Nombrarlo produce un efecto inmediato entre los contertulios. Toda guerra civil genera de forma innata odios y afectos tanto en el ámbito del entorno más inmediato como respecto aquellos que fueron los principales protagonistas. El caso de José Antonio es un caso singular. Si debiera resumir de la forma más concisa posible las opiniones que he escuchado de mis interlocutores respecto de él, debo afirmar para ser fiel a la verdad que respeto sería la palabra que mejor definiría la actitud frente a su persona.
Lógicamente, el fundador de la Falange tiene sus admiradores y además de respeto tienen una devoción por él indubitada aún con el transcurso de los años. Quiero incidir en que en este caso, el término respeto a su figura se impone de forma definitiva entre aquellos que se podrían calificar como sus adversarios políticos. Este hecho que hoy en día es prácticamente inimaginable en el ambiente de la dialéctica política, adquiere aún más valor porque su actividad política se desarrolló en unas circunstancias mucho más difíciles que las actuales. De tal modo que pagó con su vida la defensa de sus ideales.
Hombre guapo a decir de las mujeres, alto, pasaba con amplitud del 1.80, elegante y culto, abogado y todo un caballero de los de verdad, caballero español con todo lo que ello requiere de valentía, honestidad, probidad y preocupación por los más necesitados. Firme defensor de las clases más desamparadas como los campesinos y los obreros a quienes los consideraba los principales destinatarios de su mensaje.
Fundador de un “movimiento” como él llamaba a la Falange, pretendía aglutinar a todos aquellos que vertebrados por un profundo amor a España estuvieran dispuestos a regenerarla bajo un ideario basado en la forma de sentir histórica del español. Esta idiosincrasia, José Antonio la identificaba con los valores de la Castilla que forjó la unidad nacional y el descubrimiento de América.
De su obra, gran parte discursos de una retórica y brillantez notables, además de otros escritos, se pueden extraer las líneas maestras de su ideario. Partidario de la libertad individual pero radicalmente contrario al parlamentarismo liberal. Despreciaba el sistema de partidos por considerarlos que por definición eran un mal para el interés general. Basaba este pensamiento fundamentalmente en que eran herederos del liberalismo económico el cual a su vez era una manifestación intrínseca del capitalismo.
Capitalismo para José Antonio era sinónimo de desigualdad y explotación. Estudioso del marxismo, le criticaba su apuesta por la lucha de clases. Frente a ello, él entendía que las clases sociales deberían desaparecer para unificar todos los esfuerzos de la nación en la consecución de objetivos transcendentes como conseguir una justicia social y libertad efectivas.
Pero quizás el hecho más importante para conocer a José Antonio sea la redacción de su testamento. Un hombre que sabe será fusilado en breve se detiene a pedir perdón por la parte que le pudiera corresponder en la sangre vertida por el enfrentamiento entre los españoles. Preocupado por exculpar a sus compañeros. Preocupado por no parecer vanidoso pero, fundamentalmente, ávido de que la Falange fuera comprendida.
Escribió bellas palabras para explicar cómo sentía la llegada de la muerte. “Sin jactancia pero sin protesta” escribió. También escribió la ya muy conocida frase de: “Ojalá fuera la mía la última sangre española que se vertiera en discordias civiles”. Como primera declaración de última voluntad pidió ser enterrado según el rito católico y bajo el amparo de la Santa Cruz.
En conclusión, un hombre que ante su inminente fusilamiento se para a pensar en el drama que están sufriendo sus compatriotas, en sentirse culpable por ello y pedir perdón, deseando la paz y armonía entre los contendientes y siendo plenamente fiel a su credo. ¿Quedan hombres así? Yo quisiera creer que sí, pero…
José Antonio sintió España como Antonio y Manuel Machado, como Baroja, Azorín, Azaña y otros muchos que sin coincidir en su ideología sufrieron un desgarro interior al ver desangrarse la patria, porque la patria somos todos.
Gracias, escuetamente gracias.
Excelente artículo sobre un personaje interesantísimo y que merece ser leído. Creo que en general ha sido poco comprendido, incluso por muchos de sus seguidores y le ha perjudicado el hecho de muchos le asociene al franquismo -creo que de forma injusta, pues fue fusilado al inicio de la guerra y en realidad su espíritu era muy distinto-. Hace poco leí un texto suyo que, además de estar muy bien escrito, me sorprendió por su tremenda actualidad.
Yo también le doy las gracias, don Antonio Pereira.
Soy uno de esos seguidores de José Antonio. Y le digo que su herencia ideológica y política, aún imperfecta en lo intelectuaL es un tesoro por descubrir. El futuro nos dirá si es uno de sus caminos a seguir.
Perdón, don Arturo. He equivocado su nombre.
