El conjunto minero industrial del Lavadero de la Recuelga, ubicado en la localidad de Santa Cruz del Sil perteneciente al municipio de Páramo del Sil, entró este martes 22 de marzo en la Lista Roja de Patrimonio de Hispania Nostra. La anexión a esta lista supone que estas instalaciones empiecen a considerarse en riesgo de desaparición.
La desaparición de La Recuelga, según explican desde Patrimonio, supondría la pérdida de instalaciones y tipologías edificatorias únicas en la cuenca minera berciana y de las que apenas quedan otros ejemplos a nivel estatal.
Al deficiente estado de conservación, se suma la propuesta de derribo recogida en el proyecto de instalación de una planta fotovoltaica y que plantea la demolición de todas las edificaciones presentes en el área de la Recuelga. Como se ha expuesto su valor patrimonial se sostiene en su condición de elemento emblemático del paisaje minero de la cuenca berciana, así como la integridad de un complejo que cuenta con una alta capacidad auto-explicativa de las relaciones funcionales de la minería, los procesos de transformación y sus infraestructuras de transporte. A escala local y regional los lavaderos de la Recuelga constituyen un elemento reconocible y reconocido fuertemente ligado a la memoria minera del valle y estrechamente ligado al trabajo femenino de los lavaderos mineros. Este reconocimiento social se hace evidente en la declarada sensibilidad patrimonial enunciada por la Junta Vecinal de Santa Cruz del Sil, así como en las iniciativas que entidades sociales vienen promoviendo para evitar el derribo de estas instalaciones.
Estas instalaciones sobresalen por el contexto histórico y tecnológico en el que se construyeron al tiempo que subrayan los condicionantes orográficos a los que la minería del carbón de la zona tuvo que hacer frente. Además, estas instalaciones refuerzan el significado del papel vertebrador del ferrocarril en el valle del Sil y pone de relieve las limitaciones del transporte por carretera. A nivel histórico, estas instalaciones reflejan el papel central del Bierzo en la política energética de la posguerra; pues ilustran, como pocos enclaves, las importantes inversiones acometidas por las empresas mineras para resolver las serias carencias de carbón por las que atravesó el país.
Lavadero de la Recuelga
Se trata del primero de los apartaderos industriales autorizados en la zona fue el solicitado por “Burgueño y Dionisio González” a principios de los años 20.
Antracitas de Fabero (AFSA) por su parte, surgió de la iniciativa del empresario Diego Pérez Campanario que venía explotando las minas Alicia y Lillo Lumeras de la vecina cuenca de Fabero, y que contaba desde principios de la década de 1930 con un almacén de venta en Madrid. Esta empresa destacaría en el panorama carbonero nacional de la posguerra gracias a las importantes inversiones que acometió durante la Autarquía para garantizar la exportación de carbón, y que la situó como la segunda en relevancia de la cuenca berciana, sólo adelantada por MSP. La instalación de un funicular desde Fabero a La Recuelga comenzó su ejecución en 1945. Se trataba de un sistema monocable sostenido por 95 castilletes metálicos destinado a alimentar el moderno lavadero finalizado un año después. Esta infraestructura se presentó en la prensa del momento como un hito tecnológico capaz de transportar y tratar más de 250.000 toneladas de carbón anuales.
El desarrollo de las instalaciones fue creciente hasta la década de 1970, cuando la mejora de las instalaciones mineras de AFSA en Fabero permitió a la empresa prescindir de los lavaderos de la Recuelga y la línea de baldes, mientras que el solar aledaño al antiguo lavadero de AFSA alojaría una planta de áridos. En la década de 1990 la empresa se integraría en el conglomerado empresarial que daría lugar a UMINSA.
El conjunto de la Recuelga está constituido por las instalaciones asociadas a las dos estaciones de descarga de las “líneas de baldes” o “cables aéreos”, promovidas en la década de 1940 por las empresas mineras Antracitas de Fabero (AFSA) y Victoriano González. Estas instalaciones construidas junto a los apartaderos ferroviarios que estas sociedades desplegaron al borde de la línea Ponferrada-Villablino, estaban destinadas a la recepción del carbón proveniente de sendos funiculares conectados con las explotaciones mineras, para su inmediato tratamiento y trasvase al ferrocarril. La línea de baldes de AFSA se prolongaba ocho kilómetros, pues tras salvar el río, ascendía el macizo montañoso hasta la cuenca de Fabero.