PREMIOS MUJER 2024

Inteligencia animal

Tu perro entiende más de lo que piensas”, dice un estudio publicado en la revista “Science” hace unos días. Es algo que muchos ya sabíamos, pero habrá a quien le haga falta un estudio científico para planteárselo… y a ver si con suerte empezar a respetar más a estos y otros animales.

Esto me trae al recuerdo un ensayo que escribí hace un par de años… y a ver si con suerte os parece interesante:

Tengo 35 años, que a los efectos no es tanto, y aún me tocó estudiar en el instituto, un siglo después de ser formulada, la ocurrencia de Iván Pavlóv de la ley de los reflejos condicionales.

Según esta ley (fijaos que de hecho tiene la categoría de “ley”, la cosa no se queda en “teoría”), si a un perro siempre lo alimenta una persona vestida con bata, el perro asociará esa presencia con la comida y empezará a salivar incluso cuando ésta no traiga comida. El tipo incordió a los perros con muchos más experimentos, para demostrar que se hacían asociaciones estímulo-respuesta también si por ejemplo siempre que llegaba la comida se hacía sonar una campana, terminando el perro en cuestión por asociar el sonido de la campana a la llegada de comida y entonces empezar a salivar con el simple campaneo.

Me cuesta ponerme en la mentalidad de un hombre que ganó el Nobel por cosas así hace más de cien años, pero no por eso me cae mejor.

Hay muchos estudios que se hacen al revés: en los que se sabe a qué respuesta se quiere llegar y después se buscan argumentos para tratar de probarla. Me estoy acordando de aquello de que los perros ven en blanco y negro; nunca me lo creí y de hecho nadie lo sabe (¿Cómo saber algo así si los perros no nos lo pueden contar?), aunque recientemente al menos se ha demostrado que como mínimo distinguen algunos colores, pero en su día esa ocurrencia se quiso justificar dando explicaciones sobre la distinta morfología del ojo del perro respecto al humano… y mucha gente lo creyó sin reticencias.

A Pavlov no es que le faltara en cierto modo razón con lo suyo, pues eso que él estudiaba en los perros nos ocurre incluso a las personas, pero él “sabía”, como todo el mundo en la época, que los perros “son tontos” y que no pueden salivar por una deducción inteligente obtenida por la experiencia, como hacía el propio Pavlov, sino simplemente porque se activaba en ellos un “reflejo condicional”.

Experimentos de esos al revés, se hicieron en su momento para “demostrar” la inferioridad de los negros, de las mujeres, … en definitiva de todo aquello que se quiere dominar por la fuerza y que queda como mejor si se hace amparándose en la “razón”.

Y solo ahora se empieza a admitir, tímidamente, dejando a un lado el orgullo, que no somos la única especie inteligente en este planeta.

La inteligencia animal está fuera de toda duda, pero a los animales nos los comemos y hasta se matan por simple divertimento, así que el complejo de superioridad humano debe justificarse considerando a los animales como poco más que meros objetos incluso tratando de razonar que ni siquiera sufren.

Hay niños a los que sus padres los tratan con tal abuso de autoridad que no llegan a desarrollar su mente de forma normal. Si a un niño se le está constantemente ordenando, cohibiendo, castigando injustamente física y psicológicamente… será una persona como mínimo acomplejada y puede incluso que retrasada.

Pues algo parecido ocurre con los animales: hay que darles la oportunidad de “conectar”. Si a un perro, por ejemplo, se le está constantemente ordenando, pegando, encerrando, … lógicamente el animal no se desarrollará normalmente y a menudo no sabrá ni qué hacer por miedo al castigo; y tampoco nosotros estaremos “conectando” con el animal; claro que hay personas que sencillamente debe de ser que carecen de empatía.

Nosotros mismos hacemos tontos a algunos niños… y a algunos animales.

Junto con mi mujer, tenemos dos perras Yorkshire Terrier (Mini y Dana) que siempre han estado en casa como un miembro más de la familia, apenas poniéndoles normas sobre dónde deben hacer sus necesidades; y nos sorprenden, además de con su inmenso amor incondicional, con dar con la pata en una botella de agua mirando para nosotros cuando se les ha acabado el agua de su bebedero, preparándose para salir cuando hablamos de ir a darles un paseo (mientras que cuando nuestra intención es salir solos simplemente nos observan), ladrándonos moviéndose hacia la puerta del armario donde les guardamos golosinas cuando las quieren, corriendo a acostarse en su cama cuando les decimos “a dormir”; sin que alguien les hubiera enseñado tales cosas… de alguna manera nos entienden muchas más cosas de las que le pueda parecer a alguien no familiarizado con los perros o que trate a los perros de la forma que describía en el anterior párrafo. Conocen muchas voces y rostros, se alegran enormemente cuando ven a Yako (el hijo de Mini y hermano de Dana), se quedan junto a nosotros si estamos enfermos o tristes, ladran e intentan separar si alguien hace ademán de pelearse, etcétera.

Todo eso son signos de inteligencia y es extensible a otras especies. Unas son más inteligentes que otras, de acuerdo, pero incluso debemos tener presente que hay distintos tipos de inteligencia… algunos que quizás ni entendamos.

Hay genios de la literatura que son unos ineptos con las matemáticas, por poner un ejemplo; y los animales tienen también una inteligencia adaptada a sus necesidades aunque en ocasiones limitada por su físico. Los perros, por ejemplo, muchas veces hacen auténticos esfuerzos vocales, produciendo extraños sonidos, como intentando decir algo; si sus cuerdas vocales lo permitieran, no cabe duda de que al menos articularían algunas palabras que les sirvieran para pedirnos algo.

Creo que a los animales se los debe respetar incluso aunque se los considere tontos, y desde luego son más respetables que las personas dañinas por inteligentes que sean, pero a ver si vamos aceptando de una vez que los animales son realmente inteligentes, lo cual también ayudará para que los respetemos más.

Algún día, a las personas que disfrutan con el sufrimiento de los animales se las diagnosticará de algún desarreglo mental….

Tomás Vega Moralejo