PREMIOS MUJER 2024

Investigación EBD / En busca del candidat@ perdido

Finaliza el tiempo de presentar candidatos a alcaldes. Ésta es la historia de el del PP, en este caso candidata, de Ponferrada
Gloria Fernández Merayo, en el día de su presentación como candidata popular

A. J. García Nistal Hace prácticamente veinte años, Ponferrada, al igual que todas las localidades de España, esperaba con gran curiosidad el nombre de los candidatos a alcaldes de los distintos partidos políticos a  las elecciones municipales y autonómicas. Enfilaba la recta final una legislatura más. En el PSOE, partido dominante prácticamente desde la Transición, el eterno alcalde Celso López Gavela cedía el testigo como cabeza de cartel al profesor Manuel Fernández Zanca, si bien, “don Celso” finalmente entraría en la lista socialista ponferradina con el anhelo de ser presidente de la Diputación de León. Algo que finalmente no se consumó. El PP avanzaba. Se iniciaría así un cambio de ciclo político en la capital berciana y en toda la provincia donde el azul popular predominaría prácticamente hasta hoy.

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Tropezar en la misma piedra

Precisamente, en aquellos años,  el Partido Popular con Mario Amilivia como presidente, tenía previsto que un veterano de la política, proveniente de la extinta UCD, Manuel Ángel Fernández Arias, empresario de prestigio con un expediente intachable y que llegó incluso a diputado nacional en los tiempos dorados del centrismo ucediano, fuera el elegido por su partido en todos los niveles orgánicos para encabezar la lista por Ponferrada que, cuatro años antes, había presidido sin éxito el joven senador de Dehesas Ismael Álvarez.

Todo estaba a punto. Incluso las debidas filtraciones controladas y pactadas. Por entonces,  La Crónica de León desde su Delegación en el Bierzo, tuvo la confirmación: “Sí, es Manuel Ángel”. La noticia fue retomada por las radio – no había digitales- y de estas saltó al día siguiente a todos los medios escritos. La calle la asumió. Fernández Arias, sin llegar a confirmarlo ni desmentirlo, comenzaba a crear su equipo.  Unas pocas semanas después, el Comité Electoral Regional del PP desde Valladolid nombró a Ismael Álvarez, por segunda vez, candidato a alcalde por Ponferrada. Estupor general. ¿Qué pasó? Simplemente, Álvarez se movió y bien, Fernández Arias no. Y lo que se daba por hecho se demostró anticipado.

Veinte años después aproximadamente, Ponferrada, y más en concreto, el Partido Popular, como partido mayoritario legislatura tras legislatura, primero con Álvarez y luego con López Riesco, protagonizaba el mismo ritual con una cadencia de cuatro años: escoger candidato. Sin las dos cabezas de la reciente historia del centroderecha local que, como en el cuadro de Goya, se habían destrozado mútuamente para la práctica política; tanto afiliados, simpatizantes como votantes al igual que el resto de la ciudadanía se afanaba por saber quién sería el candidato en esta ocasión, del cambio, en Ponferrada. El mismo cambio de ciclo de gobierno local coincidía además con el cambio generacional abierto en la dirección del PP en toda la provincia tras la trágica muerte de Isabel Carrasco. ¿Cómo y con quién se haría?

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Resistencia

Abandonados prácticamente a su suerte, el grupo de concejales del Partido Popular de Ponferrada, tras la sorprendente dimisión de su líder, Carlos López Riesco, contemplaba cómo la cabeza orgánica municipal recaía en el también presidente local del partido, Juan Elicio Fierro.

Riesco había tenido la mayoría de los votos, el apoyo de los ciudadanos de Ponferrada, pero la aritmética en política obra milagros: La unión imposible: PSOE-exPP, o lo que es lo mismo, los que se afanaron en destapar y amplificar al extremo el caso Nevenka se unieron con su otro tiempo archienemigo y le  desplazaron, legalmente, del sillón de alcalde por la moción de censura del denominado Bipartito.

Evidentemente, el exalcalde Álvarez había purgado y más que purgado su pena, tenía plena libertad para entrar en política. Y a fe que lo hizo. Sin embargo, el cierre de puertas en su anterior partido y la necesidad de tocar poder, gobernar, gestionar, participar en las decisiones, más con un Mundial de Ciclismo por delante, le llevaron, como al recién iniciado en las lides políticas Samuel Folgueral, al pacto imposible.

