PREMIOS MUJER 2024

La procesión va por dentro

Ya han terminado las procesiones de esta lluviosa Semana Santa. Sin duda habrán sido muchos los cofrades que, como cada año por estas fechas, han mirado al cielo, y no nos referimos ahora en su sentido religioso, sino como lugar desde el que las nubes mandan la lluvia. Es también probable que no hayan faltado lágrimas cuando no han podido cumplir su anhelado deseo de sacar las imágenes a la calle.

No cabe duda que la inmensa riqueza artística y las tradiciones originadas por la celebración de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, han brotado de una fe muy profunda del pueblo cristiano. Otra cosa es que con el paso del tiempo hayan podido degenerar en algunos casos en mero folclore religioso. No olvidemos que lo más importante de la Semana Santa para un cristiano ha de ser la participación en las celebraciones litúrgicas de la Iglesia, así como serio un compromiso de vida cristiana a lo largo del año. Cuando todo se reduce a las procesiones, falla lo fundamental. Y en ese sentido da lo mismo que llueva o que deje de llover.

En la parroquia de El Buen Pastor, de reciente creación, no hay cofradías ni procesiones. Pienso que es más que suficiente con conservar las que ya existen en otras parroquias más antiguas de la ciudad. Eso sí, el Viernes Santo tenemos un sencillo viacrucis viviente dentro de la Iglesia, cuyo amplio espacio permite hacerlo sin necesidad de salir a la calle o estar pendiente de las nubes. Tampoco es necesaria ninguna inversión económica en imágenes. Pero este año nos encontramos a primera vista con una gran dificultad: el chico que hacía de Jesucristo tuvo que ir de viaje. Una solución sería buscar a otro que desempeñara ese papel, pero no optamos por ella.

El viacrucis empezó, como en años anteriores, a las doce en punto. Todo estaba preparado: la cruz, los soldados romanos, la Virgen María, el Cirineo, la Verónica, las piadosas mujeres de Jerusalén, el martillo, los clavos, la corona de espinas… Pero faltaba Cristo.

“Primera estación, Jesús es condenado a muerte… Como podéis observar, hoy no hemos puesto a nadie que represente a Jesús, pero no importa. En el mundo hay muchas personas que cada día son condenadas injustamente, que sufren y llevan pesadas cruces. Nosotros mismos tenemos que llevar también nuestras cruces de cada día. Pedimos que salga alguien de entre el público para hacer, en cada estación, el papel de Jesús. No necesitará poner ninguna ropa especial, tan sólo la corona de espinas…”

No faltaron voluntarios y voluntarias para cada una de las catorce estaciones, ni se hicieron de rogar. Además, se les veía felices. Realmente la experiencia, no programada, llegó al corazón de los asistentes.