A todos nos ha conmovido la trágica noticia de la muerte de tres adolescentes de un pueblo de Toledo el pasado fin de semana, a tropelladas por un coche, en la madrugada del domingo. Inevitablemente la pregunta que todos nos hacemos es: ¿qué pintaban esas crías a esas horas por la calle? Está claro que donde tenían que estar era en sus casas. No es cuestión de culpabilizar ahora a sus padres, que para ellos bastante tienen. Pero está claro que en general muchos padres en toda España obran con total falta de responsabilidad permitiendo que sus hijos, menores o no, se conviertan en aves nocturnas que pasan las noches de los fines de semana fuera del hogar en ambientes nada edificantes.
En este caso, se trata de menores de edad y es obvio que no tienen ninguna justificación, pero aun tratándose de mayores de edad, no vendría mal que todos los padres tuvieran en cuenta lo que un padre decía a su hija, que ya pasaba de los dieciocho años: que mientras estuviera viviendo a costa suya, a esos efectos era menor, y que tenía que estar en casa a las doce de la noche. Puede parecer exagerado, pero no le faltaba razón.
Al parecer, estas chicas de Toledo mintieron a sus padres, diciendo que iban a dormir a casa de unas amigas. Por desgracia es una mentira muy común y los progenitores deberían ser menos ingenuos. Entiendo que les es difícil sustraerse a la dictadura de sus hijos, que además siempre ponen como disculpa que otros padres dejan salir a sus hijos/as. Y como a la amiga la dejan salir… pues no se va a hacer ahora una excepción.
Invito desde aquí a los padres y madres que esto leen a que algún día, de madrugada, salgan a dar un paseo por las llamadas zonas de copas y otear el ambiente. Personalmente hemos hecho esta experiencia y nos parece desoladora. Ciertamente es impresionante ver el gentío de jóvenes y adolescentes a esas horas… Por supuesto que el sentido originario del domingo como Día del Señor ha quedado truncado. Y ello tampoco es indiferente. Imagino que será muy difícil cambiar estas costumbres, porque están muy arraigadas y hay muchos intereses de por medio, pero lo que sucede en las noches de los fines de semana es el mejor termómetro para medir el preocupante panorama de nuestra sociedad y las no mejores perspectivas de futuro. Y no hablemos del caro tributo pagado en vidas truncadas…