“En política imposible no hay nada. ¿O no recuerdas cómo logró el primer gobierno Ismael con los tres tránsfugas del PSOE con Reiner, Iglesias y Yolanda?”, nos comenta Fernández Zanca con quien tomamos un tranquilo café. Sí, es cierto, Álvarez, tras Celso López Gavela, son los dos políticos de más oficio que han pasado por el Consistorio en estos 40 años de democracia.

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Donde dije digo, digo “Diego”

Marco Morala, abogado de prestigio. Muy ligado a la Iglesia por ser el hermano mayor, abad, presidente o mano derecha de la Semana Santa de Ponferrada, era la persona pensada en un primer estadio como el hombre que tendría que abrir la nueva etapa del PP. Primero, como candidato a alcalde. Si triunfaba, incluso se le abrirían las puertas de la presidencia local del partido. Esas eran las ideas que desde León se barruntaban meses antes de abrir el melón de la candidatura y que por confianza o imprudencia llegaron a cargos leoneses en Madrid que tomaron buena nota de lo que se estaba fraguando. Mientras tanto, en el grupo local, el veterano presidente y concejal, curtido en el fuego de mil batallas, ni decía sí ni no a una futura pretensión de lanzarse al fin al ruedo y proclamar su intención de suceder a López Riesco, no solo temporalmente, también como cartel electoral. “Paciencia”, le recomendaban sus compañeros.

Las primeras grietas en el propio grupo de concejales comenzaban. Riesco retomó su vida laboral y creó con algunos concejales una empresa de esponsorización y patrocinio de grandes eventos. Algo que no gustó a otros compañeros de grupo que se veían totalmente sin un referente, ni un liderazgo o estrategia clara a seguir. Parecía un “sálvese quien pueda”. En el propio Partido Popular, destacados dirigentes y cargos públicos con origen berciano o ponferradino comenzaban a sonar como candidatos. A veces el rumor lo lanzaba la misma persona con un comentario sutil en un momento determinado, pero lo cierto es que la gran mayoría de quinielas nacían de las propias filas del PP en un intento de saber qué efecto provocaba ver el nombre de tal o cual persona entre la prensa, los compañeros de partido o incluso entre sus círculos de colaboradores y amigos. La estrategia política comenzaba a cobrar forma. Las ambiciones e ilusiones personales también.

Juan Vicente Herrera, presidente del PP en Castilla y León, principal responsable del nombre del candidato de Ponferrada por el tamaño de la ciudad, convocó a Eduardo Fernández, nombrado presidente provincial al colegio de las Francesas. “He estado hablando con Toño (Silván). Para Ponferrada sería bueno cambiar radicalmente de personas y de imagen. Una mujer, a ser posible de profesión liberal. Abogada. Conocida. Que tenga una asociación cultural o algo detrás a su cargo. Que tenga algo de experiencia. Pero que no tenga nada que ver con el equipo de estos años”, le sugirió, que es la forma eufemística de encargar.  Lo de la mujer no sorprendió a nadie. Herrera suele escoger mujeres para puestos controvertidos. Cuando se supo que el PSOE escogía a la procuradora Ángela Marqués para Ponferrada el pretendido duelo de mujeres cobraba mucha más enjundia e interés. En el PP, nombres como Mar Gónzález Pereda, Silvia Franco y otras fueron las primeras opciones en las que se pensaron y que descartaban la idea inicial del abogado Morala.

Mientras tanto, el diputado leonés de residencia en Madrid, Alfredo Prada, con quien Marco Morala mantenía una estrecha relación -que se selló aún más con la aprobación del indulto a un reo en la Semana Santa, logrado por Prada ante el Ministerio de Justicia,  y posterior homenaje desde Ponferrada para el diputado- , comenzó a lanzar el nombre del abogado berciano en todos los foros, ambientes y ante los colaboradores más estrechos. El efecto multiplicador de la prensa obró el milagro de nuevo. Morala era el elegido y no había más que hablar, parecía proclamarse a los cuatro vientos. Herrera y Fernández, no daban crédito, con cada vez que alguien del partido daba por sentado esa candidatura desacreditaba el papel del máximo responsable regional. Por segunda vez en la corta historia de la democracia, todo se repetía. Antes fue Juan José Lucas, ahora Juan Vicente Herrera. El padrinazgo de Prada era un apoyo equivocado, las apuestas de los medios, salvo la de EBD, eran brutales, todas las filtraciones no oficiales no sólo se equivocaban de lo que se quería, si no que comprometían enormemente las discretas y lentísimas conversaciones que querían llevarse a cabo en búsqueda de la candidata.

