PREMIOS MUJER 2024

La minerí­a del carbón, sí­ pero…

Una vez más, la minería del carbón provincial está en pie de guerra por los recortes, un 63%, que el gobierno del PP impone a las subvenciones que, desde hace muchos años, son necesarias para su supervivencia. Varios mineros se han encerrado en una mina en Santa Cruz del Sil en protesta; los empresarios amenazan y chantajean, como siempre, que no pueden pagar las nóminas de sus empleados; y hasta los políticos de todo signo jalean el ambiente: unos, los del PSOE, protestando sin por los recortes, por todos los recortes; otros, los del PP, rebelándose contra los dirigentes nacionales de su partido pues temen por los votos; e incluso algunos, como IU por boca de Cayo Lara que estuvo en León la semana pasada, pidiendo la nacionalización de la minería del carbón. Por si fuera poco, Europa tiene mira con suspicacia las explotaciones a cielo abierto de Laciana y Babia.

Hay mucho ruido, demasiado victimismo y sentimentalismo y poco análisis serio de la situación de la minería, de cómo hemos llegado a esta situación y quiénes son los responsables de la misma. Para ello hay que analizar con rigor su pasado y presente. Analizar es discernir, aclarar lo que está oscuro y confuso, separar aspectos relevantes e irrelevantes, poner sobre la mesa argumentos y contraargumentos. Luego, cuando nos hayamos clarificado, podemos tomar partido. Hay que tomar partido pero no con actitud sectaria, es decir partidista buscando únicamente rentabilidad electoral, sino para defender o rechazar lo que nos ha revelado el análisis. La toma de partido es siempre pólemica -de polemos, lucha, guerra- porque implica, muchas veces, actuar a contracorriente y chocar con tirios y troyanos.

La minería del carbón en Europa occidental, desde hace varias década, no es posible sin subvenciones. La Unión Europea, cuyo origen remoto fue la CECA (Comunidad Europea del Carbón y el Acero) las ha permitido y las ha concedido desde hace más de treinta años, aunque el horizonte de las mismas, firmado por los socialistas, acaba en el año 2018 si no hay nuevas prórrogas. La razón de estas subvenciones es que el carbón, como fuente enérgética y uso térmico, no es competitivo con otras energías, como el petróleo, el gas o la energía nuclear. Tampoco es competitivo con el carbón de otras zonas europeas y sobre todo de otros continentes: el precio de producción del carbón español, pese a su tecnología, es incluso tres veces superior: geología complicada, capas muy estrechas, salarios altos.

Además, el sistema de explotación o extracción del carbón, en su mayor parte por minería a cielo abierto, es enormente perjudicial para el medio ambiente, por lo que la restauración de las heridas dejadas por esa minería son muy costosas de restañar y cicatrizar. Ante el temor de que las empresas incumplan los planes de restauración se les exigen avales muy altos. Aún así, con frecuencia, se incumplen tales planes y los tribunales españoles y europeos imponen fuertes sanciones, como fue el caso del Feixolín. Estos días hemos visto la polémica suscitada en Laciana por el cielo abierto Nueva Julia, cuya sentencia por el Tribunal de Justicia de la UE deja en evidencia cómo muchas de estas explotaciones a cielo abierto incumplen sistemáticamente las normativas comunitarias sobre este tema. Alcaldes de IU, como Guillermo Murias, o del PSOE, como Ana Luisa Durán, han sido responsables, por las licencias concedidas a Victorino Alonso, de los desaguisados al medio ambiente en Laciana.

Por último, la combustión del carbón en las centrales térmicas para la producción de energía eléctrica, único uso actual del carbón español, es muy contaminante y choca con los acuerdos de Kyoto por los gases, especialmente el CO2, causantes del efecto invernadero. La compra de cuotas de emisión de CO2 también encarece la producción de esta energía térmica y, lo que es peor, provoca un rechazo generalizado entre buena parte de la población, muy sensible a estos temas medioambientales. Todavía, pese a las grandes inversiones de CIUDEN, no hay sistema rentables de captación del CO2, que puedan aplicarse a las centrales como las de Cubillos, Anllares o La Robla. Los sindicatos tan sensibles en otros temas, en éste pasan de puntillas o se callan como p…

El carbón es caro, económicamente poco competitivo, deficitario para unas arcas públicas agostadas y socialmente contaminante, ¿por qué habríamos de mantenerlo como recurso energético? ¿Por qué debemos apoyarlo los que además sufrimos directamente su contaminación? El argumento principal es que todavía hay 5.000 mineros y que su producción y uso representa casi el 20% del PIB provincial. Esto no se lo cree nadie y es una mentira flagrante e interesada; ni siquiera son verdad la mitad de esas cifras, pero es un argumento con el que hay que contar junto con otros. En esto empresarios y trabajadores forman un tandem bien avenido. Incluso cuando los empresarios traen clandestinamente carbón de fuera, mucho más barato, y lo venden a precio subvencionado a las térmicas todos se callan y se tapan mutuamente sus verguenzas. Cuando se amenza el chollo, los empresarios azuzan a los trabajadores en las protestas contra los recortes.

