PREMIOS MUJER 2024

Guerras marruecas

De todos es sabido que nuestra historia militar es larga y rica. Para un español es motivo de orgullo constatar cómo sus antepasados dieron lo mejor de ellos en cada momento cuando fueron requeridos por la patria. Patria, al contrario de lo que se pueda pensar, no es un término, más bien se podría afirmar que es una manifestación de una forma de entender la vida, y no es excluyente. La patria es un concepto que aglutina espacio geográfico, población y cultura, pero, fundamentalmente el concepto de patria significa una firme voluntad de defender todo lo anterior y el convencimiento que todos los anteriores elementos que la configuran están indisolublemente unidos por la firme fe en unos valores e historia compartidos.

Las guerras con Marruecos están clavadas como un alfiler en el subconsciente de los españoles. Recuerdo a mi abuela hablarme de que si el tío Pedro había estado en la guerra de África, que si el tío tal o cual no pudo ir porque lo consideraron “inútil” al padecer alguna enfermedad o defecto físico grave, lo que aquel tiempo suponía una gran deshonra.

Nuestra relación con el norte de África ha sido convulsa, es normal que así sea. Los españoles tenemos sangre árabe en nuestras venas y somos al igual que ellos vehementes, poco dados al sosiego y reflexión, si a esto le unimos que somos vecinos, con un clima marcado por el calor y con intereses enfrentados, el resultado es que nos pasamos la vida de conflicto en conflicto.

El actual Marruecos es un punto estratégico clave el control del Estrecho de Gibraltar. Evidentemente, esto siempre fue así. Y todas las intervenciones españolas en el territorio estaban vigiladas muy de cerca por Francia y por Inglaterra, cuyos intereses estratégicos en la zona entraban en conflicto con los españoles.

La guerra no es más que la expresión de la política exterior por medio de la fuerza de las armas. En el caso de las guerras contra Marruecos, se suele afirmar que el punto de inflexión se produce como consecuencia de la pérdida de Cuba, el desastre del 98, lo que hizo girar la política exterior española hacia el norte de áfrica en un intento por revitalizar su poderío colonial a imagen de las potencias europeas.

Si bien lo anterior es cierto, no es menos cierto que las intervenciones armadas españolas sobre el norte de áfrica se venían produciendo desde antes. Así las batallas de Tetuán y Wad –Ras en 1859 pusieron de manifiesto que las relaciones con las cabilas marroquíes y en general con los distintos sultanes no iban a ser precisamente fáciles.

El carácter tribal que predominaba en la organización social del territorio hacía difícil alcanzar acuerdos con los habitantes de la región. Aunque se pactaran con unos, inmediatamente otros se sumaban a la confrontación. Los intereses económicos de las grandes empresas obligaban a realizar campañas militares que no siempre terminaron bien para los intereses españoles.

En medio de esta situación de intereses geopolíticos y económicos, el Ejército español cumplió magníficamente con su misión de salvaguardar los intereses de la patria. A lo largo del primer cuarto del siglo XX se desarrollaron una serie de operaciones militares en la zona que se resolvieron con brillantes victorias como el desembarco de Alhucemas, otras como el desastre de Anual todavía suscita duras críticas en cuanto a su dirección por parte de algún sector del Ejército. Alguna, no muy bien comprendida, como el abandono del Sahara cuando la situación militar española en la zona no ofrecía ninguna complicación.

Sea como fuere, e independientemente de la valoración que a cada uno nos merezca la historia de nuestro Ejército  en el norte de África, debemos tener muy presente la memoria de todos aquellos que dieron su vida y los que se esforzaron al máximo en las distintas campañas en esas tierras tan próximas físicamente  y tan lejanas culturalmente para nosotros.

A ellos les debemos, al menos, gratitud porque estuvieron donde se les reclamó y lo hicieron lo mejor que pudieron. Muchas veces en inferioridad numérica muy notoria frente al enemigo. Muchos fueron salvajemente asesinados por un enemigo sin piedad y sin respeto por las  leyes mínimas de la guerra.

Iniciaremos una serie de artículos que tendrán por contenido la exposición y análisis de las principales batallas de nuestro Ejército en áfrica desde la ya citada de Tetuán hasta las más recientes. El objetivo de toda operación militar debe estar perfectamente claro, y por ello el objetivo de los artículos es que los lectores disfruten leyéndolos y mediten sobre una parte no muy conocida de nuestra historia militar por el público en general.