“Si es preciso” imponer una sanción a la empresa Serunion tras detectarse gusanos en una sopa servida en el Hospital de León, “se aplicará”. Son palabras del consejero de Sanidad, Alejandro Vázquez, hace tres meses que al final se han traducido en una sanción de 200 euros a la adjudicataria de la cafetería del centro asistencial, por un incumplimiento considerado como “grave”, en ejecución de lo dispuesto en el pliego de contratación del servicio, según ha podido saber Ical.
El documento fija, por este tipo de conductas penalizaciones de 200 euros por un incumplimiento grave; de 300 euros en la primera reincidencia, y de 400 en la tercera. Si todo apunta a que haya sido un hecho “único y puntual”, como concluyó la investigación de Salud Pública, la penalización económica es la mínima, la de 200 euros, a lo que la propia empresa no presentó ninguna alegación adicional en segunda instancia a las conclusiones emitidas a raíz del expediente de los Servicios de Control Oficial y cuyo plazo expiró el 20 de diciembre.
La investigación concluyó que las larvas fueron detectadas en una única ración de sopa servida el 29 de octubre, durante el servicio del mediodía. En esa jornada se sirvieron 70 raciones y sólo se encontraron tres larvas en un único plato, servido sobre las 15.15 horas. La médico de guardia que denunció los hechos informó sobre las 15.45 horas del suceso, momento en el que la empresa activó sus sistemas de autocontrol. Así, procedió a precintar el plato de sopa, se retiraron todas las existencias de la misma y se sometieron a un filtrado para detectar nuevos hallazgos. No apareció ningún ejemplar más.
Los Servicios de Control Oficial, adscritos a la Delegación Territorial de León, visitaron las instalaciones el 31 de octubre y tomaron muestras-testigo de los fideos, de una de las larvas y de otros alimentos asociados a la elaboración del plato. Tras los correspondientes análisis, concluyeron que las larvas correspondían a un escarabajo vinculado a alimentos relacionados con la harina, por lo que “su origen estaría asociado a los fideos con los que se elaboró la sopa”.
Del examen del almacén, los productos almacenados y la vigilancia con trampas de feromonas instaladas, la investigación sentenció que “no parece que haya una plaga de estos coleópteros en el establecimiento, por lo que cabe la posibilidad de que la contaminación de los fideos se produjera en etapas anteriores”. Asimismo, remarcaba que estas larvas de insecto, por lo general, “no están asociadas a peligros para la salud pública”.
La Junta, a través de su Servicio Territorial de Sanidad, instó a los responsables de la empresa implicada al refuerzo de las medidas de vigilancia de plagas y medias preventivas necesarias para evitar recurrencia de episodios similares y, asimismo, que se realizaran las comunicaciones oportunas a proveedores y fabricantes de la materia prima.
Sin deficiencias “importantes”
Las intervenciones por parte de los funcionarios correspondientes del Servicio Territorial de Sanidad en León consistieron inicialmente en la inspección pormenorizada del establecimiento, durante la cual se verificaron sus condiciones generales de higiene en instalaciones y en prácticas de fabricación y manipulación de los alimentos, así como la auditoría del sistema de autocontrol de la propia organización responsable, sin que en estos controles detectaran “hallazgo o deficiencia importante”.
Asimismo, se recabó otro tipo de información necesaria para la investigación puesta en marcha (número de comidas servidas, materias primas utilizadas, origen de las mismas,…) y la empresa responsable manifestó que sólo hubo un plato en el que se localizaron tres larvas y que una vez colada la sopa restante no se halló ningún ejemplar más.
Los Servicios de Control Oficial adscritos a la Delegación Territorial de León, cumpliendo con la normativa vigente, remitieron las muestras al Laboratorio de Salud Pública de León para buscar otros ejemplares del insecto, descartándose la presencia de otras larvas o adultos.
Tras su análisis en el Laboratorio de Entomología Médica del Centro Nacional de Microbiología, dependiente del Instituto de Salud Carlos III, la larva remitida fue caracterizada como Tribolium sp., un coleóptero de la familia de Tenebrionidae, “escarabajo bastante común en alimentos de origen vegetal envasados. Generalmente se alimentan de cereales, harinas, pastas alimenticias, galletas, etc. Estos insectos no son patógenos para el ser humano, ni están involucrados en la transmisión de ninguna enfermedad”.
Una vez definida su etiología como perteneciente al género Tribolium, la actuación inspectora de la Junta en este caso se amplió con una nueva inspección para determinar el origen de la larva y establecer medidas preventivas y correctoras, centradas en el almacén donde la empresa deposita las materias secas no perecederas, en donde se comprueba el buen estado de las instalaciones; la adecuada rotación de los alimentos; el tiempo que media entre la llegada de las pastas/harinas hasta su utilización (que no sobrepasa las tres semanas); y la apertura y búsqueda en algunas bolsas de larvas asimilables a las que protagonizan el incidente, con resultado negativo.
Esta misma ausencia de insectos caracterizó la instalación de dispositivos específicos para la detección de coleópteros, que, mediante el uso de feromonas, atraen a estos insectos, lo que además de causarles la muerte, sirve para caracterizar, monitorizar la distribución, densidad y dispersión de posible infestaciones, sin que en este caso se detectara plaga alguna.
Un hecho “único y puntual”, que se repite a menudo, demasiado a menudo…