Llegó el día que se venía barruntando desde hace meses. El vicario general de la diócesis de Astorga, Marcos Lobato, ha pedido formalmente su jubilación al nuevo obispo Juan Antonio Menéndez. Prelado de honor de su Santidad y por lo tanto con derecho a dirigirse a él como monseñor y usar los atributos de obispo sin diócesis. Se pondrá fin así a más de treinta años como vicario general de la diócesis de Astorga. Con anterioridad tuvo, entre otras responsabilidades, las de formador de los seminarios de la ciudad y de La Bañeza, y la de sacerdote en Ponferrada.
Don Marcos, como muchos le llaman con cariño, ha sido el bastón en el que obispos como Briva y Lorenzo se apoyaron en sus últimos momentos. Fue el árbitro y tutor de toda la diócesis en los periodos sin mitrado. Discreto, reservado y no por ello falto de cariño y amalidad ha sido y es ejemplo de servicio a la Iglesia y a su gran parroquia.Su primer cargo en la diócesis fue el de atender varias parroquias en la zona orensana en la que dejó docenas de amigos que aún hoy conserva. Su salud se venía notando en estos últimos meses mermada. No hay otro motivo que la edad y la naturalidad del paso del tiempo en este paso dado.