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Encuesta y nervios

EBD publica el primero una encuesta con los nombres más barajados en todos los mentideros como posibles candidatos del PP en Ponferrada.  Dos fueron las conclusiones que los expertos contratados recalcaron: “Se prefiere a una mujer y existe una gran igualdad entre todos los nombres”. La cosa coincidía con los planes presidenciales, sin embargo, el resto del mundo parecía estar imbuido en el llamado “síndrome Morala”. Artículos de prensa, políticos… Incluso el propio abogado se dejaba ver en actos de todo tipo y las posibles propuestas para conformar la futura lista trascendían con las verdades o mentiras correspondientes. Los nervios comenzaban a aflorar. En silencio, con la boca pequeña, algunos que deseaban ser cabeza de cartel aunque lo negasen en público, también movían sus piezas.

Tan sólo dos personas iban a proponer al Comité regional correspondiente el nombre, a saber, Herrera y Fernández. Sin embargo, algunos destacados cargos populares se creyeron con potestad para proponer, hacerse los enviados de, o lanzar sus propias misivas. Algunas ciudadanas, con ese perfil que fue trascendiendo, fueron protagonistas de conversaciones y propuestas, pero lo cierto es que la gran mayoría no eran más que invenciones de egos y chascarrillos de bar. El tema, un asunto serio, corría el riesgo de convertirse en sainete. El tempo marcado por el propio Herrera se tornaba más que lento, un obstáculo porque los acontecimientos se precipitaban.

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Herrera mantiene una segunda conversación con Eduardo Fernández. En esta ocasión pide tres nombres. Desde el entorno del presidente provincial se barajan  hasta diez nombres de mujeres con ese perfil. Un par de semanas después se prepara un informe con las fichas de cinco. Y sobre esos cinco nombres tan sólo dos personas son las encargadas de contactar y sondear su disponibilidad. Los teléfonos arden. Los periodistas rastrean y sondean a sus contactos. Comienzan a recular los artículos de prensa. Los mismos que anunciaban en grandes titulares la candidatura de Morala lo bajaban a los infiernos con el desprecio más absoluto. El periodismo de “más rápido, el primero”, pero sin pararse a contrastar ni pensar que  juega con nombres de personas y sus familias, campea de nuevo. Y así, en los últimos días, la opción Gloria Fernández Merayo, que jamás había aparecido entre ese listado barajado por los colaboradores del presidente Fernández, sale a la luz. El propio presidente desde hace semanas, tenía ese nombre como un as guardado en la manga. “Pareciera como si no quisiera que nada ni nadie se lo estropease”, nos comentan desde el PP.  Y en efecto. Las prisas llegaron a Valladolid, y con ellas la decisión. Sin contar realmente más que con dos o tres opciones antes, Gloria Fernández Merayo era la elegida en cuestión de horas.

“Gloria desde el primer momento dijo que se ponía a disposición del partido. Otras, sin habérselo planteado aunque estuviesen en los planes, ya hablaban de que su etapa local había terminado. Y otras incluso retransmitían cada café casi en directo a su círculo de amigas. Incluso los hay que decían no estar interesados pero su mujer mientras predicaba todo lo contrario en el supermercado o en la cafetería. En esto la psicología humana es infinita y sorprendente”, nos comentan desde la dirección del PP.

Pero no crean que el resto de partidos le quedan a la zaga. Los hay que guardan su nombre como si fueran a aparecer el día D de dentro de una tarta gigante con colores blancos y azules. Cuando todo el mundo ya lo sabe desde hace meses. Otros por la moda de sus siglas emergentes preparan castings y cafés para elegir finalmente cabeza de cartel. Las hay que afirmaron que no admitirían injerencias de ‘familias del partido’ y finalmente se tuvieron que tragar representantes de sagas enteras… Empieza la precampaña de la campaña.