Menudo mantiene el pleno de la Deportiva de Munitis

El partido no fue una oda al fútbol, pero no importó. El Toralín mantiene su idilio con la Deportiva de Munitis, un equipo que sigue muy lejos de ser el rodillo que se esperaba al principio de temporada, pero que a raíz de la llegada del cántabro ha ganado el gen competitivo que parecía no tener hasta hace solo un par de semanas y que cuenta sus partidos port victorias.

Ante el Celta B, la Ponferradina sacó adelante uno de esos partidos que antes se atragantaban. Los bercianos vencieron por la mínima (1-0) al filial vigués, que planteó un partido muy complejo, intentando quitarle la el balón a los blanquiazules, pero buscando también un partido muy físico. 

Así, a pesar de que Chavero regresaba al centro del campo y abandonaba, por fin, su cautiverio en la banda, la Deportiva nunca estuvo cómoda. Y eso que a los blanquiazules no les faltaron ocasiones. Rayco no llegaba por los pelos a un balón que le dejaba solo delante de Néstor y después Roger cortaba un centro raso de Abel Moreno que Figueroa solo  hubiera tenido que empujar.

Cuando parecía que se iba a llegar al descanso, Menudo allanaba el camino con un trallazo lejano a saque de falta que se colaba por la escuadra. Si había telarañas, el murciano las quitó con un misil que desatascaba un partido incómodo hasta su tanto.

A pesar del marcador e incluso con uno menos por la expulsión de Alende tras una fea entrada sobre Chavero, el Celta B no mostró la bandera blanca en ningún momento. Aunque la inferioridad numérica impedía a los gallegos acumular efectivos en ataque, lograban acechar la portería de Dinu a balón parado y con un par de disparos lejanos que metieron el miedo en el cuerpo a los bercianos.

Con el paso de los minutos, el desgaste empezó a hacer mella en los visitantes, que cada vez dejaban más espacios atrás, aunque la Deportiva no conseguía enganchar el contragolpe que matara el partido. No hizo falta. Ni Ponferradina, ni Celta B tuvieron lucidez en los metros finales y los tres puntos se quedaron en un Toralín que volvió a volcarse con la versión más guerrera de los suyos.

Reportaje gráfico: Quinito