PREMIOS MUJER 2024

La muerte de Juan Luis Panero, la saga no tan maldita

El mayor de los Panero convivió, como el resto de la familia astorgana, con la creatividad y la locura.

ALEJANDRO J. GARCÍA NISTAL/EBD

Hace unos pocos días el apellido astorgano Panero volvió a saltar al ruedo informativo nacional. En esta ocasión, se trataba de anunciar la muerte de Juan Luis Panero, hijo mayor del poeta Leopoldo Panero y de la escritora Felicidad Blanc. El fin de su atormentado camino le llegó a Juan Luis a los 71 años en Torroella de Montgrí, pueblo de Girona que se convirtió en su ‘refugio’, en el que residía desde 1985. Víctima de un cáncer, casado con una adinerada farmacéutica a pesar de su supuesta homosexualidad, su cuerpo fue transformado en cenizas en una ceremonia íntima y discreta.

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Fotograma de la famosa película “El Desencanto”, escena en el jardín de la casa familiar en Astorga.

Juan Luis Panero nació un nueve de septiembre de 1942, comenzó las carreras de Derecho y Filosofia y Letras, pero no llegó a acabar ninguna de las dos. Más tarde marchó a París y Londres donde estudió Literatura y Lengua francesa e inglesa. Posteriormente viajó por Europa, Oriente Próximo, Norte de África, Estados Unidos y México. En este último país residió y trabajó para una editora norteamericana. Publicó su primer libro de poemas en 1968, ‘A través del tiempo’. Posteriormente, entre otros títulos, ‘Dulce pájaro de juventud’, ‘Los trucos de la muerte’ 1975, ‘Desapariciones y fracasos’ 1978, ‘Testamento del naúfrago’ 1983, ‘Juegos para aplazar la muerte’ y ‘Antes de que llegue la noche’, ambos de 1984. Por este último, recibió en 1985 el Premio Ciudad de Barcelona.

Realizó también la selección, prólogo y notas de la antología de la obra de su padre, ‘Leopoldo Panero’. Ha trabajado en ‘Desde el techo de España’ (1972), antología de textos en verso y prosa de autores españoles y extranjeros sobre España. En junio de 1988, obtuvo el I Premio de Poesía Fundación Loewe por su libro de poemas ‘Galerias de Fantasmas’, con el que también llegó a ser finalista en el Premio Nacional de Poesía, en junio de 1989. Además de su labor literaria, colaboró con sus poemas y como crítico literario en diversas revistas españolas y extranjeras, y ha traducido varias obras del francés y del inglés.

Hasta ahí tenemos la biografía profesional, literaria por los cuatro costados, del que fue quizá el más prolífico de los tres hijos de la saga Panero. También el de una vida más normalizada, si es que pueda calificarse así a las turbulentas vidas de la familia. La sobra del patriarca, estrella de la literatura del Régimen anterior y alto cargo en materia cultural, siempre ha sido muy alargada e influyente en sus hijos. Incluso el papel ambigüo de la madre, Felicidad Blanc, marcó también la forma de ser y de vivir de los jóvenes que escandalizaron con su película de los años 70 a una España todavía gris y en blanco y negro para reconocer la desgarradora verdad de sus iconos, en este caso, literatos. De hecho, en Astorga continúa muy abierta la herida sobre el cariño hacia el padre y el desagrado que han provocado durante décadas las andanzas y vivencias de los pequeños Panero, dos de ellos ya fallecidos.

En 1975 intervino junto a su madre y sus hermanos en la película de Jaime Chávarri, El desencanto, sobre la decadencia de los Panero, como ejemplo de una familia marcada por la hipocresía. En 1990, falleció su madre Felicidad Blanc. En 1993 publicó un libro de poemas ‘Los viajes sin fin’ y en 1994, ‘Los mitos y las máscaras’. Al igual que sus hermanos, en 1994 participó en el rodaje de la película ‘Después de tantos años’, la segunda que se hace sobre la familia Panero, del director Ricardo Franco. Se estrenó en Madrid, el 7 de febrero de 1995. El 1 de septiembre de 1999, con sus memorias ‘Sin rumbo cierto’ fue el ganador de la XII edición del Premio Comillas de biografías, autobiografías y memorias, que concede Tusquets Editores.

Muerto y añorado el padre, la madre se entregó a una vida también literaria donde la realidad y la ficción se entremezclaban. Jamás regresó a Astorga, donde se la recuerda como una gran señora pero inadaptada y con costumbres nada ortodoxas para entonces. Quien regresó muchas veces fue el pequeño y más querido de la saga, Michi, uno de los activos de la Movida madrileña, quien pobre y enfermo terminó hace pocos años sus días acogido en casa de una antigua empleada y con ayuda municipal. Sin Juan Luis, tan sólo queda un Panero, con graves problemas de salud mental y talento creador indiscutible. La maldición de los Panero, junto a la pasión que levantan, siguen vigentes por mucho tiempo.