Cada día hay más estudiosos de todas las ramas de las ciencias que se refieren a la «era post covid 19» para explicar lo que esta pandemia está obligando a cambiar en nuestras vidas. En primer lugar, el hecho de coartar la libertad, en la medida de que los ciudadanos no éramos dueños de nuestro espacio, mostró la cara menos amable de las democracias por cuanto suprimieron temporalmente varios de nuestros derechos reflejados en las constituciones correspondientes. La cuestión radica en que si ese estado de alerta pueda ser aprovechado para tomar una excesiva actividad ejecutiva para cambiar de alguna forma las normas que los ciudadanos nos dimos votando la Carta Magna.
La radicalización del discurso político no aporta precisamente lo que se llama seguridad y orden en nuestras vidas, nuestras conciencias y en nuestras instituciones.
La bipolarización de la opinión pública es un hecho incuestionable y demostrado con encuestas de todo tipo. Los medios de comunicación, notarios de la actualidad y en teoría independientes también han reforzado sus líneas editoriales en una dirección u otra.
El consumo de información se ha disparado, especialmente en televisión y en medios on line regionales y locales. Así lo afirman estudios de universidades tan prestigiosas como Oxford o Universidad de Navarra. Sin embargo, la credibilidad de los políticos y de las redes sociales que son ya un cauce más de información caen en picado con las llamadas falsas noticias. Se cree más a un científico que a un político, a un periódico clásico que a una red. Sin embargo, sube la acaparación de noticias emanadas de instituciones y partidos, así como el seguimiento de las principales redes: Facebook, youtube, twitter, etc. En términos de confianza para obtener información sobre el coronavirus, las organizaciones de noticias nacionales obtienen una puntuación buena, por detrás de los médicos y de las organizaciones de salud, pero por delante de los políticos individuales y la gente común. Los políticos populistas han empezado a socavar los medios de comunicación, pero esta pandemia ha sido un recordatorio de que incluso los medios debilitados juegan un papel fundamental en informar a la población y moldear su opinión.