A veces, investigando sobre algún tema específico, surgen otros de forma tangencial que captan el interés del que investiga, como es el caso que hoy les traigo aquí: el de la “Catedral de Elepia”. Sin desvelar el tema raíz, del que otro día prometo hablarles, llego a Elepia a través de una ciudadana inglesa que, enamorada de esas España y Andalucía románticas que divulgaron los viajeros ingleses del siglo XIX, se instala en la ciudad onubense de Niebla en busca del origen de los Tartesos, de la Atlántida y de cualquier otro fascinante recoveco arqueológico que pudiera imaginar.
Elena Whishow, que así se llamaba nuestra inquieta viajera e investigadora, nació en 1857 en Inglaterra apareciendo por tierras andaluzas a principios del siglo XX. Sus tareas en varios campos como la arqueología y la antropología, las completa con su labor filantrópica, que la lleva a financiar y fundar el Museo de Niebla y la Escuela Anglo-Hispano-Americana de Arqueología.
Hace ya algunos años, en 2006, el profesor de la Universidad de Huelva Juan María Acosta Ferrero escribió su tesis doctoral precisamente sobre Elena Whishaw –“Elena Whishaw y Niebla: La dama de las piedras”–, un prolijo estudio sobre su vida y obra, de gran interés para los amantes de estas cosas, como yo por ejemplo. Pues bien, en su página 412, de las 1007 de que consta, reproduce unos fragmentos de una carta que nuestra protagonista escribió al diario “La Provincia de Huelva” en los días posteriores a la quema de iglesias y conventos generalizada en España después de las elecciones del 16 de febrero de 1936, que reproduzco para ustedes a continuación:
“La pena hondísima de mis queridos convecinos al ver la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Granada destruida por el fuego, más por ser éste el único edificio que quedaba entero de los 27 edificios religiosos que existían todavía en el año 1936, como consta el historiador sevillano, Rodrigo Caro.
El único consuelo que sentimos en medio de tanto luto es que la Guardia Civil y el pueblo, despreciando sus vidas, consiguieron rescatar algunas imágenes de las llamas, y sobre todo a nuestra patrona la Santísima Virgen del Pino y el Patrón San Walabonso.
No sabemos cómo ha podido ser, puesto que todo el interior de la iglesia estaba ardiendo cuando dieron cuenta a la Guardia de que había humo saliendo del tejado, pero así fue y con tal motivo estamos los devotos hijos de Niebla dando gracias al Señor y a la Santísima Virgen para este alivio a nuestra profunda tristeza”.
Pues bien, localizada la citada carta en su totalidad antes de conocer la tesis del doctor Acosta, por su interés en relación con la “Catedral de Elepia” y otros asuntos más, que es nuestro punto de llegada, les traigo aquí párrafos de la carta que faltan en la citada tesis.
“Señor Director de ‘La Provincia’. Muy señor mío: Como estudiante durante más de veinte años de la arqueología e historia de Niebla, que ha reconocido mi amor para este pueblo nombrándome hija adoptiva, no puedo menos que pedir que usted dará cuenta en el periódico de su digna dirección, cuánto yo comparto…
(Aquí viene el primer párrafo de la carta reproducido en la tesis).
Continúa la carta:
“Nuestra parroquia era, hasta el año 1224, la Catedral de Elepia,nombrándose muchos de sus obispos en los Concilios de España. El nombre de Elepia era la forma dada por los visigodos al de Ilupila, palabra ibérica que dice: ‘La ciudad sobre una Peña’. Pero antes de edificar la Catedral, hubo ya, debajo de la que llegó a ser nave central en tiempo de los romanos (hoy quemada), una cripta de los primeros cristianos de Ulipila, que existe todavía en perfecto estado de conservación, a no ser que esto haya sufrido también daños por el incendio. Conservamos en nuestro museo algunos clavos de las primeras cajas de la cripta, por los cuales se conoce su época. Y la preciosa ¿?-memoria de aquella cripta refiere el paso de Santiago por la cantera conocida desde entonces como ‘La pisada del Caballo de Santiago’, de cuya piedra está labrada.
También se conservó en nuestra sin par ‘Catedral de Elepia’ un artesonado de estilo único, no conocido en ninguna otra parte, ni siquiera en la Mezquita de Al Azhar de Fostat (hoy Cairo), donde hay otro artesonado del mismo dibujo de lo que se llama ‘La Estrella de Tulin’. Porque el nuestro era otro labrado a fuerza de una pericia inconcebible del carpintero ilipiense, quien lo fabricó sin una sola puntilla siquiera, sino todos los detalles enlazados de tal modo, que quedó en perfecto estado de conservación hasta el día de ayer, cuando menos nueve siglos después de labrarse. Hoy no queda de esto más que cenizas.”
(Aquí vienen los párrafos dos y tres de la carta reproducidos en la tesis).
Si ha llegado en su lectura hasta aquí, amigo lector, espero que haya disfrutado con todas las cosas interesantes que nos dejó Elena Whishow en su carta al periódico “La Provincia de Huelva”, apenada por el incendio de su Catedral de Elepia y de los demás 26 edificios religiosos de Niebla por aquellos desalmados allá por febrero de 1936.
Un año después, en marzo de 1937, moría a los ochenta años, en Niebla, Elena Whishow.
Juan M. Martínez Valdueza
13 de febrero de 2021