Acostumbrados como estamos a nuestros cada vez más sofisticados relojes y calendarios (los que incorpora un teléfono móvil por ejemplo); no pensamos mucho en como se medía hace muchos siglos el tiempo por la noche.
Me refiero a la noche porque durante el día los relojes de sol o si se quiere el continuo movimiento de las sombras, fueron durante siglos el modo ideal para medir el paso de las horas. Estos entiendo que son bastante bien conocidos, pues aún existen (e incluso se construyen) muchos. No obstante desde la más remota antigüedad, ha sido preciso por las mas diversas causas, que durante la noche hubiese gente despierta por diversos motivos. Pensemos en los pastores que debían vigilar sus rebaños, en los soldados que tenían que hacer turnos de guardia por las noches o incluso en los primitivos grupos de humanos que deberían vigilar para no ser atacados por los animales. Por los noches también era preciso medir el paso del tiempo y de hecho ya los romanos y aún antes se dividía la noche en una serie de horas llamadas vigilias.
Por lo conozco en general los romanos dividían la noche en 4 vigilias que serían por tanto de unas 3 horas (promedio) cada una. Esta división tenía directa relación con las guardias nocturnas de los campamentos militares.
LAS ESTRELLAS
Durante la noche si es posible ver las estrellas, el giro (aparente) de toda la bóveda celeste puede ser usado par medir el paso del tiempo. En el Antiguo Egipto se manejaron unos relojes o medidores del tiempo que se usaban por la noche aprovechando este movimiento de la bóveda celeste. Se trataba de una especie de plomadas llamadas merjets. El método es sencillo y aún hoy día cualquiera lo puede probar.
Si una noche cualquiera colocamos una plomada de modo que el punto de sujeción de la misma se sitúe alineado con la Estrella Polar y repetimos la operación a lo largo de la noche varias veces; veremos como la bóveda celeste va girando y a medida que transcurre el tiempo la posición de las estrellas (excepto la Polar) va cambiando respecto a la plomada. En nuestro caso comprobaremos que este giro tiene lugar en sentido contrario al de las agujas del reloj (sentido anti-horario). Una vuelta completa en torno a la Estrella Polar, son prácticamente 24 horas. En concreto podemos decir que 23 horas y 56 minutos. En consecuencia a muchos efectos se puede admitir que un giro de 15º de la bóveda celeste corresponde al paso de una hora.
Este modo de medir el paso del tiempo a partir del movimiento de la bóveda celeste se siguió utilizando durante muchos siglos. De hecho en El Quijote se hace referencia este modo de medir el paso de las horas nocturnas y se hace alusión a que debía ser utilizado en el siglo XVI por los pastores.
RELOJES DE AGUA Y DE ARENA
Ahora bien en una noche en la que no se vean las estrellas ¿Cómo se puede medir el paso del tiempo?. Pues siempre se han inventado modos más o menos curiosos. Uno de los más conocidos es la clepsidra que era un recipiente en forma de tronco de cono invertido, es decir que se apoyaba sobre la base menor (como las macetas que empleamos para las plantas actualmente). En la parte inferior del mismo un orificio permitía la salida del agua y a medida que el nivel del recipiente bajaba se media el paso del tiempo. Es fácil entender que un recipiente de estos si se construye correctamente, puede ser en efecto un medidor de tiempo que señala el paso de este de modo uniforme como los actuales relojes. Cuando está lleno de agua esta sale con más rapidez que cuando está mas vacío; pero cuando está mas vacío la superficie del liquido es menor y el descenso se ralentiza; por tanto pienso que si se hacen cálculos adecuados se puede diseñar correctamente uno de estos relojes de agua cuyo nivel descienda de modo uniforme con el paso del tiempo. Por si alguien quiere entretenerse con los cálculos, recordaré que la velocidad de salida del agua en un orificio practicado en la base de un recipiente, es igual a la raíz cuadrada de la altura de la lámina de agua multiplicado por 4,427 (raíz cuadrada del producto de 2 por el valor de la gravedad, es decir, raíz cuadrada de 19,6). Claro que hay que tener en cuenta además otros factores como la contracción del chorro de agua,….. pero este es otro asunto que ahora no abordaré. Se utilizaron las clepsidras en el Antiguo Egipto y al parecer también en tiempos de los romanos.
Más conocidos son sin duda los relojes de arena que se debían utilizar por ejemplo en los viajes marítimos. Eran mas precisos que las clepsidras y lógicamente mucho más prácticos para ser utilizados en un medio de transporte como un navío, afectado constantemente por el movimiento del mar.
Al parecer en la primera Vuelta al Mundo (expedición de Magallanes- Elcano) en las primeras décadas del siglo XVI llevaban numerosos relojes de arena para medir el tiempo. Por lo que sabemos no lo hicieron nada mal ya que fueron capaces de detectar que viajando hacia el Poniente se pierde un día. Este fenómeno, (un día que se pierde al dar la vuelta al Mundo viajando hacia el Poniente o un día que se gana viajando hacia el Naciente); sería aprovechado siglos después por Julio Verne como punto esencial de su célebre obra “La Vuelta al Mundo en 80 días”.
En la Red hay referencias más o menos detalladas a otros relojes que en la antigüedad se utilizaron para medir el tiempo por las noches. Pero de momento con lo dicho es suficiente.
Madrid 26 de marzo de 2020
Rogelio Meléndez Tercero