PREMIOS MUJER 2024

Griegos

La gira europea de la cúpula del gobierno griego no ha sido fructífera. Les han dado alguna palmadita en la espalda, es verdad, pero, sobre todo, les han recordado que los compromisos hay que cumplirlos, o lo que es lo mismo, hay que pagar la deuda. Y de paso, les dejaron una propina: No se pueden –deben– hacer promesas electorales que se sabe que no se van a cumplir.

Lo siento. Por muchas razones:

Lo siento porque me caen bien los griegos. Son amables, hospitalarios. Se parecen mucho a nosotros. O nosotros a ellos.  No olvidemos que compartimos ese talante mediterráneo que nos hace amigos de la calle, de la charla distendida  a la sombra   y de mirar a casi todos por encima del hombro porque, en nuestro fuero interno, sabemos que somos más listos.

Me caen bien porque su cultura clásica es la raíz de la cultura occidental; porque sus antepasados inventaron de la democracia  –la propia palabra es un término griego–; por sus filósofos, poetas y pensadores; porque recuerdo con simpatía a  Antony Quinn –ya sé que no era griego–  bailando en “Zorba el griego” y porque me emociono cada vez que oigo la canción “Los niños del Pireo”.

Es tanto lo que nos ha dado Grecia,  es tanto lo que le debemos, que bien podríamos juntar a todos los miembros de la Troika y, aunque fuera a hostia limpia, convencerlos de que perdonaran la deuda a los griegos. Borrón y cuenta nueva.

Bromas aparte, ¡qué pena que los alemanes sean tan desmemoriados que no recuerden que, en 1953 se acordó perdonarles más de la mitad de  las deudas que tenían con veinticinco países, exactamente, el 62%  –entre  ellos, Grecia– , y el resto, 14.500 millones de marcos, podrían pagarlo en cómodos plazos durante 47 años!

De forma que Alemania acabó de pagar en octubre de 2010. Creo que está claro el origen de la expresión “Debes más que Alemania”.

Pero la colleja de Europa, del Banco Central Europeo y del Fondo Monetario Internacional  –la Troika– al gobierno griego es un  aviso a navegantes del que los políticos españoles, todos, deben tomar buena nota.

Tanto el PP como el PSOE, partidos que gobiernan o han gobernado, para evitar, en el futuro, esas alegrías a la hora de gastar como si fuéramos ricos.

Y también, desde luego, el partido que empuja con fuerza, Podemos.

Mucho me temo que buena parte  del futuro de esta organización  está en manos de Syriza, el partido que, con un discurso radical, ganó las elecciones en Grecia.

Lo que haga el gobierno griego, sustentado por un partido similar, será, casi, el programa electoral de Podemos.

De momento, los griegos están actuando con una torpeza inaudita.

Otro día hablaremos del asesoramiento al gobierno de Hugo Chávez.

¡Vaya tela!