Pese a todo eso, el carbón debería considerarse un recurso estratégico, al menos en determinadas condiciones. El papel de la energía atómica es poco importante en España, como también las energías alternativas, muy caras por cierto. El único recurso propio, y no muy abundante, es el agua y la energía hidráulica; pero representa un porcentaje pequeño en el Mix energético nacional. La mayor parte de la energía que producimos es térmica, y ésta, originariamente carbonífera, hoy es mayoritariamente producida por el petróleo y el gas natural, que debemos importar, a no ser que se descubran reservas en Canarias, como se anuncia. Al coste de este recurso, cada día más caro, hay que añadir la inestabilidad frecuente en los países productores, musulmanes en su mayoría, que actualmente viven una situación complicada. Por eso Europa, y España aún más, debería mantener algunas de sus minas de carbón abiertas por razones estratégicas.

El uso del petróleo y el gas, más barato ahora que el carbón, sin embargo no genera ningún tipo de economía de escala nacional. No digo que haya que volver a los tiempos de la autarquía, pero sí digo que apostar sólo por el petróleo y el gas únicamente beneficia a los que lo importan, a las grandes compañías como Gas Natural, Repsol, etc. El control de las empresas eléctricas por estas compañías o, aún peor, de ENDESA por la italiana ENEL, comprada por el apoyo de Rodríguez Zapatero, Solbes y Moratinos, alguno de estos nombrado posteriormente consejero, hizo un flaco favor a la minería del carbón. Por eso, que los socialistas leoneses, entonces mudos o tartufos de aquel tejemaneje, clamen ahora contra el gobierno de Rajoy y griten que hay que defender el carbón provincial es una bofetada a la inteligencia de los leoneses.

A diferencia del gas y del petróleo, que sólo enriquece a los empresarios que lo compran, el carbón no sólo genera ingresos directos a mineros y empresarios, también crea un tejido industrial en torno a esta actividad: maquinaria para las minas, sistemas eléctricos, cuadros de entibado, transportistas del carbón. En torno a la mina vivieron muchas familias directa e indirectamente, en este caso por los servicios necesarios a esas zonas: hostelería, actividades lúdicas, maestros, médicos, etc.. En el fondo las minas de carbón dinamizan la economía de comarcas enteras. Dejar morir las minas ha significado la muerte de pueblos y comarcas, como vemos en Sabero, Toreno, Laciana y Fabero.

También se subvencionan otros sectores, como la agricultura, o se inyectan miles de millones de euros a los bancos para mantener el tinglado financiero. Las subvenciones al carbón no suponen una cantidad desorbitada y los beneficios que generan, como hemos dicho, a las comarcas mineras las justifican sobradamente. No estoy seguro de que la propuesta de nacionalización de Cayo Lara sea la más adecuada. En el fondo creo que la leonesa es una minería bastante nacionalizada por la concentración en pocas empresas (Victorino, Viloria y del Valle), y porque los beneficios empresariales de estos tres emprearios son probablemente menores de lo que que costaría una burocracia que, casi siempre conlleva, la nacionalización.

Esto son argumentos a favor, pero mantener la minería de carbón por esos argumentos no puede ser excusa para no introducir cambios en los métodos de explotación y de generación de energía eléctrica. La minería debe de cumplir las exigencias y normas comunitarias respecto al medio ambiente. No pueden desmocharse los montes y convertir Laciana y Babia, por poner un ejemplo, en una zona de cráteres lunares, con los acuíferos contaminados y la atmósfera llena de polvo. Si la minería a cielo abierto es la única posible hay que exigir a las empresas planes de restauración eficaces y respetuosos con el medio ambiente, si no es así, es mejor dejarlo. Ni siquiera el empleo de un par unos cientos de trabajadores justifica este desastre medioambiental; en estas montañas y valles hay más vida que la del carbón y la minería: la ganadería, el turismo, por ejemplo (Laciana como Reserva de la Biosfera).

Lo mismo hay que decir respecto de la producción de energía eléctrica. Hay que cumplir los acuerdos internacionales sobre emisión de gases a la atmósfera. No podemos protestar por la quema de residuos tóxicos en Cosmos y callarnos con los que generan Cubillos o Anllares. Se ha invertido mucho dirnero en los proyectos de oxicombustión y captura de CO2 por CIUDEN. Este año de recortes, el gobierno de Rajoy ha incluido en los presupuestos generales del Estado otros 47 millones de euros. Hay que exigir resultados ya. El carbón sólo se debería quemar si no es contaminante, de lo contario no se justifica su uso.

Estoy a favor del carbón, de subvencionarlo incluso en estos tiempos de recortes, aunque no sea popular el decirlo; pero no lo estoy si se mantienen esos métodos de extracción y su uso contaminante.