El periodista ha visto muy pocas veces al presidente enojado. También es cierto que la convivencia en estos últimos tiempos no es la misma. Se sabe por la famosa «radio macuto» que Juan Vicente Herrera, como persona que es, también tiene sus momentos de enfado y rabia normalmente contenida. Colérico como otros líderes políticos, desde luego que no sería un calificativo justo definitorio.
El anuncio de Ignacio Sánchez Galán, a la sazón presidente de Iberdrola, de cerrar por motivos medioambientales dos centrales eléctricas -una de ellas en Velilla del Río Carrión- con el desparpajo de quien es dueño de un negocio cualquiera ha caído como una bomba en Asturias y en Castilla y León. El llamado lobby eléctrico que ha extendido sus tentáculos al gas y a otras industrias de generación de energía es tremendamente poderoso en España. Tan sólo los bancos podrían hacerle sombra y a duras penas las grandes corporaciones constructoras. Es por ello por lo que quitan y ponen medidas, personas y leyes en muchas ocasiones. Y hasta sirve de refugio como vaso comunicante a personalidades públicas cuando salen de la cosa pública. Es, francamente, un mundo complejo el de la energía y más el subsector eléctrico.
Herrera, el pasado miércoles en el Bierzo, donde se mostró visiblemente enfadado por el anuncio de Galán-ICAL
Herrera es consciente desde hace años que uno de los pilares de las nueve provincias y media, no olvidemos fue secretario general de Economía en sus inicios, es la minería del carbón. Y aunque sabe, como sabemos todos, que es un sector en la UVI tiene una brizna de futuro en el llamado mix energético por mera cuestión estratégica política para no apostarlo todo a otras cartas que nos dejen dependientes de otros países y otras gentes. Pero lo que más ha irritado al presidente ha sido el anunciar cierres sin considerar que detrás hay comarcas, seres humanos y paisanos en definitiva suyos con los que se juega con un estilo feudal.
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