PREMIOS MUJER 2024

Guiño a David

Sentado en la parte de atrás del automóvil conducido por sus padres pasó frente a la fachada de San Ignacio. “Mi colegio, ojalá volviera a estudiar en él“, espetó con tono melancólico. La pareja se miró extrañada. Era un claro síntoma de que la partida nocturna de la ciudad no era del agrado del muchacho. Nada que ver con la del curso anterior en que empezó su bachiller en los Estados Unidos y que, voluntariamente, se disponía a terminar con una segunda experiencia fuera de casa, del terruño.

Era natural, su ciudad estallaba en fiestas en honor a la patrona, la Virgen de la Encina. Sus jóvenes amigos no ponían el pie en casa y la semana prometía poner un broche final a un verano de libertad, tardes en el río de Molinaseca, veladas nocturnas en los recién descubiertos rincones favoritos de Ponferrada a la par que nuevas experiencias que zanjaban definitivamente cualquier atisbo de infancia. ¿Cómo era posible ansiar de tal modo un mundo propio y a la par no desear salir del Bierzo? La contradicción adolescente sería una constante a partir de ahora, pero él no lo sabía.

school-bus

El curso pasado había conocido la llamada América profunda. La del fútbol americano, deporte escolar con recursos y medios inéditos en su patria. Aprendido a cazar, pescar, ayudar en tareas de un hogar con tintes del viejo Oeste no del todo desaparecido en buena parte del subcontinente yanqui. Esos domingos de oficios religiosos, convivencias familiares en torno a las competidas barbacoas de gruesas hamburguesas, tartas, crema de cacahuete, gelatinas, canciones country y cientos y cientos de experiencias más. Además, su segundo idioma, el inglés americanizado, objetivo principal de los padres, había sido aprendido con pleno éxito. ¡Hasta se examinaba de historia americana y literatura estadounidense sin problemas! Bueno, sí, le faltaba mucho vocabulario que ni en todas las academias y clases particulares de su amada Ponferrada enseñaban. En eso, reconocía que el sacrifico familiar había merecido la pena. De hecho, en sus semanas estivales en Mallorca se entendió perfectamente con los compañeros extranjeros en sus largos días de submarinismo, sol y cocacolas.

El mundo es muy grande sí. Hay muchas cosas bellas que conocer y experiencias por vivir, pero Ponferrada…Sus amigos, su casa, su habitación y su cama no las cambiaba por nada. Rezongaba dormitando en el bus school. Amarillo, por supuesto.