PREMIOS MUJER 2024

José Arroyo

Endesa no solo era una fábrica de energía eléctrica. La gran empresa entonces estatal, construyó en Ponferrada una ciudad ajardinada, que era el lugar más grato de la urbe. En esa ciudad de árboles y flores, el deporte tuvo mucha importancia, lo que constituía una enorme novedad entonces. Un campo de fútbol con pistas de atletismo, una cancha de baloncesto y unas piscinas revolucionaron el panorama del deporte en el Bierzo. Pero ese gran cambio no habría existido sin el ejemplo, el entusiasmo y la docencia de diversas personas entre las que destaca José Arroyo del Valle, recientemente fallecido, el atleta mítico del Bierzo. Tan mítico que llegó a ser campeón de España de cien metros lisos.

 

Yo lo conocí cuando, aparte de sus obligaciones en Endesa, y de sus entrenamientos a tantos jóvenes atletas, pasaba algunas horas al día en un quiosco de periódicos de su familia, situado frente al teatro Edesa, en la actual plaza de Julio Lazúrtegui. El quiosco era inusitadamente estrecho y alto, pero eso no dificultaba que muchas personas que le admiraban, se acercasen a hablar con él. Yo tenía un amigo que hacía triple salto y le acompañaba en sus visitas a José Arroyo, quien siempre tenía una palabra de estímulo para quien le visitaba en el quiosco. Arroyo conocía todos los capítulos que concurren en la preparación atlética. Era un estudioso incansable. Y vendía en su quiosco unos libritos que impartían sabiduría acerca de diferentes deportes, muy especialmente sobre facetas de las carreras, los saltos y los lanzamientos.

 

Era un hombre muy amable con todo el mundo, y estaba a entregado a su compromiso con los jóvenes que le confiaban su preparación física. Algunos de ellos alcanzaron importantes éxitos, y todos disfrutaron del éxito de conocer a un hombre que no solo impartía ciencia atlética sino que también era ejemplo de vida y de honradez. José Arroyo fue una gran persona, y unidos a su memoria surgen los nombres de muchos chicos y chicas que entrenaban cada día, con enorme ilusión, en las entonces pistas de ceniza de Endesa. También había entonces un equipo de baloncesto con bastantes seguidores. Y cada año se celebraban competiciones en el estadio de Endesa, con la concurrencia de atletas locales y forasteros.

 

Y como José Arroyo creía, y practicaba, la máxima latina que propone, como modelo de vida, “mens sana in corpore sano”, también se dedicó en su madurez a la labor de librero, una de las más hermosas que existen. Arroyo fue un hombre activo, noble y luchador que el Bierzo no olvidará nunca.

 

CÉSAR GAVELA

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