera unos minutos antes del derrumbe. “No quiero ni pensar lo que le pudiera haber pasado de quedarse cinco minutos más”, afirma Lucía.