Un año mas nos hallamos en vísperas del final del año y toca en muchos casos cerrar balances (entidades comerciales por ejemplo).Es lógico y comprensible, pero lo que quizá a mas de uno sorprenda son las dificultades que existen para cerrar el año en si propiamente dicho. Antes que nada hago un inciso para señalar que lo más lógico sería que el año terminase justamente coincidiendo con el solsticio de invierno (en torno al 21 de diciembre) y no 10 días mas tarde. Aclaro no obstante que esta aparente incongruencia tiene-pienso-un explicación que quizá algún día daré. Ahora me voy a ocupar de otro asunto bastante similar: la duración EXACTA del año.
Todos sabemos que el año tiene un número variable de días, 365 normalmente y uno mas cuando es año bisiesto. La explicación de este detalle es tan sencilla que todo el mundo la conoce. Resulta que el año dura realmente 365 días y (a “efectos prácticos”) 6 horas mas. De este modo cuando suenan las campanas que señalan el fin oficial del año, todavía faltarían 6 horas para que el final real. Acabamos el año con un cuarto de día de ADELANTO. Este detalle no tiene importancia porque en nuestros días a las 6 de la mañana del 1 de enero el personal aún sigue en muchos casos,con la fiesta a todo trapo,pero ni el alcohol, ni el baile logran eliminar ese desfase,por eso es necesario el año bisiesto. Al añadir un día cada 4 años,es evidente que anulamos ese desfase (adelanto) de 24 horas,que se acumula normalmente.
Hace ya muchos siglos que los estudiosos saben que sobran esas 6 horas, al menos desde los tiempos de Julio Cesar, aquel político y militar romano que era también un hombre intelectual y que fue quien dispuso eso del año bisiesto cada 4 años. Era entonces el año 46 antes de Jesucristo. Con anterioridad los romanos que estaban despistados en cuanto a la duración del año llegaron a utilizar al parecer incluso un calendario de sólo 304 días. De este modo los desfases eran tan notables que al cabo de pocos años resultaba evidente que las estaciones no llegaban cuando les correspondía.
La reforma de Julio Cesar ,hubiese sido la solución perfecta si no fuese por un pequeño detalle, tan pequeño que incluso paso inadvertido para los sabios de la época. Lo que sobra a un año de 365 días son 6 horas, pero MENOS unos minutos. Aquí está “el gato encerrado”.El que en este caso debemos considerar año exacto dura 365 días, 5 horas 48 minutos 45 segundos y un PICO. En consecuencia si cada 4 años añadimos 24 horas a los 365 días estamos añadiendo tiempo de mas. Es evidente que cada ciclo de 4 años añadimos aproximadamente 44 minutos de mas. Por tanto al cabo de un siglo (25 ciclos de 4 años),habremos añadido unas 18 horas mas, es decir 0,75 días aproximadamente. En consecuencia al cabo de 100 años llevaremos casi un día de ATRASO.
Para evitar pues este desfase secular, en la actualidad se procede a no considerar bisiesto-como norma general- el año que cierra la centena (el año 1900 por ejemplo).,aunque en base a lo dispuesto por Julio César, si debería serlo. Si el desfase secular fuese de justamente UN DIA, aquí se acabaría el problema; pero hemos visto que solo son tres cuartos de día, por lo cual propiciamos un error de (aproximadamente),UN CUARTO de día; en sentido contrario ,es decir por ADELANTO como ocurre normalmente con una año de 365 días. Para poner por tanto las cosas en su sitio hay que introducir una nueva excepción. Los años finales de siglo que sean divisibles por 400, es decir el 1600, el 2000, el 2400, el 2800,….SI serán bisiestos. El mejor ejemplo lo tuvimos en el cercano año 2000, que si fue bisiesto y que al parecer pilló despistados a muchos. Fue el llamado “Efecto 2000”, del que tanto se habló entonces. Con la reforma secular quedaba un cuarto de día suelto y por ello con cuatro reformas seculares seguidas tendremos un desfase de UN DIA. Este desfase se elimina con la reforma que se hace de 400 años en 400 años. La cuestión como vemos es complicada, tanto que hay que concentrarse bien (y tener a mano preferiblemente lápiz y calculadora); para no perderse entre tanto quita y pon.
El calendario que hoy usamos en España y que es el mas utilizado en todo el Mundo a muchos efectos (aunque no el único), tiene pues en cuenta todo este mecanismo de tira y afloja. Se llama Calendario Gregoriano porque fue fijado en su formato actual en el año 1582 por el Papa Gregorio XIII,auxiliado por,…..una comisión de expertos. Los sabios que entonces asesoraron al Pontífice, hilaron fino (Reforma Gregoriana),pues entre otras medidas introdujeron ya todo ese mecanismo de tira y afloja. El ajuste entre el año real y el oficial así lograda no es perfecto (resulta evidente de la lectura de los hasta aquí expuesto),pero si lo suficientemente aproximado para que dure al menos dos o mas ciclos de 400 años,incluso en nuestro mundo tecnológico.
A 400 años vista y con el rumbo que llevamos nadie sabe que será dela Humanidad, así pues de momento se entiende en que hay que dejar el calendario como está. En todo caso tanto medir, calcular, comprobar y afinar,….nos ha permitido saber que aun con el formato actual el ajuste tan ansiado es IMPOSIBLE, entre otros motivos porque la velocidad de rotación de La Tierra se está frenado de modo muy lento pero real y que es posible medir.
Habría muchos mas detalles que contar sobre este asunto, pero creo que por hoy basta. A quien le parezca poco le invito a que haga por si mismo, los cálculos que justifican la Reforma Gregoriana. Es una buena manera de “calentar la cabeza”, de entretener el tiempo y de aprender que La Tierra con sus movimientos de rotación (días) y de traslación (años), no es un reloj natural tan perfecto como nuestros antepasados pensaron. Quizá en un futuro mas o menos lejano los humanos podamos regular con mas precisión este reloj y calendario natural. Recordemos aquello del rumbo que llevamos.
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Madrid 14 de diciembre de 2013
Rogelio Meléndez Tercero