Como en toda obra humana, la construcción del cristianismo no está exenta de conflictos y disensiones. Es nuestra naturaleza soberbia y carente de escrúpulos la que nos conduce inevitablemente a no mantenernos unidos ni en aquellas cuestiones más esenciales como es la religión.
Se debe hacer una precisión en orden a diferenciar entre herejía y cisma. La primera se define como un error dogmático, la segunda, más prosaica, se reduce a una simple insubordinación respecto de las autoridades de la Iglesia.
Hoy nos toca hablar de las herejías. Citaremos algunas de las más relevantes. Se pueden aglutinar en tres categorías.
1.Errores y herejías en tiempos de los Apóstoles. Pronto empezamos con los líos respecto de la doctrina de Jesús, nos faltó tiempo para liarnos en disquisiciones sobre lo que decía y sobre lo que Él fue. Las primeras epístolas de san Pablo y san Pedro ya tuvieron que hacer frente a las primeras conductas heréticas como por ejemplo los Nicolaítas quienes eran ciertamente demasiado liberales con respecto al tema de la carne y no precisamente de ternera.
Además, en estos primeros momentos se debió hacer frente a las doctrinas de Simón el Mago considerado el primer hereje oficial cuyas teorías se aproximaban al gnosticismo. También los Elkesaítas, cuya doctrina era una mezcla de mosaísmo y cristianismo, y los Nazarenos que defendían la necesidad de observar la ley mosaica dieron su batalla particular a la Iglesia.
2. En la segunda categoría se aglutinan en las denominadas herejías gnósticas. Fueron de las más agresivas en su lucha contra la Iglesia oficial. Formaba una especie de tela de araña cuyos hilos estaban configurados por distintas corrientes que se entrecruzaban formando una red mortal para la incipiente Iglesia.
Su base doctrinal se reduce a una mezcla de ciencia unida a una fuerte especulación. Además de ello, contaban entre sus filas con hombres de gran talento que le dieron coherencia y credibilidad entre las masas.
Se trata de un sincretismo de ideas helénicas y orientales además de principios cristianos. Citaremos tres puntos comunes a las distintas corrientes a título de ejemplo:
A. Oposición eterna entre Dios transcendental y la materia informe entendida como el origen del mal, esto daría lugar al dualismo.
B. La teoría de los “eones” o seres que sirven de intermediarios entre Dios y los hombres.
C.Cristo es un “eon”.
En definitiva, volvemos al viejo de tema de la carencia de divinidad de Jesucristo. Como representantes del gnosticismo se puede citar en Alejandría a Basídiles famoso por sus orgías mágicas y a Marción quien consideraba que la Iglesia necesitaba una regeneración. Debía ser un poco rudo pues su propio padre lo arrojó de la comunidad cristiana.
Fueron combatidos principalmente por Irineo y Tertuliano. La Iglesia expulsó a los gnósticos y formó las primeras escuelas de catequesis para formar a los fieles en un intento de preservar la verdad y la línea oficial de pensamiento.
El Maniqueísmo, es otra herejía sincrética que aúna el dualismo, budismo y cristianismo, vamos, un lío mental considerable. La piedra angular de su doctrina es la lucha eterna entre la luz y las tinieblas y dan por sentado que han vencido estas últimas, lo demás ya se puede imaginar. Algo bastante inquietante para el sosiego humano. En línea con el Maniqueísmo, el Montanismo es una corriente ideológica apocalíptica que entiende que el fin del mundo llegaría muy pronto. Todavía siguen esperando.
3.Adopcianismo y Monarquianismo. Son un conjunto de doctrinas que consideran que Cristo era solo un hombre, pero dotado de algunas virtudes superiores. Insisto, volvemos a uno de los temas principales de las herejías, la falta de naturaleza divina de Cristo. Falta de originalidad.
Al margen de clasificaciones más o menos académicas se deben citar por su singularidad las siguientes corrientes heréticas.
ARRIANISMO. Vuelven a negar el carácter divino de Cristo, no se identifica el Hijo con el Padre. Cristo no es eterno si no que ha sido creado de la nada. Esta herejía estuvo a punto de cambiar el futuro de la Iglesia porque arraigó de forma muy importante en determinadas áreas geográficas y fue muy difícil de combatir.
PELAGIANISMO. Defiende que el hombre por sí mismo, en base a su libertad, es capaz de obrar bien y, si ayuda sobrenatural puede evitar todos los pecados. Esto sí que es nuevo. Y claro, su peligro radica en que se prescinde de Dios como elemento salvífico, el hombre se basta por sí solo para salvare. San Agustín los combatió sin cesar y aquí aparece la teoría de la “Gracia” del santo que es uno de los pilares de la teología de la Iglesia Católica. Según el santo de Hipona, sólo mediante la Gracia otorgada, regalada por Dios al hombre este se puede salvar.
Digo, Gracia regalada, porque parece ser que es una discreción divina concederla o no, aunque su pretensión es que todos nos salvemos. Personalmente, me inquieta no ser elegido beneficiario de este don divino, máxime si hago balance de mis errores y faltas como católico. No digo que me aborde una preocupación calvinista radicalmente postulada del lado de la predestinación para ser salvado, pero, he de reconocer que me genera cierta angustia vital.
En todo caso, por mucho que le doy vueltas a este asunto no consigo tranquilizarme, supongo que tendré que recurrir una vez más al padre Adolfo, fantástico teólogo y magnífico pedagogo que de esto de la Gracia sabe un buen rato.
Bueno, para tranquilidad de todos, creo que debemos confiar en la bondad divina, acreditada en numerosas ocasiones con nosotros pobres penitentes y pensar que los herejes quizás también tengan su oportunidad al final de los tiempos, porque herejías las hubo, las hay, y las habrá. Somos así de retorcidos.