Hoy es el día de los santos Inocentes. Todos aquellos niños que Herodes mandó ejecutar para impedir que se cumplieran los designios de los profetas y creencias de liberación del pueblo hebreo al nacer su líder. Pero entre tanta muerte de inocentes hoy ha quedado, como burla del destino, una costumbre de bromear o gastar una burla al prójimo. Sin embargo, no parece ninguna inocentada el primer año sin extracción de carbón, el primer año de cierre de nuestras dos térmicas, el abandono del eje atlántico por ferrocarril, la lentitud o quietud de la autovía a Valdeorras, el pago de impuesto revolucionario cuando nos desplazamos a León, el cierre de comercios, la bajada de precios de los inmuebles que se atisba en el horizonte, el desempleo y los tiempos densos y turbios que soplan de Madrid para acá. La bajada paulatina de habitantes, 120.000 bercianos cada vez menos y más mayores…
Esto no es una inocentada. El inocente eres tú.