PREMIOS MUJER 2024

La estrategia de don Enric (Juliana)

Hace años –muchos– que para mí es obligación diaria leer y escuchar a los medios de comunicación catalanes, tanto si lo que dicen es en catalán como si lo es en español, que la vista y el oído son sentidos que se ajustan pronto y más si has pasado unos años por esas tierras o por otras de parecida lengua, otrora querida y admirada y hoy mal que no quiera pelín hasta las tonsilas, que el hígado, como el de los patos o los gansos –a elegir–, tiene un límite. Y les aseguro que no lo hago por puro masoquismo españolista, que aun siendo lo segundo sin fisuras de lo primero tengo menos que nada.

Ventaja de lo dicho es conocer más de cerca personas y personajes a través del tiempo; sus comportamientos y manifestaciones y, todo ello, en el contexto cambiante del día a día tan nutrido de acontecimientos y, también, de exigencias de filias y fobias al peso del peso político de los unos, de los otros y de los de más allá.

Un día llegué a fijarme en un sí pero no llamado Enric Juliana, que aparecía por temporadas hoy sí y mañana también tertuliando en las televisiones españolas y en las radiolés, sorprendiéndome un tanto la aparente discrepancia entre su semblante y sus deposiciones, siendo que las segundas –generalmente amables y conciliadoras– no encajaban con el primero, reflejo este más de un jodón dolor de muelas o de cadera que del florido discurso de la mutua comprensión y respeto.

 

Periodista don Enric de no muy hondo calado, inventor –parece ser– de la expresión “el català emprenyat”, personaje al que supongo no le resultó muy difícil descubrir viéndose, como habrá de verse, cada mañana en el espejo de su cuarto de baño durante los menesteres de recorte y afinado de su pulcra barba, ha dedicado mucho tiempo, como demuestran su media docena de libros al respecto, a interpretar la reciente historia de España desde su atalaya catalano-madrileña de representante todopoderoso de La Vanguardia en Madrid: La España de los pingüinos; La deriva de España. Geografía de un país vigoroso y desorientado; Modesta España. Paisaje después de la austeridad; España en el diván: de la euforia a la desorientación, retrato de una década decisiva (2004-2014) ; Tarjeta Negra: 80 días que convulsionaron la política…

Todo eso está muy bien y no entraré a juzgar lo que no conozco, más allá de los títulos, que como tales ya de por sí son bastante significativos y no me invitan precisamente a la lectura de los textos que titulan, al contener ya asertos a los que, en todo caso, el lector puede o debe llegar más tarde y tras deleitosa lectura pero de los que, por el contrario, en ningún caso debe partir.

 

Tiene por contra don Enric una magnífica virtud, tal que transparentar en sus artículos de opinión en La Vanguardia –verdaderos desgarros entre el quiero y no me atrevo– la fuerza de los vientos que “asoplan” Cataluña –dichosa y españolista eñe–. Así, como el trigo reventón y melenudo centrando o descentrando oleadas de quimeras y certezas según toque, vamos viendo la suerte que construye el día a día en este irredento camino catalán hacia la nada.

 

Juan Manuel Martínez Valdueza

16 de mayo de 2018