Dada la visión que se ofrece del fundador de la Falange en este artículo, debo disentir amablemente de todo ello:
-En primer lugar, la ideología totalitaria-fascista de la Falange, pura copia del fascismo italiano y del nazismo alemán defendía un desaforado culto a la violencia (la misma que practicaban los camisas negras de Mussolini y las SA de Hitler) a la hora de resolver las disputas. Por lo que el respeto a los regímenes democráticos por parte de la Falange era nulo. En los meses previos a la guerra civil española, milicias de falangistas cometieron todo tipo de atentados y tiroteos contra militantes de partidos de izquierdas, los cuales, sin que merezcan mi defensa, respondieron a tiros de igual forma. Pese a que en esa época la radicalización política era manifiesta, es obvio decir que la violencia nunca es defendible en ningún caso, y menos por motivos políticas.
– En cuanto a lo que se comenta de la crítica a la lucha de clases para la consecución de la justicia social, de todos es sabido que tanto el fascismo italiano como el nazismo alemán propugnaban una tercera vía al capitalismo y al comunismo que superara el secular enfrentamiento entre trabajadores y empresarios. La Falante defendía exactamente lo mismo sin aportar ninguna originalidad. Dicha ideologia se materializó luego en que sólo eran legales los sindicatos fascistas (en el caso de España los famosos sindicatos verticales de la dictadura franquista), se prohibía el derecho a la huelga y se organizaba bajo la absoluta tutela del Estado (en el caso de España, en concreto bajo la tutela monopolística de la Falange) a empresarios y trabajadores en las distintas ramas de producción sin ningún atisbo de libertad laboral. Por lo tanto, si la solución para erradicar la conflictividad laboral es ilegalizar al resto de sindicatos de otras ideologías, prohibir el derecho de huelga y organizar de forma corporativa a trabajadores y empresarios bajo estricta supervisión del Estado; apaga y vámonos.
-Lo cierto es que ese discurso de la Falange para atraerse tanto al campesinado como a los trabajadores, fue un rotundo fracaso, ya que en las elecciones legislativas de 1934 la Falange sólo obtuvo 1 o 2 escaños. De ello se deduce que en el juego democrático nunca tuvo ningún papel relevante. La afiliación masiva a la Falange se produjo sobre todo al acabar la guerra civil española, especialmente bajo la dictadura de Franco. Los motivos fueron porque era el partido único (todos los demás habían sido ilegalizados, exactamente igual que pasó en la Italia de Mussolini y la Alemania de Hitler) y porque la afiliación se veía como una forma rápida de ascenso social, laboral y/o económico. De todos es conocido el famoso lema de la época de que “a la camisa azul le llamaban el salvavidas”.
-Numerosos historiadores como Ian Gibson, Paul Preston o Julián Casanova resaltan en sus libros la rápida adhesión de José Antonio y de la Falange al bando militar sublevado-golpista al estallar la guerra civil. José Antonio ofreció su apoyo a generales golpistas como Mola (se conservan varias cartas que citan dichos historiadores) en cuanto se inició la guerra civil española.
-Además, las milicias falangistas constituyeron verdaderos escuadrones de la muerte durante la guerra civil española, cometiendo brutales asesinatos por los pueblos de España contra toda persona perteneciente a partidos de izquierdas e incluso, muchas veces, presuntos sospechosos (en la práctica inocentes) acabaron asesinados sin juicio previo por rencillas personales. Por supuesto que en el bando republicano también se cometió esta represión contra gente de derechas durante la guerra civil, pero resalto el caso de los falangistas por ser el tema que estoy tratando.
-El 14 de marzo de 1936, Primo de Rivera fue encarcelado en la cárcel Modelo de Madrid por posesión ilícita de armas y posteriormente, el 5 de junio, fue trasladado a la cárcel de Alicante. La posesión ilícita de armas se relaciona con el culto a la violencia defendido por la Falange y con el evidente apoyo logístico al bando sublevado que ya estaba conspirando para derrocar a la República. Desde la cárcel, Primo de Rivera dirigió a la Falange tratando de desempeñar un papel relevante en la insurrección.
Primo de Rivera fue declarado culpable de los gravísimos delitos de conspiración y rebelión militar contra el gobierno, por lo que fue fusilado. Y debo decir, entre comillas, que fue afortunado de tener un juicio, pues miles de personas durante la guerra civil fueron asesinadas sin juicio previo por sus escuadrones de falangistas. Testimonio de ello son los todavía miles de cadáveres que reposan en fosas y cunetas de nuestro país.
Extraordinario artículo sobre el político más brillante que ha tenido España en todos los tiempos. Yo soy un hombre de izquierdas comprometido con los más desfavorecidos. Por eso tal vez sorprenda aún más mi identificación absoluta con lo más genuino el pensamiento joseantoniano. El comentario que precede a este, acaso por los tobillos y humildad de quien lo escribe Pedro Conde Soladana, es del que fuera máximo dirigente en la transición de Falange Española de las JONS Auténtica, organización que tristemente desapareció y que ofrecía un mensaje de la ideología de José Antonio Primo de Rivera totalmente distinto y distante el franquismo