La Encina 2019 ha comenzado este jueves con el pregón del periodista Pablo Morán, mirando al pasado minero para aprender y construir el futuro de la comarca: “Aprovechemos estas fiestas para pensar qué podemos aportar cada uno”. Afincado en Madrid desde hace dos décadas, presumió en el balcón del Ayuntamiento de Ponferrada de ser berciano, “es una forma de vida que, al menos a mí, me ha resultado muy útil. Es un ejemplo de tenacidad, constancia y trabajo duro e incansable para salir adelante”.
Cientos de personas se agolparon en la plaza del ayuntamiento pasadas las nueve de la noche para presenciar el pistoletazo de salida de las fiestas patronales. Un emocionado alcalde de la ciudad, Olegario Ramón, hizo las veces de oficiante de ceremonias y presentó al pregonero. Éste recogió el testigo, el micro y también parte de los nervios y se dirigió a los vecinos allí presentes:
“Quiero agradecer la amabilidad de la corporación municipal por brindarme el inmenso honor de poder dirigirme a vosotros desde este balcón que tantas veces he mirado desde ahí abajo. Desde esta querida plaza testigo de nuestras alegrías y amarguras, testigo de reencuentros y rupturas, de compañías y soledades, testigo de la vida que he compartido con muchos de vosotros. Gracias a todos por querer acompañarme en este momento inolvidable para mí y para mi familia.
Ser pregonero supone una oportunidad para saldar una deuda que tenía pendiente con mis queridos paisanos. Después de tantos años ya me pesaba la carga de la ingratitud y cierta soberbia por no daros públicamente las gracias. Fueron vuestras respuestas sinceras, espontáneas y socarronas a mis preguntas con el micrófono de Radio Bierzo las que gustaron en Madrid y me dieron el billete para emprender un maravilloso viaje que Hoy por Hoy continúa y me invita a soñar con seguir creciendo. Vosotros también me habéis ayudado a hacerlo realidad. Así que no quiero dejar pasar ni un día más sin daros públicamente las gracias de corazón.
Me presento aquí como un emigrante berciano más. Uno de tantos miles. Como alguien que sigue experimentando un pequeño desgarro personal cada vez que toca irse. Una sensación inevitable cuando recorro y dejo atrás escenarios de esta ciudad que tantos buenos momentos me ha dado junto a vosotros. El poblado de la MSP, Camino de Santiago, la Plaza de Lazúrtegui, Avenida de la Puebla, General Vives hasta llegar a el Plantío y el antiguo hospital en el que nací… Cuando voy avanzando en ese recorrido, cuando la emoción del regreso o de la despedida está a flor de piel, se agolpan en mi mente maravillosos recuerdos como postales fotográficas que van pasando evocando el amor, el cariño y la compañía de la familia y los amigos. Lo mismo que sigo sintiendo cada vez que vuelvo.
Yo me fuí hace 20 años. Tiempo suficiente para que no asalten a veces los sentimientos de desapego, de cierta traición a la tierra que te crió y que has abandonado. Pero tened algo claro. No conozco a un sólo emigrante de nuestra tierra que no lleve El Bierzo por bandera. Aunque no nos entiendan… da igual. Recién llegado a Madrid me costaba que la gente entendiera que “Tenía que marchar”. “Tendrás que irte”, me decían… y yo obstinado contestaba “Claro. Marcho porque tengo que marchar”.
Y es verdad. Ser berciano es una forma de vida que, al menos a mí, me ha resultado muy útil en mi carrera. Es un ejemplo de tenacidad, constancia y trabajo duro e incansable para salir adelante. Ejemplo que he visto muy cerca, en mis padres, pero que también imaginaba cada mañana, bien temprano, cuando sonaba la bocina de la MSP. Recuerdo que a veces, al escucharla, pensaba lo duro que era el trabajo en la mina y que, al fin y al cabo, nada de lo que tenía por delante era tan duro como eso. Todo nuestro reconocimiento a aquellos hombres y mujeres que contribuyeron a levantar esta comarca y que nos han traído hasta aquí. Gracias también a ellos. A los que están aquí y a los que, sin poder estar, están.
Tenemos una deuda histórica con ellos. Somos nosotros quienes recogemos el testigo para mantener viva esta tierra. Una tierra ejemplar, una tierra fértil y agradecida que nos devuelve nuestro amor hacia ella con ricos manjares. Una tierra solidaria, acogedora y tolerante con el diferente. Una tierra que es ejemplo de integración desde hace décadas. Algo digno de estudio dadas las circunstancias. Una tierra, en definitiva, en la que lo común, el valor de la comunidad, nos ayuda a seguir adelante con lo que venga.
El contexto del que partimos para empezar a escribir nuestro futuro no es sencillo aunque, en realidad, nunca lo fue. Pero tenemos experiencia, garra e ingenio para salir de esta… para mirar hacia adelante con dignidad. Y tenemos el aval de nuestro pasado del que debemos extraer nuestras propias lecciones. Aprovechemos estas fiestas dadas a los reencuentros para pensar qué podemos aportar cada uno de nosotros en ese gran reto y para aprender de nuestro propio pasado. Sólo escuchando se aprende… sólo oyendo con atención las lecciones de nuestros mayores sabremos preservar el futuro de esta tierra privilegiada. Hagámoslo. Os aseguro que una de las mayores lecciones que he aprendido en el Periodismo es saber escuchar.
Viva Ponferrada. Vivan las fiestas de La Encina”, concluyó Morán, a lo que el regidor tan sólo quiso añadir que se disfrutase de los próximos días “sin mancarse”.