La Fundación Oso Pardo (FOP) ha hecho un llamamiento para que se multipliquen los esfuerzos para favorecer la eliminación de conflictos en la convivencia entre humanos y la población de osos, en especial ahora que esta última se está recuperando en número de ejemplares. Entre los “deberes urgentes” que se fijan desde esta organización se encuentran prevenir los daños sobre todo en los ataques a colmenares y la indemnización a los afectados “con rapidez”, la regulación “adecuada” del turismo de avistamiento de osos y la aprobación del protocolo de intervención con estos animales.
Según la FOP, en lo primero ya se viene trabajando desde hace años y se debe continuar mejorando la cobertura en la prevención y la agilidad en el pago de los daños, pero la regulación del turismo y la aprobación del protocolo de intervención son asuntos pendientes y sin resolver. “De la rapidez con la que estos deberes sean hechos satisfactoriamente va a depender, en buena medida, que se mantenga o no el apoyo social a la conservación del oso conseguido con tanto esfuerzo y tras años de un trabajo social continuado”, expresaron.
Este año que acaba de empezar, volverá a atraer a numerosos ecoturistas a las zonas de montaña, algo “deseable” para la economía local y resaltar la imagen positiva del oso y favorecer su aceptación en el medio rural, pero al mismo tiempo hay que facilitar el desarrollo “ordenado” del turismo de observación de osos pero “en los lugares adecuados y con las normas y precauciones necesarias” porque “si hay algo que no ayuda a resolver este nuevo problema es la deficiente regulación del uso público en la mayoría de espacios naturales protegidos de la cordillera cantábrica”.
Aunque el oso se percibe “en general de una manera positiva”, las primeras alarmas “están empezando a saltar”, alertaron desde la FOP, que recordó que hay mayor número de osos y son más visibles, algo de lo que también es consciente la población rural. “La mayoría de los osos tiene un comportamiento natural que incluye el ataque ocasional a colmenas o ganado y el consumo de frutas”, recuerda el colectivo a través de su boletín, que puntualiza que “solo algunos ejemplares tienden a habituarse a la presencia humana”.
En los últimos años y en el occidente cantábrico ya han ocurrido varios casos de osos habituados, protagonizados por ejemplares juveniles, que se han adentrado en pueblos buscando cerezas, higos y manzanas, reaccionando poco o nada ante la presencia de personas. Algunos osos pueden llegar a ser “verdaderamente problemáticos” al condicionarse positivamente a los alimentos de origen humano y buscarlos activamente, aunque por el momento en la cordillera cantábrica no parece que existan ejemplares que respondan a ese perfil.
Desde la FOP se puso como ejemplo los protocolos que tienen en vigor muchos países con poblaciones de oso pardo en los que se incluyen medidas de prevención y pautas de intervención para la disuasión de los ejemplares y poder evitar conflictos y alarmas y actuar “con rapidez, seguridad y coordinación”. Por eso, se considera “inaceptable” que se está discutiendo un posible borrador “desde hace más de cuatro años” cuando existen documentos similares y experiencias “muy contrastadas” en otros países europeos y americanos con poblaciones de oso pardo.