La moción es un instrumento político absolutamente inútil del que vienen abusando todas las fuerzas políticas en todas las instituciones leonesas desde hace años. En muchos casos sólo se usa como arma arrojadiza contra el rival. Y, en la mayoría, como un clásico postureo para quedar bien ante la opinión pública en determinados momentos. Por ejemplo, en el Pleno de la Diputación de la pasada semana, PSOE y UPL aprobaron una moción en contra del anunciado plan de la Junta (PP y Ciudadanos) para cerrar o reestructurar los consultorios médicos en el mundo rural. Tras un debate acalorado fue aprobada. Bien ¿y ahora qué? Las competencias de la sanidad en el mundo rural son de la Junta de Castilla y León y todo lo referido a su funcionamiento, regulación y normativa se debate en las Cortes de Castilla y León, donde, por cierto, están representados el PSOE y la UPL. ¿Qué va a pasar con la moción aprobada por la Diputación?, ¿va a ir el presidente a llevarla en mano al despacho de la consejera de Sanidad y a encerrarse en el vestíbulo si no se tiene en cuenta la voz de la Diputación de León?.
Matías Llorente, veterano y camaleónico político leonés de izquierdas, hoy en la UPL y con más años en la Diputación que Matusalén, lo viene diciendo bien claro: estas mociones no pasan de Puente Villarente, son un mero brindis al sol, sin mayor trascendencia que copar titulares de la prensa amiga conveniada y poco más. Este tipo de mociones servirían para algo si no fueran sólo una mera declaración de intenciones. Más que una moción a lo mejor habría que movilizar a estos pequeños pueblos contra la Junta, liderados por los alcaldes y concejales del PSOE y de la UPL. No se olvide que, al fin y al cabo, son estos pequeños ayuntamientos los que pagan el mantenimiento, la luz, el agua y hasta el poco internet que tienen estos consultorios. Si pagan, que exijan. O que no paguen, claro. Menos mociones y más acción.
Algo parecido ha pasado el otro día en el pleno del Ayuntamiento de León. Se aprobaron dos mociones por unanimidad: Pedir al Museo del Prado una subsede para León y exigir a la Junta que no traslade el banco de tejidos de León a Valladolid. Dos encomiables posturas políticas. ¿Y ahora que se hace con esa unanimidad? Pues lo normal es que, como mucho, el secretario redacte un acta, la firmen los concejales y se envíe por valija a sus destinatarios. Y ya está. Todos contentos. Porque son mociones de quedar bien, sin mayor trascendencia ni recorrido. Ninguna de esas mociones se presenta acompañada de un plan de acción, un calendario y de unas responsabilidades de seguimiento. Nada. Mociones basura.
Lo recordaba también el otro día Matías Llorente en el caserón de los Guzmanes: ¿Cuántas mociones se han aprobado en la Diputación y en todos los ayuntamientos de la provincia en los últimos diez años en contra del cierre de las minas de carbón y, más recientemente, de las térmicas? Mil y una mociones después, las minas y las térmicas están cerradas precisamente por los gobiernos centrales de los partidos políticos que a nivel local y provincial (PP y PSOE) presentan esas mociones. ¿Algunos de los políticos locales que defendieron con ardor esas mociones en su tierra dimitieron de sus cargos o abandonaron sus partidos por esta evidente incoherencia? Salvo el senador Juan Morano, que en paz descanse, nadie más. Sencillamente porque este tipo de mociones no pasan de Puente Villarente.
Un buen ejercicio periodístico para estas navidades podría ser repasar las actas de los últimos cinco años de plenos de la Diputación y de los cinco principales ayuntamientos de la provincia, releer todas las mociones de este tipo aprobadas por unanimidad y solemnidad y comprobar para qué han servido… Para nada. Son brindis al sol. Mero postureo.