Primero fuero las ninfas griegas. Luego las xanas y las ondinas -del mito alemán Undine-. También las conocemos, individualmente, como la Dama del Lago, nombre que reciben varios personajes de la leyenda del rey Arturo. El poeta irlandés W. B. Yeats relató su muerte y Walter Scott le dedicó uno de sus poemas. Aparece en famosas películas, como Excalibur, y ha inspirado otras como ‘la Joven del Agua’, de M. Night Shyamalan.
En el Bierzo hay un lugar donde las leyendas de las ‘hadas de las aguas’ se han hecho un hueco derivando hacia diferentes interpretaciones locales, debido fundamentalmente a su creación artificial, como ‘fondo de saco’ del agua utilizada para excavar Las Médulas. Es el lago de Carucedo, donde Gil y Carrasco basó su novela del mismo nombre, en la que el amor prohibido de Salvador y María desata la inundación del valle y la creación del lago. La leyenda ha sido recogida de nuevo por José Antonio Balboa de Paz, en el libro Leyendas de León, ‘contada’ por el propio Enrique Gil y Carrasco, bajo el nombre de Ensueño del lago.
La ondina Carissia
Pero el lago es el escenario de otras leyendas, pues si hay una dama de estas aguas es sin duda la ondina Carissia, emparentada con la mitología clásica, que vivía en la cercana y legendaria ciudad de Lucerna y que se enamoró perdidamente de un joven general romano, Tito Carissio. Pero como la ninfa era astur, éste se burló de ella. Carissia estuvo muchos años llorando, y sus lágrimas formaron el lago, inundando Lucerna. Dice la leyenda que todos los años, la noche de San Juan, la ondina sale del lago para buscar “un guapo mozo que la requiebre en amores”. Y al amanecer, “cuando se abre el alba y el sol dora las aguas”, se vislumbra el reflejo de la ciudad al fondo del lago.
¿Carissia o Borenia?
En el libro Leyendas de León, David Gustavo López ofrece otra versión del mito berciano, basada en Borenia, primero princesa y luego xana; un relato recogido a la luz de la lumbre en Las Médulas, de boca de una lugareña. Borenia, cuyo nombre opina Gustavo López que proviene del de Borrenes, es otra ‘versión’ de Carissia.
Como explica el autor en su relato, Borenia era hija del rey Médulo, que reinaba como su nombre indica en las Médulas. A la llegada de los romanos, la zona mantuvo cierta autonomía territorial de la mano del general Carisio y gracias al encaprichamiento de éste por la princesa que, agasajada y cortejada durante cierto tiempo, acabó prendada del joven.
Pero éste, una vez que averiguó que el oro del pueblo venía del Sil y de los grandes depósitos aluviales del lugar, desapareció, regresando con sus tropas y acampando en una ciudad que crearon y a la que dieron el nombre de Lucerna. El hostigamiento de los romanos dio lugar al suicidio del rey Médulo y sus hombres, mientras las mujeres y los niños permanecían escondidos en una cueva. Allí fue donde las lágrimas de Borenia provocaron una riada entre las Médulas, que se llevó a la princesa y creó el lago de Carucedo. Y dice la leyenda que en su orilla aparece al amanecer del día de San Juan, peinándose la melena rubia con un peine de oro…