Los hijos de Abderramán

Se calcula que en España existen, entre legales e ilegales, casi cuatro millones de musulmanes, de los cuales, la mitad, son súbditos del rey alahuita. En cuanto la clase política descubra el caladero de votos que suponen, no nos extrañaría que pasara como con los pensionistas, los funcionarios y los subsidiados que están viendo incrementarse ligeramente sus emolumentos mensuales con la excusa de combatir la inflación y no seguir perdiendo poder adquisitivo. Si bien, todo hay que decirlo, los funcionarios tuvieron sus nóminas congeladas en tiempos del presidente Rajoy por la tremenda crisis del sistema económico.

Y hoy recordamos a los descendientes de aquel famoso rey español andalusí, Abderramán III, porque tenemos en nuestras retinas aún memorizadas las imágenes de cómo todo un país se abochorna ante el triunfo futbolístico de un grupo de corredores del desierto. Bueno, del desierto de Madrid sur y otras localidades donde han nacido varios de los marroquíes de ascendencia y querencia, que no del lugar donde vinieron al mundo. Las segundas y terceras generaciones de inmigrantes del otro lado del Estrecho de Gibraltar ya no son excepción en nuestras escuelas, institutos, calles y centros de salud. No se nos puede tildar de racistas cuando tendemos la mano y ofrecemos toda una serie de servicios sociales, educación y sanidad a todo aquel que, a lo mejor no a la primera, viene hasta nuestras tierras. Todavía recuerdo cierto instituto de León capital a las afueras donde convivían alumnos de casi 30 nacionalidades, una minionu en pequeño, la casa de las docenas de lenguas nativas y la mezcla de costumbres. Hasta uno de los últimos fortines de la cristiandad, Astorga, cuenta con 200 musulmanes de poco más de 10.000 vecinos, casi tantos como militares profesionales trabajan en el cuartel de Santocildes. Llevan tiempo reclamando una mezquita, un edificio donde rezar y celebrar sus reuniones y fiestas. Algo que todavía no han conseguido, aunque el partido de fútbol del mundial contra España les hizo reunirse en las viviendas más grandes a modo de consulados de Marruecos. Y es que en Astorga conocimos consulados de Argentina, Venezuela y hasta delegados de Colombia y del Sáhara, pero pronto si todo sigue así no tardarán en contar, como en Bembibre, su concejal bereber.

En ABC